HACE 30 AÑOS LIBERABAN A ISABEL PERÓN
El 6 de julio de 1981 la Justicia dispuso la libertad de la ex presidenta María Estela Martínez de Perón, detenida desde su derrocamiento el 24 de marzo de 1976. Tras su liberación viajó a España donde continúa viviendo alejada de la vida política. Crónica de su libertad y especulaciones sobre su actividad partidaria, en fragmentos de ¿Todo sigue igual?, nota de Juan Carlos Araujo y Alfredo Serra en la revista Somos, nº 251 del 10 de julio de 1981.
“La escena en San Vicente, a 40 metros de la entrada de la quinta 17 de Octubre. Es el martes 7 de julio a la una y diez de la madrugada. Las cincuenta personas que esperan más allá de las vallas de la custodia están de sobremesa. Languidecen las tres improvisadas parrillas que dieron forma al asado popular con que ahí nomás, junto al camino, festejaron la liberación de la señora. Unos veinte periodistas quedaron de guardia. Desde hace diez horas y media Isabel Martínez de Perón goza de los beneficios de la excarcelación. Las luces de la quinta también empiezan a languidecer. Muy pocos pudieron verla. El Ford Falcon rojo que lleva al doctor Manuel Arauz Castex cruza el portón e intenta irse. Varios peronistas lo paran. Le preguntan por la señora. También lo increpan. Visiblemente nervioso, el triunviro se para sobre el filo de la puerta del auto y les habla.
-Hay que cuidarse de los falsos peronistas que se infiltran para perjudicar. Hay que cuidarse de los bichos colorados...
-Déjese de embrojar, doctor, y díganos cómo está la señora...
-Después de cinco años de vejámenes y sufrimientos la señora tiene que entenderlo...
Mientras apagaba su flamante y diminuto grabador, un veterano periodista le comentó por lo bajo a un colega:
-Esta escenita me parece calcada de muchas que vi hace nueve años en la calle Gaspar Campos...
La mañana del lunes Tribunales era un hervidero desde que la Cámara de Apelaciones confirmó la condena del juez Norberto Giletta (Cruzada y Precruzada) pero redujo la pena de ocho a siete años empezó a caminar la versión de que el juez Pedro Carlos Narvaiz daría muy pronto el último fallo sobre la ex presidenta. Pero, para muchos, los plazos se acortaron.
El juez federal Narvaiz (casado, 41 años, un hombre que practica boxeo y que en pocos días más recorrerá Europa con su familia en una casa rodante), consciente de que le correspondía terminar un proceso judicial que llevó 1.929 días, desapareció el jueves y viernes pasado de su despacho en Tribunales. Según parece usó esos días y todo el week end para redactar la sentencia que ya tenía inquietos a muchos sectores del peronismo. El domingo por la noche se reunió con el secretario general del Ejército, general Alfredo Saint Jean, para coordinar el operativo de seguridad. Ya estaba claro que el juez había decidido condenar a la viuda de Perón a un año y seis meses de prisión por el abuso de autoridad por pasarla la casa de Moreno 711 al partido Justicialista cuando en realidad pertenecía al Estado. En el mismo fallo Narvaiz unificó la pena con los siete años que dispuso la Cámara de Apelaciones, con lo que se hizo un paquete de siete años y once meses. Con ese fallo, Isabel Perón, que ya había cumplido los dos tercios de la condena (5 años, 3 meses y 13 días) podía pedir su excarcelación.
(…)
Las grandes dudas
Esos silencios, esas evasivas preocupan. En un país como la Argentina, donde no hay demasiados ejemplos de medidas severas contra jefes de Estado, el caso Isabel (largo, intrincado) debería servir realmente como espejo para que los hombres que en adelante manejen la cosa pública mediten seriamente sobre lo que ya no es posible hacer impunemente. Sin embargo, la libertad de la viuda de Perón parece actuar como acelerador de encuentros, alianzas y convocatorias que arrastran un inequívoco eco: La Hora del Pueblo, el Gran Acuerdo Nacional, las aproximaciones entre el peronismo y el frondicismo, los diálogos entre (el radical Ricardo) Balbín y (el peronista Deolindo) Bittel y -en general- matrimonios a priori imposibles entre hombres y tendencias de inspiración democrática y hombres y tendencias que están en las antípodas de la democracia. Sobre eso, ya sobre el cierre de esta edición, reflexionó un veterano hombre de Cancillería frente a un cronista de Somos: 'No hay caso. Leo los diarios y siempre desemboco en la misma pregunta. ¿Será posible que la Argentina parezca condenada a la repetición de sus mismos errores?”.
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