30.6.10

Tenis

A 25 AÑOS DE LA HAZAÑA DE BORIS BECKER
El 1 de julio de 1985, el alemán Boris Becker sorprendió al mundo al consagrarse campeón de Wimbledon con sólo 17 años. En la final, derrotó al sudafricano Kevin Curren por 6-3, 6-7, 7-6 y 6-4 y sumó así el primero de sus nueve Grand Slam. El recuerdo del hecho en la nota titulada ES ALTO, FUERTE Y EXPLOSIVO, publicada en la revista El Gráfico nº 3431 del 09/07/85.



Tiene el pelo rojo como una llamarada encima de su impresionante metro ochenta y seis centímetros que soportan sus setenta y ocho kilos. Ojos celestes y cientos de pecas que le estallan en su cara de chiquilin grandote con pinta de buenazo. Está con los brazos rígidos, como si quisiera atrapar el cielo, y los que ojos clavados en otros negros, brillosos y profundos que lo han guiado a una hazaña que jamas nadie pudo lograr en 106 años: ganar Wimbledon a los 17 años, 6 meses y 14 días. Los otros ojos, los de Ion Tiriac, están inmutables, como siempre. Los suyos no pueden contener las lágrimas, aun estrechando la mano cálida de su vecino, el sudafricano Kevin Curan (Nº 9 del mundo, 27 años, nacido en Durban y ahora radicado en Austin, Texas, listo para recibir su nacionalidad norteamericana en los próximos días) que ya difícilmente pueda soñar con ser campeón en Wimbledon, tras esta oportunidad.
La catedral, el sublime Wimbledon, le entregaba al mundo un nuevo Ídolo. Curiosamente, como para que nadie olvide su hazaña, se producirá un domingo algo excepcional para Inglaterra: posible, en este caso, por los dos millones de dólares que pagó la cadena nortemericana NBC para trasmitir el evento, dólares que hicieron olvidar la tradición, siempre menos rentable que la realidad.

¿Cómo ganó Wimbledon?
Hay que empezar el análisis viendo como llegan dos hombres como Becker y Curren a la final. Es decir, tratando de descubrir las causas de las caídas de los favoritos. Lo de John McEnroe tiene una explicación más mental que técnica. Es evidente que su relación con Tatum O´Neal (compró una millonaria propiedad en California al lado de la que habitan Ryan O´Neal y Farrah Fawcett y se dice que Tatum está embarazada) ha descubierto un mundo y otras apetencias para Big Mc, que las de ganar todas las semanas certámenes de tenis. Se lo vio sin ganas, lento y él lo reconoció. “Es cierto, estoy desmotivado. Hay otras cosas que me preocupan más. Pero lo que me ganó fue el servicio de Curren y no hay más que decir”. Connors, en cambio, está sufriendo los efectos de su muy lógica declinación, que ya se viene insinuando desde principios de año. Fuerza sus tiros con tal de terminar el punto a sabiendas de que ya no soporta largos encuentros o muy fuertes peloteos. Esto le hizo perder consistencia y porcentaje favorable a su tenis. En cambio el caso Lendl es distinto. Nunca fue un gran jugador de césped y mentalmente apareció como no recuperado de su traspié ante Wilander en Roland Garros. Como si le volvieran los fantasmas de su endeble mente.
Curren se encargó de McEnroe y Connors, mientras Becker producía su hazaña de esta manera: a Hank Pfister (Estados Unidos) 4-6, 6-3, 6-2 y 6-4; a Matt Anger (Estados Unidos) 6-0, 6-1 y 6-3; a Joakim Nystrom (Suecia) 3-6, 7-6, 6-1, 6-1, 4-6 y 9-7; Tim Mayotte (Estados Unidos) 6-3, 4-6, 6-7, 7-6 y 6-2; Herni Leconte (Francia) 7-5, 3-6, 6-3 y 6-4; Anders Jarryd (Suecia) 2-6, 7-6, 6-3 y 6-3 y a Curren en la final 6-3, 6-7, 7-6 y 6-4. El alemán ya había dejado entrever su potencial al ganar su primer título de Grand Prix exactamente una semana antes de Wimbledon, cuando venció en el certamen de Queen´s a Johan Kriek por 6-2 y 6-3, metiéndole nada menos que once aces. De esa manera también se iba a plantear la final: ver quién servía mejor, que es el fundamento para actuar en césped. Y Becker lo hizo mejor, algo que le permitió ganar la red con mayor comodidad y volear con gran seguridad, Curren luchó cada punto luego de un débil comienzo, producto de sus nervios, pero no encontró cómo adecuar su devolución de saque al tremendo servicio rival. Allí sucumbió. Excepcionalmente la catedral había abierto sus puertas un domingo. Es que la hazaña de Boris Becker merecía la excepción.

EL RECUERDO DE LA HAZAÑA



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