En la mañana del viernes 10 de diciembre de 1999 Fernando de la Rúa asumió la presidencia de la Nación. Secundado por el líder del Frepaso, el peronista Carlos 'Chacho' Álvarez como vice, De la Rúa fue el sexto integrante de la Unión Cívica Radical (UCR) que llegó a la presidencia. Elegido por más de 9 millones de votos, el 48,37% de los sufragios, su arribo marcó el fin de la década menemista. Debió gobernar hasta diciembre de 2003, pero sucesivas crisis lo llevaron a dejar su mandato antes de tiempo. La crónica de sus primeros días, según la revista Trespuntos.
De la Rúa, hora cero, nota de Diego Rosemberg y Pablo Rosendo González, publicada en el número 128 de la revista Trespuntos, del 12 de diciembre de 1999.
"Fueron, sin duda, las cien horas más felices que vivirá hasta el 2003. A Fernando de la Rúa se lo veía dulce. Se le hizo realidad su sueño del pibe y recibió el bastón y la banda presidencial bañado por infinitos aplausos, besos y abrazos. Sin embargo, casi al mismo tiempo, advirtió que cuando la fantasía se hace realidad, no es tan placentera como se la sueña. Entre homenaje y homenaje, en nuevo Presidente tuvo que atender problemas cruciales: el arduo debate por el presupuesto, la sugestiva fuga del general paraguayo Lino Oviedo, la nominación de Rodolfo Barra al frente de la Auditoría General de la Nación, la crisis correntina y la intervención al PAMI ocuparon el poco tiempo libre que le dejó la intensa actividad protocolar.
Todo comenzó el jueves por la madrugada. Faltaban ocho horas para la asunción y todavía no tenía la versión final de su discurso. El fracaso de las negociaciones con los diputados opositores por la aprobación de la Ley de Presupuesto demoró la decisión del nuevo Presidente sobre cuál iba a ser el tono de su exposición ante el Parlamento.
De la Rúa había pedido papers a todos sus ministros y tres discursos: uno a su hermano Jorge, otro a un triunvirato compuesto por Luis Sthulman, Daniel Larriqueta y Lucio Schwarberg y un tercero en el que trabajaron dos Pablos, Gerchunoff y Tonelli. Finalmente, el nuevo Presidente utilizó extractos de todo lo que recibió. 'En el discurso hubo como doce manos', explicó uno de sus colaboradores. A las 9.50 del viernes, De la Rúa juró como presidente y a las 10.28 terminó de leer con tono firme el texto final que había repasado, cuando se despertó, a las 7.30. Sorprendió por la dureza con que trató al justicialismo. La última versión tuvo el tono que marcó una frase de su autoría: 'La situación es grave'.
Ése fue casi el único gesto político del día. El protocolo no le permitió más. Primero viajó hacia la Casa Rosada en el Cadillac 54 que había recibido de regalo su predecesor Juan Perón. Lo manejaba Raúl Acuña, chofer presidencial desde hace décadas.
'Casa de Gobierno sin novedades', le dijo un granadero. A las 10.57, fueron las primeras palabras que escuchó al arribar del brazo de Inés Pertiné a la Casa Rosada. A las 11.40, el escribano general Natalio Pedro Echegaray dio fe del traspaso de atributos. De la Rúa tenía la mirada perdida y los ojos vidriosos. Se abrazó con Carlos Menem y el mandatario saliente le obsequió una lapicera que Chupete guardó en un bolsillo externo del saco.
La escena la contemplaban a su derecha los funcionarios entrantes, a su izquerda los salientes. Parecía un scrum. Pero después hubo espacio para el tercer tiempo. Se vio a Alberto Flamarique abrazando efusivamente a Alberto Kohan, a Adalberto Rodríguez Giavarini conversando con Roque Fernández y a Raúl Alfonsín al lado de su otrora derrotado Ítalo Luder, entre otras parejas curiosas.
Antes de salir al balcón y de recibir la primera visita oficial, Ernesto Sabato, De la Rúa despidió a Menem, quien salió por la puerta lateral. El nuevo Presidente quiso acercarse a la prensa, separada por una valla. La contención cedió y se produjo un verdadero caos. De la Rúa no se inmutó. Ya temprano demostró que quería cumplir también con el protocolo mediático, indispensable en estos tiempos finiseculares. A la primer persona que saludó cuando salió de su casa fue a Figuretti, el hombre de Videomatch. El segundo, Andy Kusnetzoff, de CQC. El domingo, a la hora del partido, se citó con Clarín en un bar de Pilar, para las fotos de rigor y el lunes no le negó palabra a cuanto periodista se le cruzó en los pasillos que rodean su nuevo despacho.
(...)
El lunes, pero a la mañana, De la Rúa se reunió a las ocho con su secretario privado Leonardo Aiello y con Terragno. Poco después recibió el texto del decreto número 15 de parte del titular de la Secretaría Legal y Técnica Héctor Rodríguez, que convoca a sesiones ordinarias entre el 13 de diciembre y el 29 de febrero. En el temario incluye la ley de Compromiso Fiscal entre las provincias y la Nación, el presupuesto para el año 2000 y las leyes del arrepentido, de lavado de dinero y de lucha contra la evasión.
En los primeros tres días, De la Rúa firmó 15 decretos, la mayoría por cuestiones de forma.
El primero, el viernes, para poner en funciones al jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno. El último, el lunes, para convocar al Congreso a sesiones extraordinarias.
El martes se cumplieron las cien horas de Fernando de la Rúa como presidente. Tuvo alegrías y tristezas. Entre las primeras, consiguió acordar una rebaja en las tarifas telefónicas, y la frase que se le susurró al oído en la ceremonia de jura de los ministros el ex funcionario menemista Juan Llach: 'Gracias por la oportunidad'. El destino quiso que uno de sus disgustos llegara por un correligionario.
El martes, Melchor Posse se negó a jurar como secretario de Seguridad Social por considerar que estaría demasiado acotado en sus funciones.
La felicidad dura poco. Incluso en el poder. Y Fernando de la Rúa ya comienza a intuirlo."
LAS IMAGENES DE LA ASUNCIÓN
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