HACE 30 AÑOS ISRAEL DESTRUÍA LA PLANTA NUCLEAR DE SADDAM HUSSEIN
El domingo 7 de junio de 1981 aviones israelíes bombardearon la central nuclear que estaba construyendo el gobierno de Saddam Hussein. El temor a que Irak pudiese fabricar armas atómicas motivó la Operación Babilonia, un ataque preventivo sobre territorio enemigo. La crónica del raid, en fragmentos de La bomba de tiempo, nota de Manrique Salvarrey en la revista Somos, nº248 del 19 de junio de 1981.
“Era domingo y el sol caía a pleno sobre Jerusalem. Menahem Begin estaba en su casa de la avenida Peretz Smolenskia cuando llamó a su secretario y le dio una orden breve: 'Que todos los ministros vengan aquí a las cinco en punto'. El funcionario inició de inmediato la recorrida telefónica pero no pudo dar a los hombres del gabinete ninguna razón para tan repentina invitación. Los ministros aguardaron diez minutos en la biblioteca de la casa del primer ministro hasta que Begin salió de su estudio privado, y casi con solemnidad formuló el anuncio: 'Dentro de treinta minutos 8 aviones F-16 y 6 F-15 destruirán el reactor nuclear de Osirak, en las afueras de Bagdad'. En medio de la sorpresa, el 7 de junio empezó una nueva etapa en Medio Oriente.
La misión defensiva recibió el nombre de Operación Babilonia y según fuentes israelíes fue organizada en octubre último por Begin, con la asistencia técnica de los generales David Ivri (comandante de la fuerza aérea) y Yehoshua Saguy (jefe de los servicios de inteligencia). Treinta pilotos calificados como brillantes en los archivos oficiales fueron escogidos especialmente por su capacidad técnica, sus antecedentes y, más que nada, su probada sobriedad en las más difíciles tareas secretas. El comandante del grupo fue un coronel no identificado que realizó misiones similares en las tres últimas guerras contra los países árabes. Cuando los pilotos fueron informados de su misión, se les dijo que Begin había definido a ésta como una misión sagrada: un raid que provocaría un retroceso serio en las ambiciones nucleares de uno de los más implacables enemigos del Estado de Israel, el presidente de Irak Saddam Hussein.
(…)
Para Begin el atentado se cumplió en el momento exacto. ¿Y para Israel? Ninguno de sus principales aliados recibió de buen grado la noticia del raid. El presidente de Egipto, Anuar Sadat, que sólo dos días antes se había entrevistado con Begin en medio de las más duras críticas del resto de los países árabes (la reunión se hizo en el territorio ocupado de Sharm el Sheik), la incursión 'puede poner el peligro el proceso de paz que se abrió en 1975 y culminó con la firma de los tratados de Camp David'. El flamante presidente francés François Mitterrand, que ya se encontraba en un brete (sus simpatías están decididamente volcadas en favor de Israel pero su antecesor Valéry Giscard d'Estaing firmó acuerdos que también compromete a su administración en la provisión de tecnología nuclear a Irak) debió declarar a desgano que estaba perplejo por el operativo israelí. En la Casa Blanca, Ronald Reagan debió convocar de urgencia a sus asesores.
Irónicamente, el ataque a Osirak podría acabar con los esfuerzos de Reagan para negociar con otras naciones en el tema nuclear. Y esas naciones también podrían verse tentadas de usar la fuerza de la misma forma que lo hizo Israel ahora. Allegados a la Casa Blanca dijeron a la revista Newsweek que 'el operativo israelí fue un verdadero shock para el presidente'. En sólo dos minutos de vuelo sobre Bagdad (…) echaron a perder la estrategia trazada frente a la Unión Soviética para impedirle su reingreso a Medio Oriente. Todo se profundizó hasta tocar fondo en el más viejo dilema norteamericano: cómo garantizar la seguridad israelí, y simultáneamente la de los países árabes, cuando Washington actúa como un mediador parcial en la conflictiva región.
(…)
Pero una más lejana cuestión estratégica y moral acecha tras el golpe de Begin: ¿qué podría pasar si otros países optasen por seguir el ejemplo israelí? La Unión Soviética mira con recelo las instalaciones nucleares que China tiene en Lop Nor. Cualquiera de los innumerables enemigos del gobierno blanco de África del Sur podría intentar un ataque contra el reactor de Pendilaba. La India podría planear la destrucción de las plantas nucleares secretas de Pakistán en Kahuta. Y todos podrían emplear el mismo argumento de la acción defensiva por Begin.
(…)
La incursión israelí en Irak rompió con muchos esquemas. Ahora se sabe que todo lo que se pude hacer, aunque no se daba, entra en los cálculos de un enemigo real o potencial. Y los más fríos en sus cálculos piensan que el ejemplo de Begin no sólo pude llamar a la emulación a otros líderes necesitados de apoyo interno con fines electorales o no, sino a un acrecentamiento de la demanda mundial de elementos nucleares. La amenaza de proliferación está vigente, quizás más vigente que nunca. En Osirak quedó probado que el tratado sobre control y salvaguardia falló para prevenir a Irak de que Israel consideraba su caso como una amenaza. Y si el club nuclear sigue creciendo, uno de los problemas más ásperos de la década del 80 bien puede ser el de cómo frenar la posibilidad de que en el futuro cualquiera, en cualquier lugar, construya la bomba con recursos propios.”
Israeli Air Force Attack the nuclear reactor in Iraq
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