31.3.10

Policiales

CONDENAN AL BAMBINO VEIRA

El 4 de abril de 1989 el juez de sentencia Eduardo Albano condenó al ex futbolista y director técnico Héctor Rodolfo Veira a cuatro años de prisión por un caso de abuso sexual. El Bambino fue acusado de intentar violar al menor Sebastián Candelmo el 17 de octubre de 1987, pero tiempo después fue absuelto y luego vuelto a condenar. La crónica del caso, en La ley del deseo, nota de Horacio Redondo en la edición nº 238 del semanario El Periodista, del 14 de abril de 1989.




"José Ramírez, transportista de caudales, simbolizaba el desconcierto colectivo. 'No puede haberle hecho una cosa así al pibe. Debe ser un error o una mentira.' Incrédulo, asistía a la caída -una vez más, y van...- de uno de sus ídolos como consecuencia de un fallo ju dicial que condenaba a cuatro años de prisión por 'violación en grado de tentativa y promo ción de la corrupción en concurso ideal' a Héctor Bambino Veira.
La endeblez del fallo fue po tenciada con un interrogante que se hicieron todos los Ramí rez del país: ¿Con qué necesi dad? Es que la idea de que el Bambino reclamara sexualmen te a un chico de trece años no se correspondía con la imagen de tipo corrido y varón deseado que Veira fabricó de sí mismo a lo largo de un cuarto de siglo, desde que, a comienzos de los '60, se empecinó en alegrar al tedioso fútbol de la época.
Desde entonces, la memoria colectiva tuvo tiempo para bo rrar los malos recuerdos y las puteadas que se ligaba el Bam bino cada vez que en la cancha 'era un fiambre. No veía ni una.
iTenía un sueño!
'. Quedó, en cambio, el lado bueno, sus vir tudes de amigo leal y respetuo so de los subordinados, dos condiciones superlativas entre la comunidad varonil que lo convirtieron en un prototipo simpático para sus congéneres y apetecible para ciertas fanta sías femeninas.
'Hay cosas que no se pue den decir', aseguran los cole gas del periodismo deportivo, cuando se los inquiere por los antecedentes del Bambi. Cu chichean entre ellos sobre sus hábitos de promiscuidad sexual y lanzan un indescifrable 'anda en la onda gruesa'.
Sin embargo, cuando otras eran las circunstancias, Alberto Laya -Olímpico- escribió en La Nación la crítica más severa y desgarradora sobre la persona lidad de Veira: 'No se sabe si su mente sería capaz de estallar al ser sometida al desusado es fuerzo de pensar. Si cometiera ese acto insólito, tal vez, podría escucharse un ruido extraño, rechinante, desarmónicamente metálico como el que produce un puñado oxidado de engra najes sin aceitar. Sólo podría ser condenado a una pena má xima, la de pensar'. El enojo de Olímpico se originó en unas declaraciones de Veira, por enton ces un mocoso que se compa decía soberbiamente de los trabajadores argentinos.
Hábil con la zurda, Veira de butó en primera con el pie dere cho. En aquella ocasión enlo queció a un back de los de an tes, Rubén Marino Navarro, el Hacha Brava de Independiente que, cansado de que lo pasara de largo, lo levantó en el aire de un patadón, al tiempo que la pierna del Bambino hizo crack y el dolor le preanunció fractura.
Al día siguiente, comenzó la fama. Su extremidad enyesada apareció en los diarios, ilustran do las loas al virtuoso. Vendrían después la plata grande y las fotografías con Nicky Jones, Oscar Casco y con el propio Juan Carlos Rousselot, junto a quien promocionó benéficos partidos de fútbol.
Tan rápido como su ascenso deportivo fue su consagración como noctámbulo. Su compañero de parrandas era Oscar Ringo Bonavena. 'iGrande, Ringo! -lo evocaba en 1986, para La Semana-. Con él nos criamos juntos, éramos muy amigos. Por veinticinco años nos vimos todas las noches. Acostarnos a las siete de la ma­ñana era una costumbre para nosotros. Las que vivimos con Bonavena... iGrande... Grande, Ringo!'
