A DIEZ AÑOS DE LOS ATAQUES A LAS TORRES GEMELAS
El 11 de septiembre de 2001 se produjeron los atentados terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono, sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, que causaron la muerte de miles de personas. Los ataques suicidas provocaron además graves consecuencias en la política internacional de los siguientes años. Las primeras estimaciones, en Relato desde Nueva York, testimonio de Tomás Eloy Martínez recogido por Marcos Mayer para la revista Trespuntos, nº 220 del 13 de septiembre de 2001.
“La información que dispuso la gente, incluso los habitantes de la isla de Manhattan, incluso los que viven más cerca de Wall Street, fue la misma que se pudo disponer a través de la tevé en Argentina o en cualquier lugar del mundo. Lo que ocurrió es que hubo elementos que no transmitió la televisión: el clima de paranoia que se vive en general en este país, donde por primera vez se siente la vulnerabilidad del imperio. Hubo rumores no confirmados de que, aparte de los cuatro aviones, habría habido otras cuatro aeronaves secuestradas más. Eso pudo ser verdadero o pudo ser parte del clima de paranoia. Que el rumor haya dicho que había cuatro aviones en el aire, provocó que cada pequeña población se haya sentido un eventual blanco de ataque.
Donde vivo hay un alto porcentaje de judíos: un 75 por ciento más o menos. Y se siente muchísimo esa amenaza. En las esquinas hubo gente discutiendo qué hacer, hacia dónde huir. Fueron como animales, presa de cazadores furtivos, que estuvieron esperando que la bala les llegara no se sabe de dónde.
También hay otra incertidumbre que la tevé no transmitió y que está siendo cada vez más fuerte entre la población: hasta ahora había una idea de la tercera guerra mundial convencional. La idea que tenían los comandantes de la dictadura sobre la conspiración comunista, la idea que tuvo Ronald Reagan del escudo antimisilísitico porque se esperaban ataques nucleares, ya no sirve.
Aquí hay un regreso a la forma más primitiva de agresión: el ataque producido por seres humanos aislados o de un grupo de seres humanos contra blancos indeterminados con fines todavía poco conocidos, y que van a ser correspondidos con represalias de una magnitud que todavía desconocemos. Nos van a poner, casi sin remedio, al borde de una situación de guerra grave.
Hay dos grandes sospechosos de esta situación. El máximo sospechoso de haber provocado esta catástrofe es Osama Bin Laden, que es un terrorista musulmán que tiene los recursos y gente como para armar una logística y una infraestructura, además del trabajo demente que requiere este tipo de operaciones concertadas.
A la vez, opera a favor de la hipótesis de Bin Laden el hecho de que con ocasión del ataque al World Trade Center en el año 93, él fijó blancos en los Estados Unidos y algunos de esos blancos son los que ahora han sufrido el ataque, el Pentágono y las Torres Gemelas en particular. Pero también había otros blancos: puentes, la Casa Blanca, el Departamento de Estado. Y no se sabe hasta qué punto los túneles de comunicación de Manhattan, con Jersey por un lado y con Queens por el otro, pueden haber estado minados y la gente puede no haberlo sabido.
Hay un país bajo ataque por una puerta no conocida, con una magnitud no conocida en la que el enemigo de los Estados Unidos parece estar dispuesto a todo.
El otro enemigo posible responsable del ataque -aunque me parece a mí mucho menos probable- son las organizaciones de extrema derecha de los Estados Unidos, que produjeron el atentado contra el edificio federal de Oklahoma. Pero no están tan organizados, actúan muy divididos y están muy infiltrados por los servicios de inteligencia.
Los servicios de inteligencia están recibiendo todas las acusaciones por negligencia. Cómo se les escapó este tipo de amenazas. La derecha americana, gente como los Timothy McVeigh o los Nichols o el Unabomber, no están técnicamente tan organizados como para producir atentados de este envergadura.”
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