16.8.10

Espectáculos

LOS 75 AÑOS DE EDUARDO MIGNOGNA
El 17 de agosto el narrador y cineasta argentino Eduardo Mignogna cumpliría 75 años. A principios de la década del '70 trabajó en publicidad y en televisión. Tras unos años en Europa, emprendió la filmación de su primera película Evita (quien quiera oír que oiga) en 1983. Otros de sus filmes fueron Sol de otoño, El faro y La fuga. Al momento de su muerte había escrito el guión de La señal, película que luego dirigieron Ricardo Darín y Martín Hodara. Lo recordamos con fragmentos de Mignona?, charla con Alvaro Abós, Diego Fierro y Martín García, publicada en la revista Feriado Nacional, nº 1 de septiembre de 1983.





"-Mignona: sos un escritor fantasma de libros fantasmas...
-Y para un público fantasma. Porque yo escribo para ser leído acá pero los libros no llegan. Cuando en el '71 saco mención en el concurso el semanario uruguayo 'Marcha' con En la cola del cocodrilo, una novelita de 120 páginas, el libro no llega a Buenos Aires. Se publica en Montevideo en 1972 pero el gobierno de Pacheco Areco clausura 'Marcha' y se prohíbe todo lo de Editorial Treinta y Tres Orientales. Es un momento de efervescencia política, el nacimiento del Frente, la apertura uruguaya... Acá estaba... No me acuerdo quién estaba en ese momento.
-Lanusse.
-Eso, Lanusse.
-Vos no tenés grabadas las fechas argentinas, ¿no?
-Para nada. Los datos externos son el nacimiento de mis hijos. Del resto, no me acuerdo. No registro la historia argentina con referencia a presidentes. Debe ser una negación o porque es muy artificioso eso: entre 1955 y 1973 han cambiado los nombres pero el manejo del poder ha sido el mismo.
-¿Cuántos años tenés?
-42.
-Es decir que sos del '41.
-No, no... Pará: tengo 43 que cumplí ayer. Soy del 17 de agosto de 1940.
-Y porteño...
-Porteño de Chacarita.
Barrio de fantasmas, ése; y funebrero. Precisamente la segunda aparición literaria de Mignogna está ligada a la zona negra de la narrativa; el relato policial.
-Reaparecés en el concurso de 'Siete Días' en el '75.
-Mi amigo Eduardo Galeano manda por su cuenta uno de los relatos de Cuatrocasas, 'Lastenia', al concurso de cuentos policiales que organiza Abril. Y gano, junto con Piglia, Goligorsky, Flo, Di Benedetto. Y eso es muy bueno para mí porque nunca me habían pagado así por un cuento de pocas páginas: dos pasajes a París y diez días en el Hotel Meridiane, que costaba una fortuna.
-¿Y qué pasó con 'Cuatrocasas'?
-Mientras se resuelve lo de Abril, el libro concursa en Cuba por el premio Casa de las Américas. Acá, simultáneamente, lo lee gente de Losada y deciden editarlo. Cuando gano el premio ya estaban los cinco mil ejemplares listos y a punto de distribuirse pero, por autocensura del imprentero, queda todo parado. En punto muerto. Yo estaba en Madrid en ese momento, disfrutando del viaje y del premio de Abril. Todo lo que recibí fueron tres ejemplares que Jorge Lafforgue, de Losada, consiguió rescatar. Y así fue como Cuatrocasas se convierte también en un libro fantasma. No existe...
-¿Quién te premió en Casa de las Américas, qué jurado?
-No me acuerdo.
-Y bueno.... Al final, te quedaste en España.
-Sí. No usé el pasaje de Air France de vuelta. Era en el verano del '76, los momentos anteriores al golpe. Yo nunca recibí amenazas ni presiones pero sentí que el mundo alrededor mío se caía: amigos, gente conocida. La historia de siempre.
Mignogna empieza a trabajar para la TV española, a hacer lo que sabe, su oficio desde diez años atrás: la producción de filmes para la televisión, la dirección, el guión. Y al principio se divierte:
-Escribo para una serie sobre un bandolero andaluz del siglo pasado, 'Curro Jiménez'. Lo curioso es que los guiones los escribíamos un argentino y dos uruguayos: el dramaturgo Antonio 'Taco' Larreta y Guido Castillo, un personaje a lo Jauretche, lleno de sabiduría humana, un narrador oral con algo de Paco Espíndola o de Macedonio. Él me dijo la cosa más extraordinaria que oí sobre García Márquez, a quien Castillo me enseñó a amar por las cien primeras páginas de Cien años de soledad. Un día le pregunté: 'Gordo, ¿por qué fracasa El otoño del patriarca?. Y él me contestó en uruguayo: 'Fracasó porque la escribió en crack'. Y me dio esa frase, esa definición futbolera, cuando yo recibía las primeras críticas elogiosas de Cuatrocasas... Fue fatal.