El culto por la nocturnidad encuentra uno de sus sentidos en tanto medien mujeres. Una producción de la revista El Gráfico de 1984 pasó lista a las aventuras amorosas de Veira. La nómina incluia desde igno tas modelos hasta estrellas in ternacionales; entre ellas: Susa na Giménez, Pochi Grey, Nélida Roca, Mimí Pons, Marcela Ló pez Rey, Mirta Massa, Graciela Alfano, Zulma Faiad, Noemí Alan, Graciela Borges y un com binado de extranjeras integrado por Verónica Castro, Catherine Deneuve, Raquel Welch y Mary Stevens.
Tanta vitalidad generosa mente desplegada indujo a un médico a advertirle, cuando aún era jugador, que 'su cora zón es el de un viejo de 70 años'. Tal vez por eso, a los 32, y cuando ya era un parodiante del fútbol, abandonó el deporte no sin antes recalar en cemen terios de elefantes del profesio nalismo como Centroamérica o México. En este último país se vinculó con Fred Ssil, capitoste de la Paramount, quien lo con chabó para desempeñarse co mo indio o como borracho en una docena de spaghetti wes tern y por cuyo intermedio acce dió a la Deneuve y a la Welch.
Atrás quedaba su época de jugador, pero ciertas guaranga das de entonces fueron cíclica mente revividas en sus declara ciones periodísticas. Evocaba, por ejemplo, cuando 'Tim -aquel D. T. de los «matadores» nos había llevado a entrenar a los bosques de Palermo y yo practicaba tirándoles pelotazos a las parejas de enamorados'. O recreaba aquella madrugada en la que, con el Loco Doval, arrojaron a la piscina de un ho tel, con jaulón y todo, a dos pa pagayos que, bochincheros, no los dejaban dormir.
Protagonista durante una década de heroicidades y tra gedias, Veira exaltó siempre su modo de vida y menoscabó los ajenos: 'La política no va con migo y no me explico cómo hay gente que pierde el tiempo en esas cosas. Para mí puede ser presidente José Marrone o Martín Karadagián. Me da lo mismo'.
Su actual esposa, Sonia Pe pe, relataba en 1985, a la revista Flash: 'A mí me habían contado cosas de él que verdaderamen te me asustaban. No quería es tar un segundo en su compañía. Pero, fíjate qué raro, en el mo mento en que nos sentamos a tomar un café, me di cuenta de que me gustaba y me pareció todo lo contrario a lo que me habían dicho. De entrada no más, me fascinó. Y me en ganché...'
A la Pepe, la convivencia le aventó temores. Mejor para ella aunque sepa que en la vida del Bambino el sobrepasar límites fue una constante."

Con anestesia

"Sobria, la prensa no tituló Condenan al sátiro, eludió calificativos como abyecto u horroroso y excluyó mencionar a la perversidad sexual. Optó, en cambio, por las reglas de la 'objetividad profesional', consistentes en hacer decir a los otros lo que se quiere que digan o viviseccionar con pulcritud de carnicero un documento judicial.
Surtida por esa verdadera agencia de noticias que fue el bufete del doctor Luis Dobniewaki, abogado defensor de Héctor Veira, y por testimonios de quienes dijeron conocer al menor denunciante, los medios gráficos perfilaron al chico como fabulador y homosexual, condiciones que, tácticamente, legitimarían su violación.
En tanto, la vapuleada televisión, tuvo un arranque de lucidez en medio de su habitual ceguera. dos programas de ATC, Hombres de Ley y De Fulanas y Menganas, se hicieron cargo dle flagelo de la violación, un asunto que los hacedores de opinión parecen interesados en ocultar.
En medio de su desinterés por la significación social de la cuestión, un matutino porteño llegó al paroxismo. El martes 11 de abril Clarín aseguraba que actualmente 'el mayor problema del Bambino Veira es la cantidad de lesionados que hay en su plantel'".

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