31.3.10

Periodismo

SEGUIME CHANGO, SEGUIME


El 2 de abril de 1997 falleció José de Zer, quizás el cronista más extravagante de la televisión porteña. Famoso por sus notas en Nuevediario con el camarógrafo Carlos "Chango" Torres, cubrió desde ovnis en el cerro Uritorco, pasando por la desaparición de la doctora Cecilia Giubileo hasta el crimen de la estudiante María Soledad Morales, en Catamarca. Antes de llegar a Canal 9 trabajó entre otros medios en el diario El Mundo, en Canal 13 y en las editoriales Atlántida y Perfil. Rescatamos un fragmento de Giulietta, Gelsomina y Cabiria en la strada porteña, entrevista de José de Zer a la actriz italiana Giulietta Masina, publicada en Gente, nº 167 del 3 de octubre de 1968.





"Todo en ella es irreal, fantástico, desconcertante. Por momentos uno cree perder el sentido de la realidad y su figura chaplinesca parece esfumarse hasta llegar a ser algo invisible. Se confiesa sensitiva y vidente, vive entre la magia y la parapsicología, lee directamente el pensamiento ajeno, y dice que las películas que realiza Federico Fellini, su marido, son visiones extrañas que sólo ellos pueden percibir.
Durante dos días Giulietta Masina se expresó total y libremente. Desde 'La Strada' a las 'Noches de Cabiria', luego a 'Ocho y Medio' y por fin a 'Giulietta de los Espiritus', respondió sobre Fellini, su trabajo como actriz, el mundo secreto de sus cosas, y el destino de su matrimonio que recién morirá dentro de 'quince mil años'. Irreal, fantástico, desconcertante.
Las ventanas de la estancia El Recreo, donde Giulietta había pasado todo un día, aún reflejaban la luz amarillenta del sol cuando regresamos a la capital. En el hall del hotel dijo: 'Espera'.
-¿Qué?
Me ofreció un cigarrillo, hizo un gesto a su sobrina Simonetta, una joven romana de 19 años que la acompaña a todos lados, se miró en el espejo:
-Vamos al bar a tomarnos un whisky. Los dos solos, ¿no quería hablar?
Lo pidió doble con un chorrito de soda.
-Hace frío. De modo que quiere saber cosas. Bueno, ni Fellini ni yo tenemos reglas morales, digan lo que quieran. Lo moral es todo lo que da la vida y lo inmoral todo lo que quita la vida, ¿verdad que sí?; ¿verdad que tengo razón? ¿Usamos la telepatía?
-Ignoro ese tipo de facultades.
-¡Aaah! es una pena. Con eso Federico financia sus películas. Hay que dar porciones de sentimientos y libertades amorosas. La infidelidad es hoy para nosotros un punto de encuentro de nuestras comunes inclinaciones a la asimilación.
-Disculpe, pero no la entiendo.
-No es novedad. Nadie entiende a Fellini.
-Pero yo hablo con Giulietta.
-Pero yo ocupo su lugar y su vida como él la mía. Hablo porque él me da su voz para hablar. El pecado y la depravación no están en nuestro matrimonio, sino en otra parte.
-Muchos interpretaron así el film 'Ocho y Medio'.
-Cómo no: amémonos los unos a los otros. 'Ocho y Medio' fue una especie de puerta para nosotros. Fue un placer realizarla. Se trató de mostrar el esqueleto humano. El protagonista, Mastroianni, es un olvidado de la vida con un agonizante remordimiento de culpabilidad hacia su mujer, a quien no puede dejarla sentimentalmente. Se mueve en olvidos de pecados, bajezas, para terminar en la confusión y en la gastada y repetida caricia de su esposa. ¿Hace frío o soy yo que siento?
-¿Hacer 'Ocho y Medio' es un poco el matrimonio de ustedes?
-Exactamente, pero a sabiendas. Sin culpabilidades ni conceptos equivocados. Como un postre; yo no me siento una mujer engañada ni dueña de la fidelidad. Creo como Fellini en la relación personal entre tres o en la de dos. Después de 25 años de casados somos individualistas. Hay estímulos, pasiones o inteligencia entre Fellini y yo que ya hemos agotado. Nos hemos descubierto, tenemos libertad sin careta, sin problemas de celos, sin tabúes.
-¿No le molesta que Fellini le sea infiel?
-Al contrario, me agrada, Fellini y yo nos amamos. Esa es la única verdad de nuestra relación.
-¿Como en 'Giulietta de los Espíritus'?
-Supongo que si. El matrimonio es la única actividad social a la que no hace falta invitación.
Calló un momento, miró su reloj, desvió la vista.
-Pidamos otro whisky. ¿Qué estábamos hablando?
-Sobre 'Giulietta' y...
-¡Ah!, sí. También muestra lo mágico de la crisis matrimonial. Los milagros de la formidable reflexión sobre la reflexión. La idiotez de la estructura mental del hombre civilizado. El dos tiempos que alimenta al pensamiento moderno: el sí y el no. Las dos caras, el estado intermedio que desconocemos, una tentativa de alcanzar la realidad. Sí, 'Giulietta' es una sugerencia a las mujeres, la liberación verdadera, interior. En la película la condena matrimonial se resuelve de una manera negativa, pero 'Giulietta' se encuentra consigo misma, que es lo esencial. Toda la obra está hecha de misterios, visiones, experiencias; y una visión que los comunes no saben comprender.
