24.7.10

Espectáculos

A 15 AÑOS DEL ADIÓS A OSVALDO PUGLIESE
El 25 de julio de 1995 falleció el músico y compositor de tango Osvaldo Pugliese. De larga trayectoria en la música ciudadana, tocó en importantes agrupaciones antes de formar su propia orquesta. También tuvo una clara posición política que le valió persecuciones. Fragmentos de A la mayor conciencia del tango, el laburante y sindicalista Pugliese, rojo y proleta... ¡chau!, nota del semanario uruguayo Mate Amargo del 10 de agosto de 1995.





"Eran las 22.40 de un artes gélido, cuando los duendes entraron en la clínica Basterrica.
Yacías en una cama, justo tú que nunca habías estado enfermo. Dicen que ese noche todos los pianos tangueros del mundo levantaron vuelo y comenzaron a planear sobre tu catafalco. Luego se pusieron en fila. Tú, enfundaste aquellas zapatillas 'berretas' que usabas, y comenzaste a subir por una escalera de teclados courreges.
Del cielo caían millones de serpentinas rojas de 'bolche' confeso, y que como Neruda, te tomaste el 'piro' sin arrepentimientos, ni los miserables revisionismos de los que acomodan las ideas. Quedaba tu biblioteca con una sola falta, 'El Capital' de Karl Marx, que nunca durmió en los anaqueles, ya que era tu libro de cabecera. Y que aun te espera en la mesa de luz. Engels, Lenin, nunca fueron best-sellers, sino los oráculos de tu conciencia, siempre, siempre.
Un día me dijiste para el Mate Amargo, allá por el año '92, que eras muy viejo para cambiar de piel, porque debajo de la epidermis iba a seguir existiendo el comunista, que nació ideológicamente con la mártir República Española.
Fuiste el 'Chicharra' de doña Aurelia, tu adorada madre, a la que le prometiste y cumpliste, que llegarías con el tango al venerable teatro Colón de Buenos Aires.
Fuiste el 'troesma' de tantas generaciones, que forman legiones de 'fueyeros', pianistas, bajistas, violinistas que sienten el tango sin la chabacana frivolidad de los otarios de ocasión.
Un día, ya podrido de elogios, te autobautizaste como el 'Rasca'. Nadie osaba mencionarte así. Solo tú te anunciabas de ese modo, en el atavismo de tu lunfardo proleta... el 'Rasca'.
Nadie más humilde que tú, como tu sordera beethoveniana, que no te dejaba oír los elogios.
'Soy un laburante del tango', definición contrastante, controversial, para con los 'pitucos lamidos y shushetas', que envueltos en los vahos del efímero éxito, se volvían pavos reales por tres días de aplausos fáciles.
Los sesudos estudiosos del tango, salvo alguna honrosa excepción, jamás tocaron en sus libros, fascículos o aun en simples artículos, las persecuciones, las 'canas' que te comiste Osvaldo. Te asediaron los 'servicios' de todos los gobiernos de tu patria. Los esbirros de los primeros regímenes militares, los de Perón, la Triple A y ni qué hablar de los gorilas genocidas del holocausto argentino.
Encabezaste la primera huelga de trabajadores de un cabaret. Era cuando los obligaban a tocar desde las seis de la tarde a las cuatro de la madrugada y no les permitían mirar a las minas. Tras la huelga, empezaron a trabajar seis horas y pudieron mirar y 'parlar' con las 'percantas' y las meseras.
Fuiste lustrador de botas, carpintero (aunque no pasaste de aprendiz), pero tu fragua fue una imprenta, que más que obreros gráficos formaba sindicalistas.
Para debutar con tu primera orquesta, hubo que esperar a que te largaran de la cárcel, condecoración de volverte 'habitante' de Devoto por ir con tu piano a la inauguración de un local 'del Partido' en la avenida Rivadavia, allá por el año '39.
Nunca fuiste patrón. Tu orquesta cooperativa te hizo morir con una jubilación de 180 pesos. A pesar de los derechos autorales, tuviste que trabajar hasta casi cumplir los noventa años.
