7.7.11

Sociedad

A 10 AÑOS DE LA MUERTE DEL OBISPO NOVAK
El 9 de julio de 2001 falleció Jorge Novak, obispo de Quilmes (provincia de Buenos Aires). Cofundador del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), fue uno de los pocos prelados de la Iglesia Católica argentina que denunció las violaciones a los Derechos Humanos cometidas en la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional. Lo recordamos con fragmentos de Si no hay justicia no hay paz, entrevista de Diego Giudice publicada en la revista Acción, nº 447 de abril de 1985.





   “Junto con la apertura democrática en 1982, comenzó en ciertos sectores de la sociedad un debate, que se refleja en algunos medios de comunicación, sobre el papel de la iglesia durante la dictadura. Hay quienes afirman que la iglesia no estuvo a la altura de las circustancias, y otros que su accionar fue el único posible. ¿Cuál es su opinión?
   -Hay que distinguir un poco entre el magisterio y el ministerio, entre el decir y el hacer. En materia de hablar, se ha tocado suficientemente el tema de la represión inmoral por parte de un poder que se había instalado en el Estado, aunque no se le dio un desarrollo exhaustivo. Lo que no fue suficiente, a nivel de conjunto de la Iglesia, es la acción consecuente de esas palabras que se pronunciaron.
   Por otra parte, en los documentos emitidos faltaba una impronta más profética, señalando más concretamente a los destinatarios de un magisterio que apuntaba a una situación bien concreta. El peligro es que el aludido no se dé por aludido, o que incluso se manifieste de acuerdo con lo que se dice. La palabra debe ser clara, profética, señalando sin ambigüedades que no se habla filosóficamente, sino de un sistema muy concreto.
   En la práctica, la eficacia de un servicio casi individual o de pequeños grupos, tuvo menos posibilidad de lograr sus objetivos debido a las características del momento: falta de libertad de prensa, etc., lo cual contribuyó a crear una imagen de respuesta insuficiente.
   -¿Y en cuánto a la solidaridad con las víctimas de la represión?
   -Había situaciones muy necesitadas de respuestas, y en esto la acción fue insuficiente. Los siniestrados por la violencia estaban desamparados legal, asistencial y hasta espiritualmente. Había que dar apoyo legal, aun con las inhibiciones con que se manejaba la Justicia, con sus posibilidades de acción recortadas y con abogados que corrían peligro en sus propias vidas. En esta situación de desprotección, en otros países la Iglesia pasa a cubrir un papel de amparo, es un lugar de refugio no sólo para los siniestrados por la violencia, sino también para aquellos que quieren aproximarse a ellos. La cobertura moral que podíamos brindar era muy grande y el que no haya sido ni remotamente suficiente demuestra que el desamparo fue notorio. En cuenta a la ayuda material que precisaban los presos políticos o los familiares de desaparecidos, que muchas veces no tenían medios de subsistencia, no se han hecho campañas de ayuda. Estamos prontos a ayudar a los siniestrados por terremotos o inundaciones, pero esto no se ha hecho con las víctimas de una represión que alcanzó ribetes trágicos.
   Es allí donde la acción no siempre se correspondía con la palabra magisterial. Yo no puedo hacer un balance completo, porque sólo Dios sabe quiénes ayudaron humildemente y en silencio, pero hablo de un fenómeno generalizado, de una sociedad inhibida por la propaganda de los medios masivos de comunicación, que entendía que en el desaparecido había un subversivo, que por lo tanto no tenía derecho a un mínimo de trato humano.
(…)
   -¿Por qué apoyó usted públicamente la Teología de la Liberación?
   -Es normal que la apoye. Lo invito a dar los siguientes pasos mentales: primero: hay una situación de opresión en el mundo, masas en extrema dependencia y nosotros, como país, en dependencia de los grandes imperios. El segundo paso es el compromiso por la liberación: hay que quebrar las cadenas de los que están maniatados. Tercero: es lógico que se reflexione sobre esto, que se juzgue la realidad a la luz de la palabra de Dios, ver las cosas desde el punto de vista de Dios, que creó las cosas para todos, para que todos tengan lo suficiente, que el que tenga la propiedad privada sepa que no es dueño absoluto, porque el único dueño absoluto es Dios. Estos son valores que están en la Biblia. Este cúmulo de aspectos y criterios, la teología debe desarrollarlos. No hay otra alternativa que la Teología de la liberación: es motivar profundamente la acción de la Iglesia, porque hay que ver la realidad, al pobre, y también a la red que lo envuelve sofistacada, planificadamente, porque en los niveles internacionales la dependencia, la opresión, está muy bien planificada. Y sí como esos factores de poder egoísta están lucubrando cómo mantener en la dependencia a países enteros, nuestra pastoral debe proyectarse con visión de futuro para alcanzar las metas de liberación. La Iglesia no puede estar pasiva ante el enorme esfuerzo de liberación en que están ocupados continentes enteros.
   -La Iglesia siempre habla de la necesidad de una reconciliación en la Argentina. ¿Qué entiende usted por reconciliación?
   -La reconciliación apunta a un resultado en los corazones, en que se logra la paz luego de un estado de ansiedad. La reconciliación se basa en la justicia y el amor. No es dejar cosas sin aclarar. Es un diálogo profundo.
   -¿Es decir que hasta tanto no se aclaren las violaciones a los derechos humanos y otra serie de cosas la reconciliación no es posible?
   -Exactamente, hay que agotar el esfuerzo en esclarecer. Han pasado cosas sumamente graves en nuestra patria, se ha abusado de la dignidad del hombre en forma irritante, y la sociedad necesita ver que se hace justicia. A veces, en forma muy intencionada, se quiere mostrar a la justicia como revanchismo. Llama la atención que quienes han hecho juicios sumarios, donde los presuntos culpables no tenían derecho a un abogado, hoy quieren una justicia a su modo, en forma de amnistía.”


Padre Obispo Jorge Novak svd, Amigo de los pobres, profeta de la esperanza



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