-Entonces usted y Fellini no son comunes.
-Exacto.
-Sin embargo el público y los críticos han interpretado a Fellini como un genial director y lo han entendido.
-No, simplemente le conceden una beca. Fellini no es un genio. Sólo que a través de sus películas obliga a pensar que existen estados de conciencia ignorados. Trata de hacer notar sus pensamientos, establecer todas las conexiones posibles para comunicarse con los humanos. Es admirado porque probablemente sea menos fantástico que la realidad.
-¿Qué? ¿Acaso posee poderes mágicos?
-Sí, es un gran calculador humano, tiene un estado de conciencia diferente a los demás. Vive en la intimidad, siempre inspirado, es un 'levántate y anda'.
(...)
-¿Por qué Fellíni la elige a usted para sus películas?
-Sólo porque yo soy su existencia entre la imagen gráfica y su conciencia que se mueve en la magia y la realidad. Simplemente puede utilizarme en sus misterios. Nos pertenecemos como si fuese un solo pensamiento. Creo que juntos hemos alcanzado las profundidades de lo desconocido. El es mi placer y yo el suyo, somos dos corruptos inocentes. Pero ya no puedo desprender la actriz de la mujer. Filmando o no todo es en mí real: tomar un whisky, abrir la puerta, caminar por la calle, charlar. La naturaleza y el artificio son idénticos en el cine. No hace falta pensarlo. El mundo exterior y el mundo de la obra de arte son iguales. La obra es realidad, no símbolo, ni expresión, ni significado.
-¿Entonces yo con quién estoy hablando? ¿Con Giulietta Masina actriz o con Giulietta Masina mujer?
-Nunca hay que esconder lo que al fin desnudaremos. Míreme bien: ¿quiere hacer una nota con mi biografía o con mi autobiografía, que es mucho peor? ¿Cree que alguno que no sea Fellini puede darse el lujo de ser mi inspiración o mi estado de ánimo? Los demás sólo sirven para rodearme. A los 53 anos, tres más que mi esposo, cuesta mucho iniciar romances, decir otra vez las mismas palabras y creer que los mismos actos son nuevos. Todo en mí es la representación de la totalidad. No trate de buscar en mí sentimientos, ni figura humana, ni materia liberada. Yo me llamo Giulietta Fellini, ¿no se lo han dicho nunca?
No pude disfrazar la confusión que, creo, enrojeció mi cara. Ella sonrió, sacó la lengua, se cruzó de brazos, frunció el ceño:
-Créame, mujer o actriz, ya tuve todas las aventuras necesarias. Ahora con Federico estamos en la pasión latina. Es un escándalo... pero son 25 años de casados.
-¿Cómo es Giulietta Masina mujer?
-Como lo soy en mis películas. Creo en todo, ingenua, admiro lo desconocido porque conservo intacta mi imaginación y no me interesa poner orden en todo eso. Lo moral, racional, social, no es asunto que me importe. Creo como Federico que todo lo humano está aún inexplorado. Me brindo a todo y a todos. Soy ultra sensible.
(...)
-¿Por qué elige a (Marcello) Mastroianni en sus películas?
-Porque es tan desconcertante como nosotros. Desintegrado de su yo. Acometido por extrañas fuerzas, conmovedor. Cree en Dios y se aferra a Cristo para que no lo trastorne la angustia. Respira nuestra atmósfera.
-¿Filmaría con Bergman?
-No. Es un excelente director. Descubre panoramas maravillosos y deslumbradores. Su cámara es un raro espejo del alma, verdadero, pero a la vez odia el pecado y se envuelve en una increíble confesión de purezas. Yo no filmaría con nadie que no sea Fellini.
(...)
En pocos minutos se disolvió 'Cabiria', 'La Strada', 'Ocho y Medio', 'Giulietta de los Espíritus' caminaron por el hotel, que en ese momento me pareció un enorme circo. Quizás no lo crean, pero no se oía ni una risa, ni un murmullo, ni una voz. Sólo enormes caras como fantasmas colgando en el espacio. Hice un esfuerzo por volver a la realidad. La pequeña figura de Giulietta pareció aumentar con esa sonrisa y esos gestos tan fellinescos.
-Esto puede parecerle horrible. Pero no se olvide que somos como el nacimiento y la muerte al mismo tiempo, prisioneros de un purgatorio. Hay un fin, pero no crea que es el real: la muerte de la muerte. Y ya no hablemos más. Simonetta me está esperando en la habitación.
Se borró a sí misma y fue precisamente en ese momento, extraña coincidencia, que varios niños entraron gritando. Se paró como absorbida por una deliciosa sensación:
-Este es el circo de la vida, dijo, y tomó el ascensor.
Salí a la calle mientras Giulietta se vestía para ir a escuchar tango. En la esquina de Córdoba y Cerrito me pareció que todo era un enorme circo y las personas bandas trashumantes de cómicos de la legua. De pronto vi una carreta y corrí hacia ella. El chofer del taxi bajó la banderita y preguntó: '¿Adónde vamos, señor?'. Irreal, fantástico, desconcertante."

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