El 3 de diciembre de 1995 el ingeniero Mauricio Macri ganó las elecciones y fue elegido presidente del club Boca Juniors. El análisis de su triunfo en fragmentos de El juego del poder, nota de Ariel Scher y Pablo Chiappetta en la revista Noticias, nº 989 del 10 de diciembre de 1995.
“Casi como siempre, el fútbol acaba de dibujar una radiografía de la Argentina. Esta, la más nueva, tiene un primer trazo en los bigotes finos de Mauricio Macri (36), acaso el prototipo nacional más evidente de qué significa ser exitoso en estos días de la historia: un hombre joven, elegante y acaudalado que acaba de llegar a la presidencia de Boca nada menos que por el voto de la gente, un personaje emblemático del modelo socioeconómico que signa la época, alguien que, como pocos, expresa que se necesita tener para vencer en los años finales del siglo veinte.
Pero las elecciones de Boca en las que Macri superó por veinte puntos a la fórmula oficialista de Antonio Alegre (72) y Carlos Heller (55) no explican la Argentina sólo por el perfil personal del vencedor. El sociólogo Manuel Mora y Araujo (47), quien vaticinó en las encuestas el resultado de los comicios, asegura: ‘Macri sumó el voto de los que están más abajo en la escala social. Los que más lo votaron fueron los jóvenes, las mujeres y la gente de la popular’. Un relevamiento informal efectuado por Noticias entre las personas que sufragaron por Macri da cuenta de algunas de las motivaciones del voto: ‘Tiene plata’, ‘con Alegre salimos campeones una sola vez’, ‘es joven’, ‘me convencí viéndolo por la televisión’. Es así: ganó el dueño de la plata, ganó el que se opuso a los que no ganan, ganó la estética personal, ganó al que impusieron los medios (la presencia de Macri en la prensa fue arrolladora en la semana previa a los comicios y el oficialismo saliente denunció que parte de esa prensa estuvo comprada). Ganó el candidato que más se ajusta al tipo de conciencia colectiva que hoy caracteriza a la Argentina. No es responsabilidad de Macri que la sociedad funcione así, aunque él es personero de los victoriosos de este tiempo. Por eso los votos.
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No por azar, tanto el menemismo como parte del empresariado sintieron que le éxito de Macri, en algún sentido, les es propio. El presidente Carlos Menem (65) dijo que el triunfo de Macri es ‘un impulso renovador que le hacía falta al fútbol’, con lo que enmarcó las sonrisas silenciosas de muchos funcionarios de su Gobierno y las consideraciones menos sigilosas de algunos propulsores del modelo económico que señalaron que ‘ahora el fútbol se va a poner a tono con los cambios del país’.
La victoria del titular del holding Socma alertó a los dirigentes tradicionales del fútbol argentino. En la intimidad, Macri confidencia que le dedicará más tiempo a Boca que a sus empresas y en público añade que aspira a representar a su club en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). (...) Pese a que se presenta como un testimonio de la Argentina imperante, Macri tendrá cerca al ex ministro del Interior radical Enrique Nosiglia (46), casi un abanderado de formas anteriores de hacer política, quien juntó votos en la campaña electoral y punteó padrones a la vieja usanza.
Sólo los ingenuos o los distraídos voluntarios creen que los espacios públicos que genera el deporte sirven exclusivamente para canalizar pasiones. Hace mucho que las cosas son distintas. Hoy nada limita la posibilidad de Macri para acumular poder en la Argentina. El fútbol espeja la realidad y Boca es el espejo más grande. En estos días, el poder tiene para Macri la forma redonda de una pelota. ¿Alguien puede asegurar cuál será la próxima jugada?”
REPORTAJE DE DANIEL HADAD A MAURICIO MACRI (1996)
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