El 2 de agosto de 1990 las tropas iraquíes atacaron al vecino Kuwait y derrotaron velozmente a su pequeño ejército, obligando al jeque Yaber al Ahmad a refugiarse el exterior. Kuwait, una pequeña nación con una posición estratégica en el Medio Oriente, cuenta con una de las mayores reservas mundiales de petróleo. El comienzo del conflicto, en Irakundia, nota de Miguel Wiñaski publicada en la revista Noticias, nº 711 del 12 de agosto de 1990.
“Los últimos tiempos fueron pródigos en buenas noticias para el mundo. Pero el tirano de Bagdad rompió el encanto.
Cayó el Muro de Berlín, terminó al guerra fría, y las superpotencias empezaron a podar sus arsenales no convencionales. Los países del Este despertaron a la libertad, y hasta en la lejana Mongolia hubo elecciones libres. Aquí y allá -sin embargo-, los conflictos periféricos continuaban segando vidas, pero aunque algunos dictadores persistían cruelmente en el poder, todo indicaba que no sería por mucho tiempo. La lógica inexorable parecía conducir a la paz, ningún conflicto amenazaba seriamente el equilibrio geopolítico. Pero cuando Saddam Hussein (53), dio la orden de partida para que sus tanques surcaran la tórrida noche del desierto hacia el pequeño, rico y mal defendido emirato de Kuwait, el color rosa desapareció del mapa del mundo, y la ilusión de paz se disipó como el sueño de una noche de verano.
Al grito de 'Alá es Grande', las hordas iraquíes entraron en la capital del emirato, también llamada Kuwait, saqueando casas, violando mujeres, mataron a sangre fría a cualquiera que intentara oponerles resistencia. El emir kuwaití Al Sabbah huyó en helicóptero a Arabia Saudita, pero su hermano menor, el jeque Eahd, brevemente célebre en 1982 cuando en el mundial de España (ver nota aparte), murió defendiendo el palacio. Hussein, mientras tanto, amenazaba con arrancar los ojos de aquellos que pensaran siquiera atacar Irak.
Kuwait es una nación liliputiense, pero estratégicamente crucial. Mide 17.818 kilómetros cuadrados, exactamente 4.706 kilómetros cuadrados menos que la provincia argentina de Tucumán. Pero cuenta -de acuerdo con cálculos más bien pesimistas- con el 10% de las reservas conocidas de petróleo en el mundo. Hasta el día de la invasión el pequeño emirato era una especie de Edén flotando sobre oro negro.
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Apenas perpetrada la invasión comenzó a ponerse a prueba la verdadera profundidad del acuerdo global que parece unir a los Estados Unidos y a la Unión Soviética. Tal vez el acto de repudio más significativo a la feroz incursión de Hussein fuera la declaración conjunta emitida desde Moscú en la que el secretario de Estado norteamericano James Baker y el canciller soviético Edoar Shevarnadze se pronunciaron afirmando: 'Hoy, los gobiernos de la Unión Soviética y de los Estados Unidos, dan un paso sin precedentes, llamando al a comunidad internacional a unírsenos en la inmediata suspensión de ventas de armas a Irak'.
Paradojas de la geopolítica, las dos superpotencias fueron cómplices del poderío militar del 'Ladrón de Bagdad', como llaman ya a Hussein en el mundo.
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Mientras tanto, el mundo árabe trata de reacomodarse ante la nueva y explosiva situación. El presidente egipcio Hosni Mubarak (62), se vio demudado después del ataque de Saddam. Días antes de la invasión Mubarak había afirmado que Irak se mantendría en los límites de su territorio. Ahora Mubarak, a quien sus compatriotas vieron el día jueves hablar por la cadena nacional a todo el país en un estado de nervios evidente, trata de recomponer el liderazgo egipcio en el mundo árabe apelando a su tradicional habilidad para el diálogo.
En El Cairo estaban, al cierre de esta edición, el emir depuesto de Kuwait y también el número tres del régimen iraquí, Tahan Yasin Ramadan, junto con el ministro de Relaciones Exteriores de Bagdad, Tarek Aziz. Desde luego, también delegaciones de todos los países árabes. En Irak viven 800 mil egipcios, y en Kuwait más de 100 mil. Por supuesto, Mubarak, pide garantías por sus vidas, pero ¿qué puede garantizar Saddam Hussein?
Mientras Occidente parece encolumnarse detrás de Washington, y varios países, entre ellos Francia, Inglaterra y Australia, estarían dispuestos a enviar fuerzas para luchar contra Irak, el mundo árabe no se resuelve a arremeter contra Hussein. Según el líder libio Muammar Khadaffy 'la guerra es ineludible'. Khaddafy, antes firme aliado de Moscú, ahora le reprocha a Gorbachov la suspensión de abastecimiento militar. Cuando se refiere a guerra, se refiere a una entre los árabes y los judíos, pero es una declaración ambigua. En la colisión entre Irak e Irán, Libia estuvo con Khomeini, y además ahora no estaría en condiciones de sostener enfrentamiento alguno. Hussein es una fiera acorralada, y todavía es imposible predecir si el resto de los países árabes se sujetarán a sus iras y lucharán contra Israel, los Estados Unidos, o sí, más bien, persiguiendo la posición moderada de Mubarak, lo aislarán en términos reales más allá de alguna tibieza verbal para condenarlo.
El precio del barril de petróleo, que cuando se declaró la guerra entre Irán e Irak subió a cuarenta dólares, estaba cuasi planchado (oscilaba alrededor de los 21 dólares) antes de la invasión pero trepó hasta los 27 dólares casi inmediatamente después. Aunque el mundo tenga hoy un stock de reservas de 100 millones de barriles, en dos meses, si no se resuelve el conflicto, el caos sería el horizonte indiscutible.
El déficit fiscal norteamericano, que supera ya la fantástica suma de 150 mil millones de dólares, podría aun incrementarse con una guerra, pero todo indica que George Bush tendría consenso para intervenir militarmente contra Hussein. 'Terminó el síndrome de Vietnam', escribió en el Washington Post, Philip Khorry, especialista en Medio Oriente del Massachusetts Institute de Boston. Según Caspar Weinberger 'al sopesar oscuramente su próxima jugada, Saddam Hussein no debe dudar de que se enfrenta a una Norteamérica lista, dispuesta y capaz de entregar sus fuerzas armadas al combate y ganar'.”
Nota de la CNN sobre la invasión a Kuwait
Nota: en el campeonato Mundial de fútbol de España 1982, el jeque interrumpió el partido Francia-Kuwait y obligó al árbitro a anular el gol marcado por Alain Giresse. Ver video de la intrusión:
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