6.12.10

Boxeo

A 40 AÑOS DEL COMBATE ALÍ-BONAVENA
El 7 de diciembre de 1970 Oscar Ringo Bonavena peleó con el campeón Muhammad Alí por el título mundial de los pesados. Si bien el boxeador argentino perdió por nocaut en el último round, realizó un gran combate y desmintió al estadounidense que había pronosticado una victoria por la vía rápida en la novena vuelta. Fragmentos de Así cae un hombre, nota de Carlos Marcelo Thiery, en El Gráfico nº 2670 del 8 de diciembre de 1970.




   “Terminó el noveno round y el Madison Square Garden se venía abajo con las cascadas de gritos que los admiradores de Bonavena dejaban caer sobre el ring. '¡Dale Ringo!, ¡Dale Ringo!'... '¡Argentina! ¡Argentina!'. La profecía de Clay no se había cumplido. El noveno round había pasado, y el boxeo dejó a salvo uno de sus principios fundamentales: se pelea con los puños y no con la boca. Pero al mismo tiempo otras leyendas de la mitología que se creó en torno de esta pelea quedaron canceladas. Ni Bonavena fue una presa fácil para Muhammad, ni el invicto, a lo largo de treinta peleas pudo trabajar con tanta comodidad como frente a Jerry Quarry.
(…)
   Bonavena cayó porque salió a jugarse en el último round. Justamente él, que tiene fama de desobediente, siguió al pie de la letra durante catorce rounds las instrucciones de Clancy, y dejó de hacer lo que su manager norteamericano llamó en un momento 'nuestro gran negocio'. Ringo sabía que su búsqueda con golpes por afuera no le habían dado ventajas y que si la pelea llegaba al término reglamentario, muy difícilmente pudiera llegar a ser el ganador. Entonces salió a enfrentar frontalmente a Alí, y allí abrió las puertas a los tres golpes que lo pusieron otras tantas veces en el piso. De todo esto, a Clay le quedará una victoria más anotada en su record, pero al mismo tiempo la amarga certeza de que ganó esta pelea porque esperó durante cuarenta minutos de lucha que se equivocara su rival sin hallar un camino persistente para entrar en la guardia de Bonavena.
   Así, como cayó Ringo, caen los hombres que no saben especular. Los que necesitan tomar la iniciativa. Y los que saben justificar su responsabilidad. Sus ganchos abiertos habían ido metódicamente anulados por Alí, ya sea con muy buenas palancas o con desplazamientos que el argentino no pudo ni intentó seguir. De cualquier manera, a mitad de la pelea, Clay ya se había dado cuenta de que no la iba a ganar haciendo su trabajo de showman, y más bien se dedicó a cuidar el aire que a tratar de cumplir su predicción. Por lo pronto ya no hablaba ni señalaba ampulosamente al referí las presuntas infracciones de Bonavena, moviéndose sobre la lona como sorprendido de encontrar un rival tan fuente.
   Bonavena no tuvo miedo de tomar la iniciativa, aun cuando Clay intentó sobrarlo con su clásica posición de tiempista y con su guardia momentánemente baja. Esa también fue una honorable manera de jugarse, porque la tremenda velocidad de Clay lograba colar algunos golpes cuando Oscar, en su ataque desenfrenado, desarmaba momentáneamente la guardia. Clancy no dejó de repetir durante la pelea: 'No te dejes golpear Oscar, no te dejes golpear'. Y Ringo fue obediente discípulo hasta el anteúltimo round cuando decidió, prácticamente por su cuenta, que no le bastaba con la satisfacción de perder por puntos. Allí intentó mucho más que en ese inolvidable noveno round. Cuando dos o tres cruces suicidas lo pusieron a tanta distancia de la gloria como de un nocaut que hubiera sido prematuro. Parecía una locomotora arremetiendo contra Clay, y desgraciadamente el desaliño de sus manos levantadas dejó penetrar tres manos netas de Muhammad que provocaron otras tantas caídas que decretaron el primer fuera de combate en toda su carrera.
   Aún así, Oscar Natalio Bonavena no olvidará que subió al ring abucheado y que bajó aplaudido y ovacionado por los ringsiders que habían visto en él al vengador de todos los humillados por los puños y discurso de Clay. Cuando Ringo levantó las manos hacia el grupo de doscientos argentinos que coreaban su nombre en la platea alta, como diciéndoles: 'Discúlpenme, muchachos, hice todo lo que pude', sus oídos recibieron el reconocimiento inesperado de todo el estadio, comprendidos quienes habían pagado cifras siderales para verlo perder en uno o dos rounds. Se recuperó en seguida. Se abrazó a todos sus amigos y borró todos los entredichos anteriores cuando fue a saludar a Alí, confirmando la hombría demostrada pocos minutos antes.”



Últimos tres rounds de la pelea Alí-Bonavena






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