HACE 30 AÑOS MORÍA OSCAR ALEMÁN
El 14 de octubre de 1980 falleció el músico Oscar Alemán. Guitarrista y compositor, fue una de las más importantes figuras del jazz argentino. Lo recordamos en tramos de 'Abrazado a mi cavaquinho', entrevista de Germán Sopeña en la revista Crisis, nº 21 de enero de 1975.
-"¿Cómo pudo llegar a atraparlo la música de jazz tratándose usted de un hombre del interior argentino, de la provincia del Chaco, que aparentemente estaría desconectado de un movimiento musical que no era propio del país? ¿Cómo llega a conocerlo y adoptarlo como suyo?
-Creo que nació dentro mío... porque en realidad yo nací bailando malambo, que no tiene nada que ver con lo que después hice toda mi vida. Pero eso vino porque el ritmo está dentro de mí... y el jazz es ritmo. Pero, a la vez, el jazz también es musicalidad y yo creo que he tenido las dos cosas; que las tengo todavía. Creo que son dos cosas muy difíciles de tener. Ritmo y musicalidad. Tener sentido de la armonía sin haber estudiado. Porque yo nunca estudié música, no sé música, no leo ni escribo una nota porque no sé. Pero compongo, arreglo, armonizo, hago melodías y hago ritmo...
-¿Siempre lo hizo, desde chico?
-Desde chico, chico no. De chico bailaba, pero a los 16 años ya empecé...
-¿Dónde?
-En Brasil. Me había ido al Brasil con mi padre y todo eso... ahí empecé y en 1922 me hice hacer un instrumento, el 'cavaquinho', y en 1924 me prestaron una guitarra con la cual -en 1925- ya pude acompañar a un dúo. (...)
-¿Adónde compró ese primer instrumento?
-En Santos... era el cavaquinho.
-¿Ya no lo tiene más?
-¡Claro que lo tengo! Es este cavaquinho que está acá, en la repisa. Ese el mismo que sigo tocando todavía. ¡Y nunca tuve que hacerle un arreglo!
-¿A quién se lo compró?
-Fue en 1922. Lo mandé hacer. El tipo me tomó en broma al principio. Yo era un chico y vivía solo, mi padre había muerto. Entonces le pedí que me hiciera el mejor cavaquinho y el hombre me preguntaba para qué quería yo la mejor madera, el mejor instrumento que él fabricaba. Me preguntó cuánto le daba de seña y le di 25 centavos. Él agarró un pedazo de papel, guardó la moneda y anotó: Oscarcinho. El cavaquinho valía como 200 pesos. Pero así empecé; y todos los días llevaba veinte centavos, treinta centavos, a veces un peso...
-¿Cuántos años tenía entonces?
-Diez... once, no me acuerdo bien. Y yo iba todos los días; y para sorpresa del tipo, un día vio que había unos cuantos pesos y se dio cuenta de que la cosa iba en serio. Entonces empezó a construir mi instrumento y yo salía como un loco a seguir abriendo puertas de autos y llevar changuitos a la feria. A la tarde me tomaba un descanso y me iba hasta el negocio de este hombre y mientras la señora, que era muy buena, me daba café con leche y pan porque sabía que yo no comía, yo estudiaba con otro cavaquinho que tenía en la vidriera. Un día, feliz de la vida, había juntado dos pesos para llevar al negocio y cuando llego me encuentro con la puerta cerrada. Me fijo y dice 'Cerrado por duelo'. Toqué el timbre y salió al señora. Me abrazó, me besó llorando. Se había muerto el marido... y sus últimas palabras habían sido: 'Que a Oscarcito no se le cobre ni un centavo más. Que está todo pago...' Y aparte de eso, que me regalara el mejor estuche para mí. ¡Que es ese mismo estuche que tengo ahí todavía! Por eso, cuando yo agarro mi instrumento en el escenario, me brota una emoción de adentro; porque yo recuerdo toda mi vida. Ahí está todo: cómo dormía debajo de los bancos abrazado a mi cavaquinho, cómo fui a llevar los dos últimos pesos y que nunca había juntado tanto, la casa cerrada, que justo hacía dos días que no iba porque no había juntando nada en esos dos días... el primer instrumento que yo tuve y el último que él creó...
(...)
-¿Hoy toca usted en forma diferente a cómo lo hacía hace veinte años?
-Sí. Abuso menos de la técnica. Pero que tenía más técnica antes. Mi sentido está igual o quizá tengo más ahora, pero hay cosas que hoy la mano no las saca limpias. Entonces Oscarcito escucha a su segundo yo y no hace esa frase porque sabe que no le va a salir limpia...
-¿Fue cambiando su manera de tocar con el tiempo?
-Cambio de estilo no porque yo creé mi propio estilo. No copié a nadie. Una manera de tocar.
-¿Una manera de tocar el instrumento?
-No. Una manera de tocar la música de jazz, más bien.
-¿Influenció alguien definidamente en esa manera de tocar el jazz?
-Yo la fui creando solo. Aparte, yo no tenía plata par comprar discos. A lo sumo podía escuchar en la puerta de una casa de discos, pero si ponían un disco que me interesaba, a lo mejor lo sacaban en cualquier momento y ponían otro. No podía pescar para copiar. Entonces, hice mi manera..."
Besame mucho, por Oscar Alemán
Oscar Alemán en la película El ídolo del tango (1949)
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