CUANDO VILAS CANTÓ EN OBRASA dos meses del lanzamiento de su disco, Guillermo Vilas hizo su primera presentación como cantante en el mítico estadio porteño de Obras Sanitarias. En aquella madrugada del 13 de mayo de 1990 el ex tenista interpretó varios temas de su autoría y de estilo house. ¡Silencio, por favor! Hoy canta Vilas, nota de César Litvak publicada en la revista El Gráfico nº 3685 el 22 de mayo de 1990.
"Tratándose de ese hombre, El estadio Obras tendría que estar tapizado por una cancha de supreme-court. Pero no... El lugar se ha convertido en un gigantesco boliche. Surcado desde el techo por luces audiorrítmicas. Bombardeado desde las cuatro puntas por un volumen que no suena, estalla. Y todos ellos, miles de adolescentes forrados en camperas de cuero negro y luciendo sus raros peinados nuevos, están por él. No importa que también loquen El Signo, Praga Khan Jade 4U, Hithouse y Rocco Granata. En esta noche, sólo importa él. Él y su música. Por eso, a las tres menos cuarto de la madrugada del domingo 13 de mayo, cuando el locutor lo anunció, fue como si algún umpire hubiera dicho: 'Silencio, por favor...' Todo se detuvo por un momento, todos miraron al escenario. Entonces apareció Guillermo Vilas, camisa multicolor, jean ajustado, botas texanas negras, el pelo tan largo como siempre pero sin vincha, y la mano izquierda, esa zurda que lo hizo famoso mundialmente, libre, marcando el ritmo en el aire, mientras empuñaba el micrófono inalámbrico con la derecha (¿continental, western?, acá no importa, da lo mismo)... Y también su voz, claro. Su voz cantando 'Tú eres para mi'.
Ese fue el primero de los tres temas. Después le siguieron 'Pide lo que quieras' y 'Si quieres amarla'; ahí terminó su show. Así es la modalidad Ware house Party, donde artistas y dee jays (disc jockeys, bah) se van alternando sucesivamente hasta el fin de la fiesta. Pero el debut oficial —para los amantes de las estadísticas— habrá que registrarlo en la premiere del jueves 10 en New York City. Fue mucho más selecto y exclusivo, con los íntimos como testigos, incluyendo al profesor Juan Carlos Belfonie —no podía faltar— y a su padre, el Cholo Vilas. El espectáculo fue el mismo y el fervor tanto, que cuando el italiano Rocco Granata lo invitó a subir al escenario para cantar juntos su pegadiza versión de 'Marina', Guillermo terminó zambulléndose sobre el público al más puro estilo Peter Gabriel. Alguien lo asoció a uno de los tantos festejos de la Copa Davis en el Buenos Aires. Pero esto era otra cosa. Era haber cumplido un sueño después de muchos años. Era reanudar su relación con la gente... Era seguir siendo protagonista aun sin la raqueta.
Hace casi un año, desde que el italiano Claudio Pistolesi lo eliminó en la primera rueda de Roland Garrós. que no empuña una raqueta en el circuito profesional. 'Dejé porque no podía más. En los últimos tiempos había dejado de tener pasión por el tenis. Sentía dolor al jugar... Algún día espero querer otra vez a este deporte' dice a tres meses de cumplir 38 años. Ese fue el retiro del tenis oficial. Después vinieron una serie de clínicas junto a Ricardo Rivera por varios puntos del país, pero nada más. Atrás habían quedado casi dos décadas por los courts del mundo, la conquista de 61 torneos del Grand Prix y 4.897.967 dólares sólo en ganancias oficiales, sin contar como mínimo esa cifra duplicada por contratos publicitarios y exhibiciones. Desde entonces volcó la misma obsesión laboriosa, el mismo tesón de entrenamientos y partidos al estudio de grabación.
En realidad, el disco que estará en la calle en julio y que por sugerencia de su padre, el Cholo Vilas, quizás se llame 1990 —aún no está definido— es un proceso que ya lleva cinco años de elaboración. Cinco años de aprendizaje bajo la producción artística de Bernardo Bergeret y la producción general de Pity Yñurrigarro (socios de Abraxas, la misma agencia que representa, entre otros, a Los Fabulosos Cadillacs y León Gieco). 'Cuando Bernardo me escuchó por primera vez. me dijo que cantaba muy mal. Eso me hizo amar mucho mas el canto v tratar de hacerlo mejor. Siempre me gustaron los desafíos. Las cosas imposibles me han incentivado durante toda mi vida', explica Guillermo. 'Algo que también me impulsó tue un encuentro que tuve hace unos años con Mark Knopfler, el guitarrista líder del grupo Dire Straits. Lo conocí en la tienda de guitarras que tiene un argentino amigo mío, Rodolfo Pensa, en New York. Nos enganchamos de entrada, quizás porque Mark es de Leo, igual que yo. Encima usa vincha, pese al poco pelo que tiene. Ahí me confesó que se la había puesto después de verme jugar por televisión. Fíjate en el video de Dire Straits en vivo', me dijo, 'con las luces bajas vas a ver que parecidos somos'. Y tenía razón: cuando lo vi en mi casa fue como verme a mi tocando la guitarra... Ese día me animé y le di para que escuchara uno de los primeros demos que grabe.
'—Bueno, ahora tocalo acá. con esta guitarra— me pidió.
'—Ah, no, yo no toco —le contesté—. Solo canto...
