19.4.10

Política nacional

A 45 AÑOS DE LA MUERTE DE ALFREDO PALACIOS


El 20 de abril de 1965 falleció Alfredo Palacios, el primer diputado socialista de América. Abogado y legislador en varios períodos, fue el iniciador de la legislación social en la Argentina. También tuvo una prolongada trayectoria académica. Breve semblanza en Alfredo Palacios, amante del socialismo y las mujeres jóvenes, entrevista a Víctor García Costa de Iraí Rayén Freire, publicada en la revista La Maga, nº 271 del 26 de marzo de 1997.



"'Me propuse mostrar que tenemos que volver a Palacios -explica García Costa-. Porque, si no volvemos a Palacios, no tenemos destino. Cuando digo volver a Palacios me refiero a la conducta, a la abnegación, al sentido argentino de Palacios. A este hombre de un gran sentido nacional, humanitario, de un gran respeto por el hombre que trabaja, por la mujer trabajadora, por el niño. Fue el primero en luchar contra las escuelas rancho, construyó los hogares infantiles. Palacios fue un hombre que dedicó su vida a la política: es único e irrepetible.'
El historiador y periodista Víctor García Costa trabajó durante tres años en la biografía Alfredo Palacios. Entre el clavel y la espada. Socialista de toda la vida y proveniente de un hogar muy politizado, García Costa conoció personalmente a Palacios en la década del 50, cuando se convirtió en el secretario de Carlos Sánchez Viamonte, destacado dirigente socialista y amigo íntimo del primer diputado socialista argentino.
García Costa es un reconocido coleccionista de Palacios -conserva documentos, fotos, cartas- y de otros socialistas notables como Alicia Moreau de Justo, pero él prefiere definirse como un 'papelero infernal' y se lamenta porque quedó mucho material sin ser aprovechado: 'Con la vida de Palacios habría que hacer una enciclopedia', afirma.
El 10 de agosto de 1878 nace en Buenos Aires Alfredo Palacios Ramón, uno de los nueve hijos naturales surgidos de la unión entre Aurelio Palacios, un reconocido político oriental, y Ana Ramón, hermana de su cuñada.
El subtítulo de la biografía, Entre el clavel y la espada, define los rasgos fundamentales de la personalidad del político: su ideología y su honor. 'El clavel es el símbolo socialista y la espada simboliza los lances caballerescos. Nunca se apeó de esas dos cosas -asegura García Costa-. Su concepto del honor fue fundamental en su vida (por esto fue expulsado del partido). Era toda una concepción. Fue un socialista consecuente. Se puede decir que nació socialista porque él abrevó el socialismo en el Evangelio. No fue un hombre religioso, en absoluto. Por eso se dice que había contradicciones en Palacios: su socialismo y su individualismo, su pacifismo y sus duelos. Se dice que era contradictorio. Nada de eso: era una personalidad única.'
El 19 de marzo de 1904 La Vanguardia titula: 'Victoria socialista. Las elecciones del 13 de marzo de 1904, en Buenos Aires, han dado a la clase obrera el primer diputado socialista en América del Sud. ¡Viva el Partido Socialista Internacional!'.
Palacios es el primer candidato a diputado por la sección 4ª, La Boca. El 9 de mayo de ese mismo año toma la palabra por primera vez en la Cámara. De su vasta labor parlamentaria se destacan los proyectos de ley por una jornada laboral de ocho horas, la reglamentación del trabajo de mujeres y chicos y su lucha por promover la prohibición de los juegos de azar.
En 1912 es elegido nuevamente diputado, en 1930 accede por primera vez a la senaduría y en 1961 encara la última etapa de su tarea legislativa, que culminará sólo dos meses antes de su fallecimiento, en el 65.

Fábulas y leyendas

Su dilatada trayectoria política y su carisma dieron origen a un personaje sobre el que se tejieron muchas historias falsas. Cuando fue electo diputado nacional en 1904, se dijo que se había falsificado su fecha de nacimiento y que llegaba a la banca con 23 años y no con 25. Por ser extremadamente reservado en sus cuestiones personales y haberse mantenido soltero se le atribuyeron muchos más amoríos de los que en realidad tuvo. Con sus famosos duelos ocurrió otro tanto. La mayoría de ellos ni siquiera llegó a concretarse; sin embargo, la gente creía que constantemente se batía.
'Alguna vez -señala García Costa en su libro-, un autor dirá que, preso Palacios en una comisaría, jugaba al truco con otros tres presos y que, liberado uno, convocó al oficial de guardia para que integrara la mesa. Palacios no sabe jugar a nada y odia los juegos, salvo los amorosos...'
La figura de Palacios ejercía un fuerte atractivo, tenía un gran poder de convocatoria. García Costa fue testigo innumerables veces de cómo la gente se reunía alrededor de él cuando salía a caminar por los jardines de Palermo. Las mujeres de todas las edades lo seguían. 'Cuando ganó la senaduría en el 61 -recuerda- el acto fue monstruoso, imponente. Eran decenas de miles. Un acto con Palacios no era lo mismo que sin él. Además de muy buen orador, tenía un buen decir, un cierto aire castizo con la voz impostada. Tenía una gran experiencia oratoria. Algunos decían que estudiaba de memoria. Era mentira: Palacios podía citar veinte autores de memoria y no se equivocaba en una coma.'

Un político coqueto

Por más de sesenta años y hasta sus últimos días, Palacios vistió el mismo tipo de traje negro, aun cuando hacía tiempo que estaba pasado de moda. Había adoptado el negro tras la muerte de su madre y prácticamente no se apartó de este color por el resto de su vida.
Siempre fue muy cuidadoso en su arreglo personal. Jamás salió de su habitación sin estar perfectamente presentable y sin haber peinado personalmente su bisoñé.
(...)
'Dentro del campo del socialismo hace un formidable aporte -señala García Costa-, que es entroncar el socialismo internacional en las raíces nativas. Es de los primeros que habla a favor de las montoneras, es de los primeros que dice que la contradicción civilización y barbarie es inaceptable. Dice que nuestras raíces están en las luchas de los aborígenes a los que les robaron las tierras. Niega esa jerarquía que se le ha dado a la Conquista del Desierto.'
En 1961 se le diagnosticó un cáncer de próstata y fue operado. Recién en el 65 la evolución de la enfermedad lo obligó a abandonar el Congreso. Víctor García Costa era secretario de redacción de La Vanguardia y realizó anticipadamente el número especial por el fallecimiento del líder socialista.
Palacios falleció el 20 de abril de 1965 a las 18.10. Miles de personas concurrieron a la capilla ardiente en el Congreso a despedirlo y otros tantos le arrojaron flores desde los balcones.
El autor de Alfredo Palacios. Entre el clavel y la espada cree que el político socialista hoy en día no goza del reconocimiento que por su obra merece. 'La mayoría prefiere no recordarlo -sostiene García Costa- porque el nombre de Palacios molesta y se convierte en un agravio frente a la inconducta, frente a la incapacidad, frente a la pobreza intelectual, frente a la falta de coraje. Nombrar a Palacios es como tener que bajar la cabeza y reconocer qué lejos estamos de él. ¿Se imagina a Palacios hoy? -se entusiasma-. En un discurso crítico reuniría un millón de personas.'"

Documental sobre Alfredo Palacios:



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