A 30 AÑOS DE LA MUERTE DE JOHN LENNON
El 8 de diciembre de 1980 el músico británico John Lennon fue asesinado en la ciudad de Nueva York. Fundador y líder de Los Beatles, desde la separación del grupo en 1970 se había radicado en los Estados Unidos donde continuó su carrera solista. Fragmentos de El asesinato de John Lennon, nota de Florencia Braguinsky en la revista Somos, nº 221 del 12 de diciembre de 1980.
“'Díganme que no es cierto, díganme que está bien', suplicaba desesperadamente Yoko Ono en el patrullero que la llevaba junto a su marido al Roosevelt Hospital. Eran las 11.15 de la noche. John acababa de ser baleado en la puerta de su casa. En la sala de emergencias los médicos trataron de salvarle la vida con una transfusión de sangre: última posibilidad. Stephen Lynn, director del equipo de emergencia, salió al pasillo y dijo, con lágrimas en los ojos, que John Lennon había muerto. Todo fue tan increíble, tan absurdo, que millones de personas esperan todavía que alguien lo despierte de esa pesadilla, mientras la BBC de Londres, las radios neoyorkinas y las de su Liverpool natal dedican programas especiales in memoriam del músico.
A las 10.30 de la noche del 8 de diciembre, John y su mujer se despidieron de Jack Douglas, -el productor de su último disco- con quien habían conversado en Record Plant, un estudio de grabación de la calle 44. Lennon le dijo que se iban para su casa y, a las 10.45, bajaban de su limousine en la puerta del Edificio Dakota, en la calle 72 Oeste, uno de los edificios más famosos de Nueva York, donde el matrimonio Lennon tiene seis departamentos, dieron unos pasos hasta cruzar la puerta exterior y entrar en el patio central, cuando escucharon una voz que, desde la vereda, gritó ¡Hey, John! Acostumbrado a los fans que siempre lo esperan en la puerta, Lennon se dio vuelta para contestar el saludo. Entonces recibió una ráfaga de tiros: tres en el pecho, dos en el brazo y dos en la espalda. Yoko se lanzó encima de su marido y gritó: ¡Ayúdenme! El asombrado portero miró al asesino y le preguntó '¿Usted se da cuenta de lo que acaba de hacer?' El hombre contestó tranquilamente: 'le disparé a John Lennon'.
Unos minutos después llegó un patrullero de la policía. Dos agentes bajaron e intentaron primeros auxilios, pero la sangre era demasiada. Decidieron que no podían esperar un segundo más antes de llevarlo al hospital. Uno de los agentes, mientras acomodaba a Lennon en el asiento trasero, le preguntó: ¿sabe quién es? El cantante contestó con un gesto afirmativo, y ese fue su último destello de conciencia: murió en el trayecto de las trece cuadras que separan al Dakota del Roosevelt Hospital.
El asesino, que no ofreció resistencia, ya había sido identificado: Mark David Chapman, de 25 años, llevaba un pantalón marrón, camisa blanca y un par de anteojos. El portero del Dakota dijo que lo vio por los alrededores en los últimos días, y que incluso esa misma mañana le había pedido un autógrafo a su víctima. Chapman estaba de paso en Nueva York: vivía en Hawaii y había nacido en Texas. Trabajaba como guardia de seguridad en un hospital de Honolulu y alquilaba con su mujer un modesto departamento de 400 dólares mensuales. En Nueva York se alojó en el Sheraton Center, y la noche del 8 de diciembre esperó cerca de la entrada del Dakota. Hojeaba las páginas de El cazador oculto -una novela de John D. Salinger, que cuenta la historia de un chico solitario que recorre Nueva York después de ser expulsado del colegio-. Media hora después del asesinato, la gente se arremolinaba en el lugar y espontáneamente cantaba Demos una oportunidad a la paz, un tema que John Lennon escribió en 1970. El sentimiento general era de asombro, de horror: todos se resistían a aceptar los hechos, y alguien comparó el asesinato de John Lennon con el de Kennedy: fue John Schik, teniente de la policía neoyorquina.
(…)
Lennon fue mucho más que un pelilargo. Con él, la música popular ya no volvió a ser igual: tuvo cientos de imitadores, y la grandeza de reconocer el talento de los que venían detrás. Con apenas 40 años, John Lennon había sobrevivido a sí mismo y al mito Beatle definitivamente enterrado empezaba a recorrer otra vez un camino que inició con una guitarra de cinco libras esterlinas, cuando las balas de un loco lo metieron en la historia.”
La noticia en la BBC
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