El 19 de agosto de 1995, tras cumplir una pena de tres años de prisión por violar a la joven Desiree Washington (de 18 años), el boxeador estadounidense Mike Tyson volvió a los rings con un triunfo por nocaut técnico a los 89 segundos. La mirada del periodista Ezequiel Fernández Moores en la nota Tyson regresó a la selva y publicada en el diario Página/12 del 20 de agosto de 1995.
“Había pasado un minuto y 42 segundo y Peter Mc Neeley se tiró de cabeza al piso. Mike Tyson había ganado por nocaut. Nunca nadie había ganado tan fácil 25 millones de dólares y nunca nadie había hecho tan poco para llevarse 700 mil dólares como ese impresentable retador que ofició perfectamente de partenaire de Tyson. A los ocho segundo Tyson ya lo había mandado a la lona. Después, con dos mamporros hizo el resto. La pelea, el circo, fue breve. Todo lo que rodea a Tyson viene de años y merece ser contado.
¿Glorificando al Tyson-boxeador avalamos al Tyson-violador? Diciendo que debemos separar los tantos y que sólo nos importa el Tyson-boxeador, no estamos minimizando entonces un caso de violación? Buena parte de la sociedad de Estados Unidos se formuló esta y otras preguntas antes de decidir si pagaría 50 dólares para ver desde su casa la vuelta de Tyson. Un hombre que al salir de la cárcel y al volver a los rings ingresó anoche definitivamente a la lista de los más legendarios pesos pesados de la historia, junto con el primer campeón negro Jack Johnson y el mítico Muhammad Alí.
Tyson pagó en prisión su pena por violador, pero ‘hasta que no admita su culpa, pida perdón y repudie el abuso contra las mujeres yo no veré sus peleas. Y espero que ustedes tampoco’, alertó el reputado periodista Robert Lipsyte del New York Times, día antes de la pelea que se celebró anoche en Las Vegas.
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Se cuenta que, apenas salido de la cárcel y tras rezar en una mezquita junto con Alí, Tyson vio en su mansión de Ohio un cheque inicial por 35 millones de dólares que le llevó Don King, su manager, para que ambos renovaran el vínculo y aceptaran un nuevo contrato de seis peleas con la cadena Showtime. ‘Tiene el mismo promotor, los mismos managers y la misma red televisiva que tenía cuando en 1992 fue a la cárcel”, advirtió el New York Post. El musulmán adoptó rápidamente los mismos gustos del bautista. Compró una mansión de 990 metros cuadrados en Las Vegas a cambio de 3,7 millones de dólares y por teléfono encargó dos Mercedes Benz de 123 mil dólares, para unirlos a sus cuatro Bentley Azures, que le costaron 320 mil dólares. ‘Tyson es el mejor negocio del boxeo mundial’, afirmó Tom Bruny, director de relaciones públicas del hotel MGM de Las Vegas, que adquirió a Iron Mike para ganar su batalla particular contra el más viejo Caesar´s Palace, el otro gran templo moderno de los puños.
Cuando hace más de una semana arribó a su habitación, el Grand Hotel MGM lo recibió con una estatua blanca de cera, representándolo en traje de combate. Se dice que la vuelta de Tyson y su eventual escalada hacia el título representan un negocio global de 2,7 billones de dólares. Por eso, si alguien cree que Tyson no debe ser visto por recrear en TV una violencia no muy lejana de la que lo envió a la cárcel, es bueno que amplíe su lista negra. Allí cabrían desde la Metro Goldwin Mayer (MGM), hasta la cadena Showtime, Don King y muchos otros más. Todo forma parte del mismo rey animal. Ese mismo que suele llamar a Tyson por su apodo más famoso: King Kong.
En nuestra madrugada porteña, Tyson combatió por la TV abierta. En Estados Unidos hubo que pagar en cambio 50 dólares para verlo por el sistema de cable. Por eso, en el New York Times, Lipsyte defendió el lógico derecho de Tyson de volver a su trabajo una vez que pagó su delito, como también su propio derecho a no pagar un dinero extra para ver la pelea de Las Vegas. ‘ ‘Él puede hacer lo qeu quiera y nosotros también’, afirmó.”
Imágenes de la pelea
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