'—Tenes que estudiar hasta que puedas tocar vos mismo tus temas— dijo.
'Ese fue un gran incentivo. Knopfler me aseguró que me iba a ayudar cuando tuviera un disco grabado. Bueno, va está. Ahora se lo voy a llevar para que lo escuche. Creo que ese encuentro fue decisivo...'
Son nueve temas —quizás diez si incluyen uno netamente instrumental— en donde Vilas sólo aporta su voz para cantar todas letras de su autoría, con música propia o compartida en algunos casos junto a Paul Dourge (ex bajista de Fito Páez y últimamente con los hermanos Nicolás v Alejandro Guerrieri. Rossana Cortez y Darío Moscatelli (todos integrantes de RAN, un grupo de jóvenes sin experiencia profesional hasta que Vilas los escuchó en un concurso de demos en la FM X95 y decidiera darles la responsabilidad de grabar junto a él. Sin embargo, el estilo musical elegido no tiene nada que ver con el rock de guitarras callejeras que Guillermo siempre escuchó de próceres como los Rolling Stones o Lou Reed, por citar dos de sus preferidos. No. El sonido escogido es la House Music.
—¿Por qué terminaste expresándote a través de la música house?
—Por vanas razones: Por más que a mí me gusten los Rolling o tantos otros, solo me gusta para escucharlos, pero no para hacer lo mismo. Es como cuando le ves una remera roja a alguien y decís: «¡Que buena que le queda!», pero cuando te vas a comprar una para vos la elegís azul, ¿entendés? Además, el house es un estilo ideal para alguien como yo que no tiene mucha técnica musical y que da mucha libertad por estar en plena evolución.
Por eso no toca la guitarra. Sólo canta, acompañado en siete de los nueve temas por su novia Michelle haciendo coros. El house es la música bolichera de esta generación, los adolescentes hijos de aquellos rockeros hippies del paz-y-amor-loco. Y lo es porque se basa, en lugar de las ya clásicas guitarras eléctricas, batería y bajo, en las nuevas máquinas computarizadas como el sampler. Una especie de grabador, pero digital, al que se le introduce cualquier tipo de sonido. desde el de una guitarra hasta un aplauso, y se lo combina infinitamente. 'Por ejemplo, nosotros —cuenta Guillermo— tomamos el sonido de las cornetas de la hinchada de la Copa Davis, lo sampleamos y lo utilizamos rítmicamente'.
Después del debut, el relax, la autocrítica, el futuro...
—Y sí... un poco de miedo tenia —confiesa—. Tanto la gente como yo queríamos ver qué pasaba en esta primera vez. Lo importante es que ellos saben que esto no es improvisado. Vos estuviste en el estudio, viste cómo trabajamos. En estos momentos es lo mejor que puedo hacer. Y si tardé cinco años para mostrarlo es porque no me sentí seguro hasta el día de hoy...
—¿De tenis, ni hablar?
—Es como cuando te peleas con una novia a la que quisiste durante mucho tiempo. Al principio te cuesta olvidarla, y si por casualidad la reencontrás en algún lado te lastima. Por eso no volví a ver partidos, no estuve en la Davis, nada... Todavía me lastima. Lo que sí pienso seguir haciendo son las clínicas junto a Riverita. Porque desde que yo empecé hasta hoy nadie se encargó del jugador de club. Todos se fijaron en el principiante o en el avanzado, pero en el del medio, nadie. Pero eso te lo puede contar mejor Pity, que es el que va a manejar todo.
Es que Abraxas lo representa desde ahora, no sólo artísticamente, sino en todo lo relacionado al tenis.
—Sí —dice el manager—, pensamos seguir con las clínicas por todo el país, y además queremos filmar una serie de 50 micros televisivos donde Guillermo enseñará a partir de su experiencia. Estamos conversando con varios sponsors para concretar esto, que después se trasladaría a un video de una hora y media de duración.
—Y musicalmente, Guillermo, ¿qué es lo que vendrá?
—Ahora me voy a Estados Unidos con Michelle y con mi padre. Vuelvo en julio para la presentación del disco y viajo otra vez. Después de eso pienso dedicarme a producir a grupos nuevos, jóvenes, aquellos talentos que no tienen los medios para llegar al disco. Estoy terminando mi propio estudio de 16 canales, está todo encaminado.
—¿Cómo manejas el tema de la crítica? Sobre todo en un país donde generalmente se castiga la dualidad: si jugás al tenis, te tenés que dedicar a eso y no podés hacer otra cosa, ¿no?
—Mira, si fuera por eso yo ni hubiera empezado a jugar al tenis: primero me dijeron que no tenía condiciones; después, cuando se jugaba de blanco y con gomina, yo empece a usar remeras de color y me dejé el pelo largo; cuando todo el mundo pegaba plano, junto a Borg impusimos los efectos... Lo importante es hacer lo que uno siente. El fracaso siempre depende de tus aspiraciones. Si tenés demasiadas de entrada, seguro que terminás autodestruyéndote. Mi éxito fue tomarme esto de la música con paciencia. Por eso grabé diez, quince, veinte versiones de cada canción hasta que quedé conforme. No sé cómo lo tomará la gente. Pero si sé que estoy totalmente seguro de lo que les estoy dando. En este momento es lo mejor que puedo dar...'
Y lo da con el mismo método de siempre. Con el talento del esfuerzo.
LAS IMÁGENES DEL PRIMER RECITAL
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