16.4.10

Terrorismo

A QUINCE AÑOS DEL ATENTADO EN OKLAHOMA
El miércoles 19 de abril de 1995 un coche bomba estalló frente a un edificio gubernamental en la ciudad estadounidense de Oklahoma. El ataque terrorista causó la muerte de 168 personas y heridas a muchas más. Inmediatamente las sospechas cayeron sobre fundamentalistas musulmanes, pero las investigaciones comprobaron que el atentado fue cometido por un grupo ultraderechista estadounidense. La crónica de los hechos en El miedo de todos, nota de Luis Sartori publicada en la revista Noticias, nº 956 del 23 de abril de 1995.



"Existen 89 guarderías federales en todo Estados Unidos, que atienden los chicos de 6.000 familias. La mañana del miércoles 19, Patsy Leonard (27) se apuró a levantar a su bebito de 6 meses: tenía que llegar media hora antes a su trabajo en la sede de la YMCA, en el centro de Oklahoma. Como todos los días de semana, Patsy pasó primero por la guardería federal del segundo piso del Alfred P. Murrah, una mole de nueve pisos, de fachada de vidrios, calle por medio dela YMCA. Siempre apurada, bajó corriendo las escaleras, llegó a la esquina y -por la espalda, como una puñalada- la conmovió la explosión. Quiso regresar por su hijo, pero se encontró con un muro de escombros.

Tres noches después, Patsy todavía hacía guardia, desolada, detrás de las barreras puestas por los equipos de rescate a una cuadra del desastre. Había pasado por todos los hospitales y por todas las morgues de la zona. Su esperanza seguía firme.

Melva Noakes (51), la regordeta encargada de la guardería desde hace tres meses, no podía contener el llanto el viernes, cuando dio una conferencia de prensa. 'Los niños son mi vida. No puedo creer lo que pasó'. De milagro, la explosión la tiró sobre una parte de la sala que no fue destruida. No pudo impedir que la muerte le arrancara a casi todos sus chicos.

Dos historias de horror, entre cientos. El regreso de una pesadilla que los argentinos conocemos desde marzo del '92, cuando estalló la embajada de Israel.

Muerte. Una estimación conservadora cuenta entre 250 y 300 muertos en Oklahoma, ciudad del centro agrícola norteamericano. Allí donde -como en el cercano Holcomb, Kansas, el pueblo real de la novela A Sangre Fría, de Truman Capote- 'los acontecimientos excepcionales nunca se habían detenido'.

La excepción llegó, y no sólo para sacudir a esa comunidad, habituada a los festivales de cowboys y los souvenirs de los indios cherokees, no a los expertos en terrorismo hurgando entre los escombros de una tumba colectiva. La bomba en Oklahoma (contra un edificio del gobierno central de los Estados Unidos) es la señal más espectacular del nuevo terrorismo de fin de siglo. Supone el peor atentado de la historia contemporánea en ese país. Y enciende el alerta rojo en todo el mundo. Ya no es la periferia la que resulta atacada (Beirut, Buenos Aires), sino la mismísima capital del imperio.

El mismo día, algunas horas antes, en un tren de la ciudad japonesa de Yokohama resurgió el ataque con gases que, un mes antes, había matado a 11 personas en Tokio.

Estos dos ataques tan distantes en geografía, guardan similitudes claves que los emparentan: 1) Sus ejecutores quizás operan como un grupo ramificado, quizás son algunos pocos locos sueltos. 2) Eligen objetivos concretos (en Oklahoma, parece ser el gobierno de Bill Clinton); en Tokio, el blanco fue demostrar la vulnerabilidad de una de las capitales del primer mundo. 3) No se detienen a separa eventuales culpables de víctimas al azar. 4) Atacan sitios absolutamente impensados hasta entonces como escenarios de guerra. 5) Tienen fácil acceso a la producción de armas novedosas, se diría caseras si no fuera por su alto potencial de muerte.

Rara casualidad temporal, el mismo día de miércoles la ETA, quiso -y no pudo- volar por los aires el auto de José María Aznar (42), probable próximo jefe de Estado de España. Otro auto bomba, como en Oklahoma, pero con la metodología criminal que está quedando como know how del pasado: un político, el objetivo perfectamente visible; un ataque restringido a él y a sus custodios; una reivindicación política explicada de antemano, la autodeterminación vasca.

El peor atentado. Como en los últimos tiempos, apenas la CNN sobrevoló en helicóptero el edificio destruido en Oklahoma, las primeras sospechas colectivas se dirigieron a los fundamenta listas musulmanes. Fueron 48 horas de histeria cultural en varias ciudades, con media docena de amenazas de muerte para la entidades musulmanes que agrupan a los 10 millones de personas de origen árabe que viven en los Estados Unidos. En simultáneo, se reprodujeron las consabidas amenazas de bombas en cientos de lugares y las salidas a las apuradas. Nueva York, Washington, Miami, Los Angeles, Boston.

(...)

Otro rumbo. Pero el viernes comenzó a calmarse la fobia antiárabe, surgida como pesadilla en suelo propio luego del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, en 1993. Los identikits de dos sospechosos con rasgos no musulmanes, y el número gratis que difundió el FBI hasta el cansancio; o la decisión política de Clinton de encontrar algún 'culpable' antes del fin de semana. Una de esas opciones llevó a prisión a los dos rostros de los dibujos, y a un tercer hombre.

Timothy McVeigh (27) y Terry y James Nichols, expertos en explosivos, del escuadrón de demoliciones del ejército, según las primeras versiones no confirmadas. Gente de ideas racistas, al menos los hermanos pertenecen a un grupo violento de derecha, llamado Milicia de Michigan, de los que hay varios en los Estados Unidos. Constituido hace un año, el grupo defiende a ultranza la portación de armas, hace prácticas de tiro en zonas ya identificadas (una estaría cerca de la ciudad de Decker, en el mismo estado de Michigan), y parecen haber debutado la semana pasada en acciones terroristas."


El atentado de Oklahoma

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