MARADONA ES DETENIDO POR TENENCIA DE DROGAS
El 26 de abril de 1991 Diego Maradona fue detenido por tenencia de cocaína. Había sido sorprendido junto a otras dos personas en un allanamiento realizado por la Policía Federal en un departamento ubicado en la calle Franklin, del barrio porteño de Caballito. La crónica de los hechos, publicada por la revista Gente nº 1345 del 2 de mayo de 1991.
“La escenografía acompañó la tristeza de la situación. Un departamento cualquiera del barrio de Caballito: comedor amplio y dormitorio; los ventanales que dan a la calle Rojas, entornados. En el comedor, un sofá-cama de caña, abierto como para dos personas. Allí, Germán Enrique Pérez (27) y Ricardo Ayala (a) Soldadito, Soldi (31), descansaban. Uno intentó arrojar la bolsita de menos de 50 gramos de cocaína por la ventana. El otro no tuvo más remedio que abrir la puerta cuando los policías se identificaron. En la cama de dos plazas de la habitación dormía -profundamente- Diego Armando Maradona: completaban la escena una mesita de luz y una cómoda también de caña, las ventanas cerradas y la luz apagada. Diego solo, arropado con una frazada y vestido sólo con un slip deportivo. Sobre la silla, su ropa: un vaquero celeste, un par de zapatillas abotinadas negras marca Reebok y una camisa estampada.
Les costó despertarlo. Los seis policías revisaban cada rincón de la casa buscando cocaína. Ya incorporados -y un poco más despabilados-, Pérez y Ayala se refugiaron silenciosamente en una esquina del comedor. Unos veinte minutos después de las 15.30. Diego -ayudado por el comisario Jorge Chiossone y otro hombre de la División Investigaciones Patrimoniales del Narcotráfico- fue trasladado al comedor. Allí quedó sentado en una silla, su cuerpo seguía cubierto con la misma frazada. Pero no dejaba de temblar de frío, como si estuviera convulsionado. Sólo miraba lo que pasaba a su alrededor. Tratando de entender. De pronto, descubrió a sus dos amigos y preguntó:
-¿Y Claudia? ¿Dónde está Claudia? El mismo se encargó de responder.
-No... si Claudia está en casa. Esta no es mi casa.
Bajó la cabeza, sus ojos miraron un punto fijo. Alguien trajo la ropa de Diego y lo ayudaron a vestirse. Seguía con frío. Los policías le colocaron su propios suéter.
Viéndolo más repuesto, uno de los comisarios a cargo del allanamiento -gestionado concretamente ante la jueza Amelia Lidia Berraz de Vidal una hora antes de ingresar al modesto domicilio de dos pisos de Franklin 896, de color gris y balcones colorados- habló como si el hallazgo de Maradona fuera una sorpresa:
-Pero, Diego, mirá cómo estás... No puede ser, ¡Cómo puede ser que te encontremos así! Si sos un ejemplo para todos los chicos. Vos tenés que ser un ejemplo...
-¿Ejemplo de qué? Paren, loco... Ustedes dicen que soy un ejemplo. ¡Córtenla! Ejemplos son los tipos inteligentes, que saben. No un burro con sexto grado.
-Pero sos un tipo querido por la gente, la gente te admira... -insistió el oficial, sensibilizado.
-La fama es puro cuento... -terminó de decir Diego a duras penas, arrastrando las palabras, como si se trabara la lengua. Y pareció volver a volar. De los tres, era el que peor estaba.
(...)
´Esperábamos a un pez gordo pero no a Maradona... Está bien, no nos crean. pero el mayor sorprendido fui yo, cuando lo vi a Diego tirado en la cama matrimonial. Lo destapé y estaba encogido como un feto, tiraba y quería seguir durmiendo. No recibimos órdenes de la DEA, no tuvimos informes semanales de la policía italiana, no hicimos seguimientos especiales, salvo la vigilancia del departamento... Aquí hay una gran desproporción entre la droga secuestrada y la personalidad del inculpado. Si no hubiera estado Maradona, esto sería un procedimiento de cuarta´. Entre misterioso e inocente, uno de los comisarios que participó del allanamiento rescató el siguiente diálogo con el crack.
-Diego, vamos a salir ¿Querés taparte?
-No, no me tapés. Total, ya está... Es así.
(...)
...Casi imposible imaginar que el domicilio fue allanado a raíz de una simple denuncia anónima sobre movimientos extraños. Efectivamente, aunque las fuentes policiales se nieguen a reconocerlo, el departamento y Maradona eran investigados. Es más: su presencia fue detectada por lo menos dos veces antes del viernes 26, luego de su apresurado regreso a la Argentina el 2 de abril.
Siempre hay un antes y un después en la vida de cada hombre, deducen los que saben. Aunque Diego tenga todo el derecho de vivir y morir como quería, no habría que olvidar que más de una vez le dijo a su hermano Hugo la misma frase que le escucharon decir sorprendidos los policías la aciaga tarde del viernes 26: ´Y a ver, por qué, ¿por qué tengo que ser un ejemplo?, ¿por qué justamente yo?´ La obsesión lo colocó al borde de la autodestrucción."
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