HACE 20 AÑOS CHILE INICIABA LA VUELTA A LA DEMOCRACIA
El jueves 14 de diciembre de 1989 fue elegido presidente de Chile el democristiano Patricio Aylwin. El candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia obtuvo el 55,2% de los votos y derrotó al postulante oficialista, Hernán Büchi, funcionario de la dictadura del general Augusto Pinochet. Fueron las primeras elecciones presidenciales desde 1970 y permitieron el restablecimiento de la democracia chilena tras la dictadura surgida del golpe de estado que en 1973 depuso al presidente Salvador Allende. La cobertura de la revista Acción.
Un futuro tutelado, nota de Maruja Naranjo Villalba, publicado en Acción, número 560 de diciembre de 1989.
"Paradójicamente, el triunfo de la oposición chilena en los comicios del pasado 14 de diciembre (los primeros que se realizan en 19 años), se transformó en una victoria a lo Pirro, si se hace una lectura de la representación parlamentaria obtenida por la derecha, que con un caudal no muy abultado de votos, accedió cómoda al congreso apoyándose en el espíritu de la truculenta ley que creó junto al régimen militar del general Augusto Pinochet.
Al meterse en el camino del NO, en el plebiscito del 5 de octubre de 1988, la oposición concertada de 17 partidos había logrado conquistar el derecho a la realización de elecciones por la vía pacífica, aunque este mismo hecho no consiguió derrumbar las leyes que aseguran la permanencia del régimen y de sus funcionarios de siempre. La alegría que siguió al triunfo del democristiano Patricio Aylwin, se empañó inmediatamente tras el conocimiento de que el número de legisladores derechistas seria mayor a los cálculos inicialmente previstos.
Y ese clima se notaba en cada rincón de Santiago. Sus habitantes, ávidos de la esperanza de dejar sepultada en la historia a los 16 años de dictadura militar, se sintieron, en parte, defraudados.
La ley electoral, que divide al país en 120 circunscripciones par la elección de diputados y en 38 para la de senadores, garantiza una representación binominal, que agranda ficticiamente a la bancada de la derecha, que de otra manera, en un sistema de representación proporcional, no hubiese conseguido ese sustento. Así opinó, desilusionado, el titular de la Izquierda Cristiana, Luis Maira, que a pesar de haber conquistado el 20 por ciento de los sufragios, no pudo acceder al Senado.
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En lo inmediato, parecería que la coalición nacida en febrero de 1988 como alternativa a la figura del general Augusto Pinochet en el plebiscito, no se quebrará ni se diluirá en la historia. Pero la dinámica de acuerdos en el parlamento obligará al presidente electo a apoyarse en la derechista Renovación Nacional, lo que acarreará inevitables contradicciones con la izquierda de los partidos concertados, especialmente en temas delicadísimos como lo son los derechos humanos y el curso de la economía.
Patricio Aylwin prometió el 'esclarecimiento' de la verdad de lo sucedido durante 16 años de represión, como base de la reconciliación de los chilenos, doctrina que por otra parte sustenta con fuerza la Iglesia Católica, impulsada por el propio para Juan Pablo II, que durante su periplo chileno de 1987 remachó insistentemente con este discurso. El candidato triunfante también se adelantó al hablar de 'perdón', cuando se conozca la dimensión de los hechos, en lo que ya se puede aventurar un conflicto con las organizaciones humanitarias ansiosas por el ánimo de justicia.
La Concertación trabaja sobre el esquema de que no todas las Fuerzas Armadas son culpables de la represión ocurrida, lo que desliga de responsabilidades a los tutores del Estado desde 1973, y, por ende, a quienes organizaron los sistemas de seguridad que ordenaron las desapariciones, torturas, prisiones y exilios.
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El general Pinochet tiene la facultad constitucional de mantenerse ocho años más como comandante en Jefe del Ejército, desde donde vigilará como 'soldado' cuál es el curso de su preciada institucionalidad. Pero, de todos modos, los civiles quedan bloqueados en ella como dentro de una camisa de fuerza, obligados a inspirarse en la derecha de Sergio Onofre Jarpa Reyes y sin todo el poder real como para hacer y deshacer a su gusto. Por lo mismo, el generalísimo no se desespera, como tampoco lo hace la cúpula del Ejército ascendida poco tiempo atrás, y ligada en su totalidad al ejercicio de la represión durante estos últimos años, como, por ejemplo, el general retirado Hugo Salas Wensel, ex titular de la Central Nacional de Información (CIN).
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Durante los días que rodearon a la realización de los comicios, las calles de cada rincón de Chile se convirtieron en un desfiladero insólito de multitudes, en un país acostumbrado a la quietud por la fuerza de sus gobernantes uniformados. Las paredes registraron numerosas pintadas políticas, la gente discutía sin miedo, en todo un panorama nuevo para millones de personas que sueñan con ver partir al régimen militar y a su silencio.
Aunque en Chile hoy es tímida la esperanza, quienes vivieron con toda su magnitud la noche perpetrada por Pinochet, esperan que sus hijos, las nuevas generaciones, crezcan sin pensar en la muerte ni en el sufrimiento. En este país de hermoso mar e imponente cordillera, se ha producido, a pesar de todo, una inflexión en su historia política. La dinámica del futuro dependerá de cuánto se profundice este paso y de si se cumplen o no las promesas electorales que aseguraban que se eliminaría la infamia para siempre."
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