CUANDO ARGENTINA GANÓ EL PRIMER MUNDIAL DE LA HISTORIA
El 3 de noviembre de 1950 el Seleccionado argentino ganó el primer Campeonato Mundial de basquet. En un estadio Luna Park colmado, el equipo nacional superó a los Estados Unidos, el gran candidato, por 64 a 50. Tramos de Abrazo del pueblo y el basket, nota de Carlos Fontanarrosa publicada en El Gráfico nº 1631 del 10 de noviembre de 1950.
“El comentario de basquetbol queda chico; en este momento tendríamos que ser novelistas en cierto sentido, para poder plasmar en letras lo que fue ese espectáculo del match final jugado contra los Estados Unidos, hace justamente una semana. La idea que nos queda, clara y emocionada, es ‘la noche’ y no el partido. Quedan héroes y triunfadores alegres, vencidos, lágrimas y risas, festejos y todos los momentos vividos en la presión de cuatro horas de espera en un Luna Park taponado. Eso es lo que queda en primer lugar y nuestro deseo es entonces relatar ‘la noche’ y dejamos para luego cualquier análisis. No hay lugar para esto, nadie tuvo tiempo en pensar después cómo fue el match y solamente se tenía la seguridad de la justicia del triunfo, amplio y trabajoso, pues nunca Argentina estuvo libre de dudas, hasta que la banderita de los tres minutos finales se puso en la mesa de control y el público entero, propios y ajenos, se puso de pie para subrayar un final que se soñaba, porque pena hubiera sido una derrota después de haber jugado una rueda final con tal brillo, tal destreza. Por eso fue cálido el apoyo del público, que rara vez se engaña; se aplaudía a cracks y para ellos no había que ahorrar apoyo.
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Cuatro horas se mantuvo el público en las tribunas y aún en las plateas. Muchos cenaron allí mismo. El ambiente era denso por la falta de aire y a la presión nerviosa se le suma la presión atmosférica. Un caldo irrespirable en lugar de oxígeno y el humo de millares de cigarrillos nerviosos. Todos esperábamos desde temprano, no solamente la popular, sino hasta quienes teníamos nuestro asiento reservado y para que el lector tenga mejor idea diremos que hasta las más altas personalidades gubernativas del país estuvieron también desde el mismo comienzo; cuatro horas pesadas que cargaron la batería nerviosa.
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El match fue lo que tenía que ser. ¿Bueno? ¿Malo? No importaba. Se jugaba la final del campeonato mundial y el drama nacía solo. Lo intenso y vibrante del espectáculo llegaba lo mismo. Si en un partido normal nosotros debemos opinar sobre el hecho de que se han tirado nada menos que 80 fouls (como en esa final) ya estaríamos atacando lo interrumpido, lo cortado del match. En este caso, el interés, el mayúsculo interés de cada tanto, hacía que nunca se interrumpiera el encuentro y que cada foul, su preparativo y su resultado, fuera parte vital del espectáculo.
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Argentina fue casi siempre adelante, a no ser dos o tres minutos del principio. El equipo se movió con la misma potencia de siempre, pero sin la soltura de antes. Es que los nervios atan y allí una pelota perdida o lanzada sin sentido se pegaba al precio de dólar. Hubo una sobriedad magnífica, porque es mérito también que jugadores aptos para el lujo se dediquen nada más que a lo último; cada jugador era desde la cabeza a los pies una extraordinaria fuerza que no quería hacer nada más que lo necesario, pero con la máxima perfección. En la marcación fue extraordinario el rendimiento y la conciencia. En dos oportunidades los americano achicaron la distancia de 10 a 3 puntos. Cada vez que así ocurrió el team argentino recibió un cambio que dio el exacto resultado. Primero Menini, que en seguida hizo siete puntos, y después Del Vecchio, imparable en su carrera hacia el cesto. Ya fue definitiva la segunda vez que se obtuvo la ventaja y Del Vecchio escuchó su nombre coreado por toda la tribuna. Furlong jugó dentro de la línea general de sobriedad, no se vio como en las otras noches y al final ¡convirtió 20 puntos! Es que su labor había sido opaca, pero dura y efectiva. La diferencia final de catorce puntos es la lógica de equipo a equipo.
Como demostración de justicia y capacidad diremos que el equipo argentino le ganó al basquetbol del mundo nada menos que por 60 a 40, que no es otra cosa que el promedio de goles obtenidos a favor y en contra en la rueda final del torneo.”
Entrevista al ex jugador Omar Monza
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