21.12.11

Política nacional

HACE 25 AÑOS APROBABAN LA LEY DE PUNTO FINAL
El 23 de diciembre de 1986 el Congreso de la Nación sancionó la ley 23.492, conocida como de Punto Final. Creada para limitar los procesos a militares acusados de cometer delitos en la última dictadura, no abarcaba los casos de niños desaparecidos. Tramos de Ahora, la tristeza, el análisis de Enrique Vázquez en la revista Humor, nº188 de diciembre de 1986.






   “El Presidente anuncia, acongojado, que la única manera de llegar a la paz y la reconciliación entre los argentinos es un rápido final para la revisión judicial de los crímenes cometidos por los militares y sus cómplices con el alegado propósito de combatir a la 'subversión'; fuera de este virtual beneficio exclusivo quedarán los autores de crímenes 'aberrantes' y los secuestros de chicos. Sin embargo, ninguna de estas salvedades aparece en el texto remitido por el Poder Ejecutivo al Parlamento.
(…)

   El semanario 'El Periodista' y un programa de Radio Belgrano denuncian que el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Héctor Ríos Ereñú, se presentó ante el presidente de la República, en la quinta de Olivos, y le exigió la intervención de la Corte Suprema de Justicia para impedir que cinco generales retirados, acusados de gravísimos crímenes durante la dictadura, comparecieran ante la Cámara Federal de la Capital; como se sabe, esta Cámara es el único tribunal de alzada que se abocó a ejercer justicia en estos tres años, y encima le sobró paño para ignorar las insólitas 'instrucciones' pergeñadas por el secretario de Justicia en abril último. El presidente de la República, según las fuentes referidas, no sólo no castigó a Ríos Ereñú por su impertinencia, sino que accedió a sus reclamos, violó la autonomía de poderes republicanos y logró que la Corte neutralizara la acción de justicia de la Cámara escamoteándole el expediente y suspendiendo la comparecencia de -entre otros- el general Juan Bautista Sasiaiñ y el general José Montes. Uno de los seis jueces de la Cámara renunció con indignación; los otros cinco decidieron esperar el momento de las reparaciones. Ningún organismo defensor de los derechos humanos tuvo la idea de concentrar a la ciudadanía frente al Palacio de Tribunales para repudiar la maniobra de la Corte y solidarizarse con la Cámara; quizá fue por los días calurosos que apabullaron Buenos Aires la semana pasada, pero entonces, ¿por qué no emitieron al menos un comunicado en tales sentidos?
(…)
   El ministro del Interior, Antonio Tróccoli, ordena que no salga al aire un programa de televisión en el que hablaban los zafreros del ingenio Ledesma, de Jujuy. Esos trabajadores reclaman poder fiscalizar las tareas de pesaje de la caña cortada al cabo de cada día de zafra. El ministro del Interior los silenció a pedido del señor Carlos Pedro Blaquier, dueño del ingenio e íntimo amigo y socio de José Alfredo Martínez de Hoz. El señor Blaquier llamo por teléfono al ministro para pedirle que 'hiciera algo' con ese programa que 'afectaba a la empresa'. El ministro no sólo hizo algo que merece repudio -la censura previa, de por sí intolerable en períodos democráticos-, sino que se dejó arrastrar hacia un acto totalitario por el ex personero de! 'Proceso'. Ni la Unión de Trabajadores de Prensa ni las autoridades de la Secretaría de Información Pública protestaron.
(…)
   Estas son semanas graves. Se ha perdido el rumbo, y lo peor de todo es que si castigamos a los responsables evidentes de algunos pasos en falso, no tenemos opción. ¿Dónde están los parámetros correctores de la desviación ética de los radicales? ¿Dónde están los reflotadores de la mística democrática de 1983, en qué partido se esconden?
Estas son semanas decisivas. El Presidente ha dejado jirones de su otrora enorme prestigio personal, en busca de la tan mentada paz y la tan mentada reconciliación entre los argentinos. Los civiles y los militares. Los civiles hemos escuchado al Presidente con impotencia, resinación y miedo: si el Presidente -uno de los pocos tipos comprometidos desde siempre con la lucha por los derechos humanos- hace esto, por algo será. Por algo muy grave, que no puede o no quiere revelar. Los adulones del Presidente anunciaron prontos gestos de reciprocidad de parte de los militares. Llenos de soberbia y reencontrados una vez más con el poder, los militares no emitieron ninguno de los gestos prometidos a manera de compensación; apenas si el comodoro Waldner condenó los golpes de Estado -vaya novedad- y el brigadier Crespo dejó entrever la posibilidad de que 'merezca algunas dudas' el accionar 'antisubversivo'.
   Por eso son graves estas semanas: porque el poder pareciera haber cambiado de mano. No lo ejerce el Presidente; no al menos en su totalidad, y quizás Alfonsín sea reconocido en el futuro por su prudente aceptación de los límites de la realidad. Tampoco lo ejercemos nosotros, los supuestos legitimadores y consoladores del poder del Presidente: no estamos en la calle, no estamos en los medios... Cómo estaremos manejando los medios de comunicación, que un oligarca cualquiera se da el lujo de ordenarle al ministro del Interior que suspenda la emisión de un programa, y el ministro obedece.
   En cambio, del otro lado, sí se percibe la reasunción del poder. Sobre todo, la soberbia del poder: ¿cómo se explica, si no, el 'apriete' a Alfonsín para que la Corte interviniera en desmedro de la autoridad y la jerarquía de la Cámara Federal? ¿Cómo hay que interpretar los sucesivos ascensos de figuras militares intolerables para la ciudadanía, como el general Fichera, actual comandante del Tercer Cuerpo? ¿Cómo interpretar los vivas y la ovación para el hijo del general Camps? ¿Cómo interpretar el 'reportaje' de la revista 'Gente' al capitán Astiz, en el que se lo muestra como un indefenso militar de bajo sueldo, sabedor de que 'en cualquier esquina' le van á pegar un tiro? ¿Cómo interpretar la súbita resucitación del general Galtieri en 'Somos', su teoría pertinaz acerca de la guerra de Malvinas de 1982 y sus consejos sobre lo que tendría que hacer el gobierno democrático en una nueva confrontación con Gran Bretaña?
   Son semanas graves, con unos pocos episodios esperanzadores, como el triunfo de Ricardo Laferrière en Entre Ríos y la oposición de la Juventud Radical al proyecto de acortamiento de plazos para la justicia.
   Si alguien se conforma con eso...”

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