A 25 AÑOS DE LA MUERTE DE JORGE LUIS BORGES
El 14 de junio de 1986 murió en Suiza Jorge Luis Borges. Tal vez el mayor escritor argentino de la historia, su obra es fundamental en la literatura nacional. Lo recordamos al cumplirse un nuevo aniversario de su fallecimiento con fragmentos de Borges, el protagonista solitario, nota publicada en la revista Mercado del 3 de agosto de 1978.
“-¿Por qué, piensa en la muerte Borges?
-Cuando mi madre cumplió noventa y ocho años me dijo: 'se me fue la mano'. Y yo ahora, el veinticuatro, estoy por cumplir setenta y nueve y creo que también se me fue la mano. Pero no tengo temor a la muerte, ya he vivido. La gente tiene temor a esa palabra porque cree que si uno muere va a ser castigado o premiado en el más allá. Yo creo en lo absoluto de la muerte, sé que moriré enteramente en cuerpo y alma. Es raro, es en lo único absoluto en que creo. Heráclito el solitario, el oscuro, tiene una cita: 'El camino ascendente y descendente es el mismo'. ¿Es hermosa, verdad?
-Es un hermoso refugio, después de todo. Usted que suele refugiarse en los recuerdos, Borges, ¿qué significan para usted? El tiempo, la acumulación de emociones, de hechos, lo que se va.
-Pensaba en eso los otros días. En un poema que podría llamarse 'El forastero'. Por el solo hecho de que voy a cumplir setenta y nueve años y vivir en Buenos Aires, yo ya soy un forastero. Porque yo nací en otra ciudad del mismo nombre pero ya no soy aquél y la ciudad es otra. Yo vivo entre edificios y gente que desconozco y ahora que estoy diciéndole esto a usted siento que quizás pueda hacer ese poema, ¿no cree? (Borges espera mi asentimiento, hace una larga pausa como si quisiera dictarlo allí mismo pero ha debido contenerse).
Una amiga mía me dijo el otro día que yo usaba un lenguaje arcaico, claro, como yo estoy todo el día hablando y conversando con Leonor, uso las palabras de hace medio siglo. Percibo las diferencias con el idioma que hablan ahora los argentinos. Y también las diferencias con otras cosas: creo que no reconocería actualmente el jardín de plantas, el botánico, porque lo que recuerdo yo es una quinta. Y si sigo caminando, sin proponérmelo, tropezaría con el arroyo Maldonado, aunque sé que ha sido entubado, pero no importa, mi memoria visual evoca el arroyo, las casas bajas, el tranvía tal vez. También me pasa con la cara de mis amigos, que me gustaría saber cómo son. Pero tampoco sé qué cara me saluda en el espejo. Yo no sé que cara tengo ahora, vivo imaginándome cómo era antes. Mariana Grondona me dijo: '¡qué suerte tenemos tus amigas que nos ves como éramos hace veinte años!'. ¿Quién sabe no? A lo mejor han mejorado. Sé que he ido borrando los recuerdos penosos, desagradables, he decretado una suerte de abolición de malos recuerdos. Además todo hombre que va envejeciendo se va alejando del presente, deja de entenderlo y ni siquiera le interesa.
(…)
-Las doce y llueve bastante, Borges. Estoy leyendo a Joseph Conrad, 'Lord Jim', siguiendo su viejo consejo. Él ha perdurado y también sus admirados Shakespeare, Cervantes, Shopenhauer, Spencer. ¿Cómo imagina que lo recordarán a usted, a su obra?
-Bueno, ellos eran grandes y merecen ser recordados pero sé que no va a quedar nada de mis libros dentro de cincuenta, setenta años. Le digo la vedad, será una suerte que nadie se acuerde de mí. Yo guardo la esperanza de no estar incluido en ninguna historia de la literatura porque no creo en ellas y sé que no sirven para nada. Son puras confusiones que se difunden con tanta rapidez por culpa de los periódicos y la radio. La gente la escucha y dice: tal cosa es vedad porque lo dijo la radio. Y no es ninguna verdad. ¿Quién es la radio? Chesterton decía: 'Antes estaban los Evangelios y ahora están los medios pero no hay nada que decir'.
-De todas maneras, Borges, hay una obstinación en la gente. Pretenden hacerlo célebre. Y también quieren saber de usted no sólo en su obra sino por sus declaraciones.
-¡No tengo la culpa de eso! En mis cuentos yo he luchado para no delatar mis opiniones personales y creo que lo he logrado. Sería difícil, a cualquier lector, pretender conocer mis opiniones a través de mis cuentos. ¿No lo cree usted? Sé que mi literatura ha permanecido, en ese sentido, incontaminada. No se notan las opiniones del hombre, no hay indicios evidentes por lo menos. Además, siempre uno se contradice cuando opina, pero no cuando escribe sus sueños. Oscar Wilde, que tuvo una vida tan desgraciada, dejó sin embargo frases muy felices”.
Borges recita El general Quiroga va en coche al muere
Entrevista de la Televisión Española (TVE)
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