Te despediste del palco para entrar en la leyenda. Nunca arriaste ni una sola de tus ideas. Rasca querido, nos dejaste un hondo dolor de tango en la zurda, que solo se resigna cuando pensamos que un día, con los compases de La Yumba, nos volveremos a encontrar.
Ya no habrán más rejas, ni aplausos melifluos de los hipócritas verdugos, ni a nadie le importará que un día te pusiste rojo, y jamás el tornasol de los políticos 'con cintura' pudo mimetizarte. Subido a un piano, te recibieron sin las miserias terrenales, los tuyos. Encabezados por mil bandoneones en la falda de overoles acunando tangos... ¡Chau Rasca!
(...)
Cuando Perón pidió perdón
Las anécdotas de la vida de Pugliese, en cuanto a los mandones de turno, podría llena el tamaño de una enciclopedia, pero la forma tranquila, suave, tolerante como tomaba las cosas y sus desopilantes salidas, hicieron época. Recuérdese que el gobierno de Perón había sido uno de los más duros con el Maestro. Tiempos en los que los grandes clubes no se atrevían a contratar su orquesta por temor a las mafias de matones que el superior gobierno podía mandar para liquidar las fiestas. Por aquellos tiempos, Pugliese y su orquesta cooperativa se refugiaban el el arrabal. No es casualidad que en todos los recitales comenzara con el tango 'Arrabal' de Pascual Contursi, y que jamás grabó comercialmente, existiendo apenas una grabación que de un festival en vivo recopilara con gran valor histórico la agrupación 'Joventango'. Y del arrabal eran Villa Domínico, Barracas, Dock Sud y Avellaneda, refugio de la 'zurdada', donde podía actuar. Tiempos del 'Bomberos de Echenagucía', el 'Terremoto' de Barracas, el 'Glorias argentinas', el 'Armonía'. Y bueno, tras el retorno de Juan Domingo Perón a la Argentina éste le pidió disculpas por la agresión moral y física de perseguir a un artista por sus ideas. A los dos o tres días entrevistaron a don Osvaldo y contestó con esa vocecita que le mereció el seudónimo de 'Chicharra', sabiamente impostado en él por su madre: 'En el momento que Perón pidió perdón revisé mi vida como si fuera una película. Y pensé: éste me metió en cana, me dio palos y ahora me agradece ¡qué locura!'.
Sin duda alguna, la persecución más dura fue cuando el golpe de Estado del '55 contra Perón. Pugliese fue perseguido por todos los grupos políticos: gorilas, peronistas, antiperonistas, rojos, o azules, según la fracción del Ejército que mandara, los grupos paramilitares, los escuadrones de la muerte, por todos... 'no me mataron porque pensaban que en cualquier momento me moría de viejo'.
'La más dura fue en el '55, fue la cana más fulera. Nos llevaron a un barco de madera lleno de agujeros. En esos días mi orquesta debutaba en Radio Splendid y le pedí permiso al capitán del barco para poder escucharla a través de la radio. Me lo dio y pensé que era la última vez que la escuchaba, ya que nos habían dicho que iban a hundirlo con todos nosotros adentro. Me iba a ir al fondo del río silbando La Yumba...'. Uno de sus mejores cantores, Alberto Morán, señaló: 'nunca faltaban los alcahuetes de turno que lo prohibían a cada ato. Muchas noches le hicimos el «aguante» en las comisarías; lo amé y lo amaré siempre'.
Velado en el Salón de los Pasos Perdidos del Concejo Deliberante de Buenos Aires, el cortejó pasó frente a la sede del Partido Comunista en Entre Ríos al 1100, luego por la sede de la Sociedad de Compositores y Autores, luego por la Casa del Tango, su última obra prima, y fue a descansar al cementerio de los pobres, a la Chacarita".

La Yumba por Osvaldo Pugliese


Osvaldo Pugliese y su orquesta interpretan Arrabal en el Teatro Colón.



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