MUERE MANUEL MUJICA LÁINEZ
El 21 de abril de 1984 falleció en su residencia cordobesa de Cruz Chica el novelista Manuel "Manucho" Mujica Láinez. Nacido en Buenos Aires en 1910 en el seno de dos familias aristocráticas, era descendiente de Pedro de Mendoza, fundador de la ciudad. Escritor, crítico de arte, traductor y periodista, -durante cuarenta años trabajó en el diario La Nación-, lo recordamos con fragmentos de la entrevista El estilo de Mujica Láinez, publicada en la revista Mercado el 20 de abril de 1978.
"-Cuando usted le da importancia a la belleza, se perciben en usted antecedentes literarios arquetípicos. Por ejemplo Proust o Flaubert quizá.
-Bueno, sí, pero sin ignorar a Dostoiesvki, sobre todo en 'Crimen y Castigo', que me maravilla. O no, mejor aun 'El Idiota'. Pero claro, 'Madame Bovary' es estupenda y qué decir de Balzac. ¡Quién no hubiera querido serlo! Aunque yo lo que he tenido siempre es la preocupación estilística, que es lo más alejado de Balzac que existe. Ahora, es cierto que quienes más influyeron sobre mí fueron, sin duda, Proust y ciertos libros de Virginia Woolf. Fíjese que si se lee mi libro 'El Unicornio' pueden advertirse en él rastros del 'Orlando', sobre todo en algunos matices nebulosos tan propios de Virginia Woolf. Una novela que me hubiera gustado escribir es 'Otra Vuelta de Tuerca', de Henry James. Pero... (mire, me estoy entusiasmando con este tema) en realidad, si a mí me preguntasen qué libro me hubiera gustado escribir desde 'La Ilíada' en adelante (aunque la Ilíada no me interesa), si yo pensara en páginas que abarcaran la imaginación, el sueño, la ternura, elegiría entre todos 'Alicia en el País de las Maravillas' . Sí, es eso lo que siempre soñé poder escribir.
-En esa lista no figura ningún escritor argentino. Da la impresión de que a usted, como a tantos de su época o generación, los han marcado o influido más que nada las literaturas francesa e inglesa.
-En mis tiempos de muchacho no había prácticamente literatura argentina. Leíamos directamente a los grandes de Europa en su idioma original porque no había tampoco traducciones. Pero, claro, yo no he mencionado a Borges, al que todos en alguna forma le debemos algo. Sé que lo que escribo no tiene absolutamente nada que ver con él, pero Borges sin embargo, aun silenciosa o disimuladamente, nos ha dejado algo a todos nosotros, los escritores. A veces se me pregunta que dé mi opinión sobre esos libros clásicos o tradicionales de nuestra literatura y yo prefiero eludir la respuesta para no pasar por arbitrario o injusto.
-Hay un autor que viene a ser algo así como su antagonista en lo literario. Me refiero a Roberto Arlt. Era de su tiempo.
-¡Ah! ése es un hombre muy interesante. Es alguien verdaderamente interesante a quien yo he leído desde muy joven. Siempre supe que escribía muy mal, realmente, pero también que era dueño de una imaginación espléndida. Los personajes creados por Arlt son los de los actuales novelistas. Mire, cualquiera de esos escritores latinoamericanos del famoso 'boom' y esas macanas que se inventan es inferior seguramente al Arlt de 'Los Siete Locos' o de 'Los Lanzallamas', que son obras admirables. Si ese hombre hubiera sabido escribir, manejar mejor el idioma para expresar todo lo que su imaginación le pedía, hubiéramos tenido a un verdadero genio. Compartí su misma época, pero nunca lo conocí personalmente. En cambio al que conocí y admiré fue a Alberto Gerchunoff. Más aun que su condición de excelente escritor era admirable por su conversación brillante, su lenguaje lleno de imágenes e ideas. Creo, realmente, que fue la personalidad más interesante que yo he conocido.
-Hace un rato contó de sus lecturas en el idioma original de ciertos autores europeos. El dominio de uno o más Idiomas, además del español, es común en escritores como usted, Bioy Casares, Borges, Sabato, Mallea, Blanco...
