CUANDO MONZÓN INICIÓ SU REINADO MUNDIAL
El 7 de noviembre de 1970, hace cuarenta años, el argentino Carlos Monzón se adjudicó el título mundial peso mediano de la Asociación y el Consejo Mundial de Boxeo. Ese día en Roma venció al campeón mundial, el italiano Nino Benvenuti, por nocaut. Desde entonces, Monzón realizó catorce defensas exitosas hasta su retiro en 1977. Fragmento final de la crónica Monzón, derechazo para la historia, publicada en El Gráfico, nº 2666 del 10 de noviembre de 1970.
“El round número doce entrará en las estadísticas como el del fin de un reinado legendario. Evidentemente, este Benvenuti que enfrentó a Monzón no pudo descifrar un enigma que lo había perturbado. Para Italia, para Benvenuti, para los periodistas de Roma y de toda Italia, la derecha de Monzón impuso respeto desde que lo vieron trabajar y desde que supieron su record. Pero el argentino, astuto, hábil, bien dirigido y entrenado magníficamente, apoyó su acción durante toda la noche con la mano izquierda, que causó estragos en Benvenuti y que lo dejó sin poder usar la inteligencia, su fuerte.
El último round, el duodécimo de una pelea a quince, fue un avasallamiento total por parte de Monzón, entero y cada vez más lúcido, dueño absoluto de la situación, y que llegó a jugar y a correr por el ring al italiano.
A los dos minutos exactos llegó la hora esperada. Una zurda arriba y una derecha cruzada. Hicieron retroceder a Benvenuti, un uno-dos perfecto tirado por Monzón con absoluta seguridad y destino exacto. Allá se fue el italiano contra las cuerdas, después de cruzar el ring caminando hacia atrás, y para zafarse de otra zurda de Monzón se agachó, tirándose hacia su derecha. Monzón, que ya había ‘olfateado’ esa única salida de Benvenuti, cercado por las cuerdas, mandó con todo la famosa derecha. Llegó justa, neta, exacta al costado de la boca de Benvenuti, que cayó fulminado. Monzón se fue al rincón neutral casi sin mirar su obra... El juez corrió a contar. Benvenuti quedó de rodillas, con la mandíbula apoyada contra la lona. Quiso reaccionar cuando la cuenta llegaba al fin, y se volvió a caer.
El out llegó implacable. Podían haberle seguido contando un rato más. Alguien, no sabemos cómo, entró en el ring y quiso embarullar el momento, interponiéndose entre el juez y Benvenuti. Pero hasta eso era tarde. El campeonísimo había caído abatido. Fulminado. Tardó un rato en reaccionar. Pero más tardó el público, que no lo podía creer.
Monzón fue al centro del ring y el árbitro le levantó la mano decretándolo ganador por K.O. en el 12º round.
Allí, donde Benvenuti era patrón, el santafesino escribió una de las páginas más claras, sino la mejor de todos los tiempos, en materia de lograr un título. Un K.O. brillante, buscado sin desesperación y como epílogo de un certero remate de la mano que había hecho hablar a Italia...
Lo de Monzón y su título de campeón mundial es el premio al esfuerzo, a la dedicación, a la contracción, a la fe puesta en todo para lograrlo. A su indiferencia por el adversario, a su imperturbable manera de ser.
Lo de Benvenuti es un síntoma alarmante. No vimos nada del campeonísimo que sabíamos que era. Quizá le haya fallado por única vez su sistema de inteligencia al ignorar al adversario. Pero más que eso, quedó al desnudo su impotencia para resolver, sobre la marcha, el problema que le planteó un hombre que no le dio tregua. Y que fincó su éxito en hacer esta pelea por el título del mundo de la misma manera que hubiera encarado una allá, por su Santa Fe natal, donde tanto luchó por llegar a esto. Y donde desde ahora hasta que regrese, serán días de fiesta”.
Imágenes de la hazaña
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