(...)
-¿Y por qué volviste?
-Fundamentalmente, porque muere mi padre. Es un golpazo terrible. Mi madre queda enfermucha. Era un tipo tremendo, pianista de tango, viejo atorrante de Buenos Aires. Estuvo quince años de pianista en El Viejo Almacén. Me acordé de lo que dijo Hemingway cuando dijo que lo peor que le puede pasar a un hombres es que se le muera el padre lejos. Y me pasé un año llorando la figura de mi padre, reconstruyéndola en Buenos Aires. Como se lo merecía. De todas formas me tomé ciertas distancias: no volví a El Viejo Almacén ni a la platea que tenía en River... Por eso, al comienzo del retorno no me inserté en el país. Trabajé en publicidad filmando sin problemas. No te digo que era un 'menefreguista' pero andaba cerca. Comencé a reinsertarme con las Malvinas.
(...)
-Y vos, ahora, estás buscando a Evita.
-Si. El otro día me puse el único saco que tengo, blanco para colmo, cuando lo fui a ver a Luder... Es uno de los tantos testimonios con que pensamos armar la imagen de Evita.
-¿Cómo surge la idea de hacer la película?
-Después de un año de haber vuelto a la Argentina, me llama un productor que había comprado un vagón de material de noticieros. Concretamente, el Noticiero Panamericano de los años '35 al '60.
-¿Quién es ese productor?
-Mario Álvarez. Un hombre que empezó siendo reflectorista y terminó teniendo una empresa de alquiler de equipos. Hizo una película que se llamó 'La conquista del paraíso', dirigida por Subiela. Cuando compró el material de noticiero las cosas eran muy inciertas. Estábamos en plena guerra de las Malvinas. No se sabía lo que iba a pasar. Álvarez me llama, empezamos a ver el material, a repasarlo y así surge la idea de hacer una película sobre Evita. Es material exclusivamente de noticiero. Todas las tomas son muy breves, pantallazos. Estamos metidos con todo en el proyecto: básicamente, una película testimonial sobre Evita basada en 30 ó 40 testimonios. Al compás de ellos van desgranándose las imágenes de su vida. La película se va haciendo a medida que los testimonios enhebran la historia de Eva. Entre los entrevistados figuran
García Márquez, Cortázar, Truffaut, posiblemente Jack Anderson.
-La película ¿incluye la muerte de Eva?
-No. Termina con Eva viva. Las de la película son en realidad tres Evas: Cholita, la adolescente que toma el tren en Los Toldos para conquistar Buenos Aires; Eva Duarte, la joven actriz que pelea por un lugar al sol y, luego, Eva Perón. El material más rico es el del velatorio y entierro pero no lo vamos a utilizar. La película trata sobre la vida y no sobre la muerte. Los testimonios son muy contradictorios. Hemos filmado a la plana mayor del peronismo, también a Fermín Chávez, Castiñeira de Dios, Pepe Rosa, Delia de Parodi, Juanita Larrauri, Paco Jamandreu y, del otro lado, a Borges, Iglesias Rouco, y estamos por filmar al almirante Rojas. Mucha gente se nos ha acercado para hablar en realidad de sí misma, no de Evita. Ahora nos vamos a Junín y Los Toldos.
La película es el largo viaje que hace Cholita para convertirse en Eva Perón. La estructura será esta: la de un viaje por la llanura en el que se van anticipando las etapas futuras y que termina, paradójicamente, en e comienzo, es decir en Retiro, cuando Cholita llega a la ciudad, un amanecer de 1935. en la película se recogen muchas cartas intercambiadas entre Eva y Perón. Eso nos permite jugar con la banda sonora. Son documentos emocionantes, tienen un lenguaje muy tierno: Perón le dice 'Bichita' y Eva, a él 'Juancito'. La música es de Litto Nebbia y yo le estoy poniendo letra a las canciones.
-¿Qué cosa te conmueven más de Evita?
-La impresionante fugacidad de su trayectoria pública, en contraste con lo perdurable de su figura. La vida política de Eva duró estrictamente sólo cuatro años, del '48 al '52. En sólo cuatro años, levantándose a las seis de la mañana y acostándose a las tres, se mató y generó el mito. En Evita me conmueve la coherencia y la simpleza de su lenguaje. Evita hablaba constantemente del pueblo en términos muy directos, cuando decía 'pobre' era pobre, cuando decía 'enfermo', enfermo. Cuando decía 'leproso' era leproso. Evita vuelve concreto un lenguaje que antes era una especie de sainete."

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