-Bueno, yo hablo francés e inglés con la misma naturalidad que el español. En mi caso, a los cuatro años me llevaron a estudiar a Francia y luego a Londres. Es que hace muchos años era más barato vivir en París que en Buenos Aires, una situación que pareciera volver a repetirse. Mire, era diez veces más barato vivir en Francia que en nuestro país. Esa circunstancia -permanecí varios años allá,- me interiorizó de aquellas culturas y me sentí cada vez más conmovido y contagiado. Quiero decir: enriquecido. Por eso me siento muy cerca de Europa. Mire, uno en verdad por razones de espíritu es casi un desterrado. Pero aun así, aun cuando yo hubiera podido organizar mi vida en Europa como otros escritores, nunca he querido hacerlo. Yo quiero mucho a este país aunque sienta nostalgia de aquello. Haberme quedado aquí no me ha beneficiado como escritor en cuanto a la difusión de mi obra. Yo soy prácticamente desconocido en Francia o Inglaterra, o los Estados Unidos. Pero es que salvo Borges, que ha podido atravesar mágicamente la barrera que Europa significa para los escritores americanos, ningún otro es verdaderamente leído. A veces me pregunto cómo hubiese sido mi vida si yo hubiese nacido en Italia y escrito 'Bomarzo' en italiano. Seguramente habría sido un libro más importante que 'El Gattopardo', habría trascendido a través del cine, a través de ensayos, y yo hubiese sido un viejo conde veneciano o algo así. Y si pienso que 'El Unicornio' lo hubiese publicado en Francia, ahora yo sería miembro de la Academia de Letras de Francia en vez de pertenecer, como ahora, a la Academia Argentina. Que no es lo mismo, ¿verdad? Bueno, ya se sabe que existe una fatalidad y a mí me ha tocado vivir en el país menos parecido a mí que existe. Con excepción, tal vez, de Australia y Canadá, éste es el país que menos se me parece.
-Probablemente porque el carácter de su literatura necesita de la pátina del tiempo. Porque usted no puede vivir o escribir sin una historia densa, caudalosa, sin palacios, sin mitos.
-Claro, porque yo soy un hombre para el cual el pasado adquiere una importancia esencial; vivo reinventándolo. Pero aquí, como comprenderá, eso es muy difícil porque no lo tenemos. En Brasil, por ejemplo, -aun con la desventaja del idioma- hubiese tenido a mi favor el misterio, la magia, el barroco, los negros, la macumba. Bueno, debo resignarme. Me ha tocado nacer aquí y he hecho lo imposible. Esos que se quejan de mí porque me creen 'extranjerizante' no deben haber leído mi obra. Fíjese -ya sé que usted la ha leído y por eso este diálogo- que se refiere casi totalmente a esta ciudad con excepción de 'Bomarzo' o 'El Unicornio'. Además, qué raro es esa pretención de que un escritor argentino sólo deba referirse a temas argentinos. A los europeos no se les ocurre pretender lo mismo de sus escritores. Bueno, ahora estoy terminando una novela que se llama 'El Gran Teatro' y que transcurre en el Colón.
-Ese es un tema argentino: lo van a felicitar esta vez.
-Y universal también, es un tema que enlaza dos situaciones paralelas y simultáneas: el estreno en el Colón de 'Parsifal'. la obra de Wagner, y lo que ocurre en la platea. Arriba del escenario, la densidad, la nobleza, la creación de un compositor genial. En las butacas, la frivolidad, el diálogo hueco, la indiferencia. Quiero demostrar que mientras sucede la ola de la música y el arte de Wagner, los personajes de la platea no se dan cuenta, aferrados a otras emociones triviales. El arte de Parsifal les pasa por encima sin que lo capten. De pronto, uno o dos personajes, casi insignificantes, son los que rescatan en toda su intensidad el mensaje musical.
-De alguna manera, se trata de una observación crítica de la clase a que pertenece usted. También lo hizo en 'La Casa'.
-Y es lógico porque es lo que conozco, lo que he compartido, lo que puedo contar. A mi siempre se me ha dicho que yo era el 'campeón' de esa clase, y, paradójicamente, he sido el que pudo desmenuzarla. Y lo he hecho sin resentimiento, sin intenciones políticas o sociales, y creo que eso me ha beneficiado, por lo menos a mi literatura.
-Mientras me mostraba los apuntes del original de la nueva novela se ve cómo usted dibuja a los personajes, cómo los viste.
-Bueno, es que mi literatura es tan visual que francamente no me explico cómo no se les ha ocurrido llevarla nunca al cine. Los directores argentinos se complican con argumentos donde prácticamente hay que rehacerlo todo y yo tengo libros hechos en lenguaje cinematográfico. La China Zorrilla me lo decía los otros días. Yo pienso que tal vez mis escenarios les parezcan demasiado paquetes. O quizá, no haya ningún Visconti aquí. Quiero decir, alguien preocupado por la belleza. Sí, por la belleza."
Entrevista a Mujica Láinez
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