12.12.11

Política nacional

HACE 30 AÑOS DERROCABAN AL DICTADOR VIOLA
El viernes 11 de diciembre de 1981 finalmente el general Roberto Viola fue obligado a renunciar a la Presidencia de la Nación. Tras varias semanas de incertidumbre, culminaba así una crisis en el Proceso de Reorganización Nacional, y se abría la puerta para que un nuevo general, Leopoldo Fortunato Galtieri, gobernase la Argentina. La caótica situación, en fragmentos de La batalla final, nota de Alfredo Serra en la revista Somos, nº 273 del 11 de diciembre de 1981.






“Un hombre de la calle a un hombre de SOMOS: -¿Y? ¿Qué va a pasar?
Hombre de SOMOS: -No sé.
Hombre de la calle: -Hace cinco semanas que la revista trata a fondo el tema de la crisis. Algo debés saber.
Hombre de SOMOS: -Sí. Cinco semanas. Se escribieron veintidós mil palabras sobre el tema.
Hombre de la calle: -Entonces...

Hombre de SOMOS: -Entonces, eso: no sé nada.

   El diálogo es real. Sucedió el sábado a la mañana, en pleno centro. Casi a la misma hora en que, por primera vez desde que entró al Hospital Militar con casi 24 de presión, Roberto Eduardo Viola burló la orden médica de leer sólo historietas y noticias deportivas y se hundió durante tres horas en las decenas de páginas que los diarios y las revistas le dedicaron a la crisis. La noche anterior (viernes 4), después de una larga charla con sus médicos, decidió volver a la Casa Rosada. Y en lo posible, el lunes siguiente. Un rato antes de su discusión con los médicos, le había anunciado a su familia que no aceptaría la operación (el camino indicado por René Favaloro) y que prefería la media máquina. Sin embargo, al anochecer del domingo había dado un paso atrás. ¿Por qué?

Los contactos secretos

   Entre el sábado y el domingo llegaron a la quinta de Olivos los generales Llamil Reston, Santiago Luis Martella y José Vaquero, con una precisa misión: hacerlo desistir de su intento de volver a la Casa Rosada. Una misión que -aunque por diferentes razones- se impuso desde el principio de la enfermedad la mujer de Viola, temerosa de que ese retorno termine en un colapso fatal. Reston, Martella y Vaquero sabían que los amigos del presidente (su fiel guardia de hierro) avivaba empeñosamente el fuego del regreso. Por esa razón tuvieron que ser al mismo tiempo persuasivos, firmes y pacientes. Al parecer, Vaquero fue el que tuvo más éxito: cuando abandonó la quinta, Viola parecía haber entendido tres cosas. O quizá cuatro.
1) Tres generales en Olivos era algo más que una casualidad o que una cortesía. En todo caso, tenía una evidencia: ninguno de los tres había llegado hasta Olivos para preguntarle por su salud.
2) La ausencia de los comandantes en jefe (no lo visitaron ni en el Hospital Militar ni en el Güemes) bastaba para revelar que la fractura entre el presidente y la Junta era irremediable. En realidad, Galtieri lo visitó al volver de los Estados Unidos, pero cuatro días después y durante apenas unos minutos.
3) Su salud no era ya un problema médico. Era, total y absolutamente, un problema político.
4) Había perdido la batalla.

Los caminos cruzados

   El viernes 4, cuanto todavía Viola pensaba entrar en Balcarce 50 y reasumir la presidencia, se habrían reunido Galtieri y Jorge Isaac Anaya (comandante en jefe de la Armada). La reunión -pedida por Anaya- habría tenido un solo objetivo: definir la situación institucional. Fue, tal vez, el más hermético de los encuentros que signaron la crisis. Sin embargo, las filtraciones revelaron que Anaya habría tomado la iniciativa de reemplazar a Viola bajo el argumento de 'el presidente no está en condiciones físicas como para sostener el trabajo y la responsabilidad que exige su cargo'. Otra filtración indica que la Fuerza Aérea (a través de su nuevo comandante, el brigadier Basilio Lami Dozo) habría adherido a esa posición. Así planteadas las cosas ('y en salvaguardia de la legitimidad del Proceso', según una alta fuente), los tres comandos -pero en especial Ejército- empezaron a fijar líneas de acción (sic) para lograr el cambio. Todo indica que las tres fuerzas empezaron a trabajar sobre dos ideas-base:
a) conseguir la renuncia de Viola.
b) trazar un esquema de poder y de acción política del nuevo gobierno que encabezará Galtieri.
   El primer punto fue condicionado a una exigencia: la renuncia de Viola debía ser seca, breve, aducir exclusivamente razones de salud y evitar toda connotación política. Pero el correr de los días demostró que sería muy difícil aceitar ese riel: Viola libraría todavía una dura batalla por volver al cargo 'por el que trabajó largos años', según recordó un veterano político.
(…)
   Cerca de la medianoche del miércoles 9 (último plazo para el cierre de SOMOS), cuatro versiones -ya deslizadas a lo largo de la nota- golpeaban las veredas de la City:
a) Estaba decidido un segundo (y definitivo) encuentro Viola-Galtieri.
b) Viola reasumiría la presidencia durante la semana que empieza al lunes 14. Tal vez ese mismo día.
c) Viola renunciaría muy poco después, luego de haber aceptado su imposibilidad física y la necesidad política de un cambio profundo en la marcha del Proceso.
d) Galtieri asumiría la presidencia el sábado 19 o el lunes 21 de diciembre.”


Notas relacionadas:
4-10-1980: Hace 30 años Viola era designado presidente
29-3-1981: Hace 30 años asumía la Presidencia el general Viola
9-12-1985: A 25 años de la condena a las juntas militares
29-12-1990: Hace 20 años Menem indultaba a los comandantes del Proceso






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