A 25 AÑOS DEL FESTIVAL BUENOS AIRES ROCK & POP
Del 11 al 13 de octubre de 1985 se realizó en la cancha de Vélez Sarfield el festival Buenos Aires Rock & Pop, organizado por Daniel Grinbank. Tocaron los más importantes roqueros argentinos: Fito Páez, GIT, Juan Carlos Baglietto, Virus, Soda Stéreo, Sumo, Charly García y los Abuelos de la Nada, mientras que John Mayall y Nina Hägen fueron las principales figuras extranjeras. Fragmentos de Lo "punk" y cómo lograrlo, nota de Marcelo A. Moreno en El Periodista de Buenos Aires, nº59 del 25 de octubre de 1985.
"'Yo esta noche mato a un sordo' se prometió un antiguo rockero -cuarenta y pico de años, casi calvo, participante seguramente de alguna comunidad semihipie en Villa Gessell en los años sesenta-, 'demasiado viejo para bailar el rock and roll, demasiado joven para morir', como quería Allen Ginsberg- cuando a John Mayall, que a los 53 años producía la mejor música que se pudo oír en el Buenos Aires Rock & Pop, las tribunas optaron por silbarle y cantarle: ¡Que se vaya! ¡Que se vaya!, añorando la presencia de sus héroes vernáculos (grandes músicos como Fito Páez o Baglietto, cuando no Virus o los inaudibles Abuelos de la Nada), mientras la guitarra monstruo de Walter Troul demostraba plenamente a quienes no tienen cera o grasa del proceso militar tapándoles las orejas que el espíritu de Jimmy Hendrix continúa saludablemente vivo.
La indignación del viejo rockero tenía sus causas: a muchísimos de los jóvenes que poblaron las tribunas, plateas y el césped -por así decirlo, ya que dos de las tres jornadas sólo se pudo denominar como barrial-, durante años y años se les negó. Conspiraron para que fuera así tanto el gobierno peronista del 73 con su absurda imposición del 50% de música nacional en las radios, como el Proceso que abolió por lo menos hasta el oportunismo de Malvinas, todo intento de introducir aquellos sones que llamaban 'foráneos', tanto como el marxismo, la matemática moderna o la sociología- la posibilidad de adquirir una cultura musical que fuera un poco más allá de Charly García o Juan Carlos Baglietto. Era imposible, por lo tanto, que ávidos como estaban los jóvenes por llenar sus oídos con el sonsonete comercial que produce 'Zas' o 'Soda Stéreo', pudieron apreciar los intelectuales, barrocos preciosismos que produjeron a raudales John Mayall, Coco Montoya y Walter Troul, porque entre otras cosas parecen ignorar a fuerza de censura y de pavada impuesta eso tan sutil y bello que se llama blues. Al colérico rockero, un adolescente que se extasiaba ante los armónicos arrebatos de Mayall contestó, entre desdeñoso y comprensivo: 'no son sordos, son argentinos'.
En verdad, actitudes como las de la silbatina a John Mayall -prácticamente fundador del blues británico, padrino de músicos como Eric Clapton, Mick Taylor y Peter Green-, habían tenido ya un jugoso precedente: un grupo de músicos autóctonos, encabezado por Luis Landriscina (¿músico también?), Leda Valladares, Suna Rocha, Emilio del Guercio (sic), Juan Falú, Argentino Luna y Suma Paz, entre otros, habían realizado en los días previos al festival un pequeño escandalete en forma de conferencia de prensa, en el cual protestaron por el auspicio que la Municipalidad, a través de su Secretaría de Cultura, dio a Buenos Aires Rock & Pop. Los argumentos rozaban lo increíble. Luis Landriscina dijo: 'nos preocupa que se auspicie algo que está bancado por un empresario y que no es un ejemplo para la juventud argentina. Nina Hagen es una sacerdotisa de la histeria colectiva cuando nosotros estamos buscando la pacificación. (...) Ni corto ni perezoso, Pacho O'Donnell aclaró que el auspicio de su Secretaría fue sólo, por así decirlo 'moral', dando facilidades a los músicos extranjeros para que introdujeran sus instrumentos en el país, y que acaso había ya llegado el momento de abrir un debate para esclarecer, por ejemplo, qué es la música popular y si el rock debe considerarse incluido en ella.
Es cierto que la organización, más allá de los auspicios, de Daniel Grinbank del festival fue de mala a pésima. Increíbles, también, fueron sus explicaciones en otra absurda conferencia de prensa cuando contó que las fallas catastróficas y peligrosas evidenciadas en su particular manera de entender el armado de un gran espectáculo se debían a su propia 'falta de experiencia'. (...) Si ridículos resultaron tales justificativos, los padecimientos soportados con estoica algarabía (se sabe, los argentinos están resignados a que los estafen siempre) por la mayor parte de la multitud que siguió el desarrollo del festival (entre 15 y 20.000 personas) son casi inenarrables: sacando el barro, la lluvia, el granizo, hubo que soportar robos, piñas de todos los colores, el accionar libérrimo de patotas de diverso calibre, botellazos, la falta de accionar de la policía privada de Grinbank, los excesos represivos de la misma policía privada de Grinbank, la invasión de los lugares preferenciales por los que menos habían pagado, todo a los módicos precios de 12 australes en 'césped' por día, 9 en platea y 3,5 en popular. Todo esto no fue producto de la violencia del rock, de los supuestos efectos 'foráneos', ni siquiera de la cantidad de marihuana que se fumó en Vélez a raudales, sino de la poca experiencia del señor Grinbank en tales lides.
(...)
Mientras las pulcras jovencitas de clase media vestidas primorosamente al estilo punk intentaban eludir la persecución por el césped de singulares lúmpenes, a los cuales les viene bien la moda punk porque reivindica lo barato, el festival giró en torno a una sola, exclusiva figura. Ese vendaval de imaginación, destreza vocal, sonido impecable se llama Nina Hagen, probablemente no sea una diosa pero logra parecerse lo bastante como para despistar a cualquiera. La entrada arrolladora de esta valquiria borró todo lo anterior y lo que proseguiría con las excepciones anotadas de Mayall, INXS y Blitz, casualmente todos conjuntos extranjeros. (...) Los remedos nacionales de tales productos suelen ser tan melancólicos como Charly García la última moche del festival queriendo delirar arriba del escenario, cuando todo lo que logró fue herir a un camarógrafo, mientras el mismo público que había quedado mudo ante Nina Hagen y silbado a John Mayall aplaudía a rabiar."
Charly García canta Raros peinados nuevos ese festival
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