El 14 de diciembre de 1969 Boca Juniors ganó el campeonato Nacional dirigido por uno de los grandes futbolistas de la historia de River Plate: Alfredo Di Stefano. Ese día, en la última fecha del torneo, empató 2 a 2 en el estadio Monumental con su clásico rival y se adjudicó el certamen al sumar 29 unidades, contra las 27 de San Lorenzo y River. Así, por primera vez, un equipo xeneize pudo dar la vuelta olímpica en la cancha de su histórico adversario. El recuerdo de ese partido, extraído del libro Boca, 100 años. Un sentimiento, publicado por el diario Clarín.
LA REVOLUCIÓN DEL MUÑECO MADURGA
"El Hombre acababa de llegar a la Luna. Los Beatles, a esa altura, ya sonaban en todo el mundo. Fue el año del Cordobazo, aquel movimiento social que estalló en plena dictadura de Onganía. Se estaban yendo aquellos locos años sesenta cuando Boca volvió a exhibir su alarido de campeón. Fue por el torneo Nacional. Con Alfredo Di Stéfano como técnico. Y con el Loco Rubén Sánchez ocupando más partidos en el arco por la lesión del legendario Tano Roma. Con la clase, con esa enorme categoría que tenía el peruano Meléndez para quitar y para salir jugando desde el fondo. Con la firmeza de Rogel (por si acaso, ahí estaba esa roca defensiva: Miguel Alberto Nicolau). Y la luz de Marzolini. Y el aporte de Medina. Y Norberto Rubén Madurga, el Muñeco; y Ángel Clemente Rojas, Rojitas para todo el mundo... ¡Qué constelación de estrellas! ¡Y qué final! ¡Qué mejor escenario que el Monumental para que el mundo boquense se pudiese dar la vuelta olímpica! Pareció una película escrita y dirigida por algún antiguo duende del Riachuelo...
De los doce primeros partidos que disputó, Boca ganó once y empató uno. Despachó por igual a grandes y chicos, de local o visitante. Y construyó goleadas ante Talleres de Córdoba (6-0) y San Martín de Tucumán (4-0). Hasta que el 16 de noviembre un tal Achával, vestido de jugador de San Martín de Mendoza, enmudeció a una Bombonera incrédula y el silencio se expandió por todo el barrio de La Boca. San Lorenzo y River galopaban al compás de sus esperanzas, también. Querían el título igual que Boca. Encima, en la fecha siguiente, hubo que viajar a Santa Fe y apenas se pudo empatar 1-1 con Unión. Se le ganó a Quilmes (3-0 con tres goles de Rojitas), Huracán (1-0) y a Independiente (2-0). Y llegó el desenlace. Boca estacionó sus ambiciones en el andén de la última fecha con dos puntos de ventaja. Pero, claro, tenía que visitar nada menos que al rival de toda la vida aquel 14 de diciembre de 1969. Era la primera vez en toda la historia del profesionalismo que Boca y River llegaban a la última fecha de un certamen con chances de ser campeones. La fiesta podía coquetear con ambos, entonces era a todo o nada. Y fue todo para Boca. Festejo, desahogo y consagración. Y nada para su anfitrión. Los empleados de River abrieron el sistema de riego para que un Boca 'pasado por agua' fuese el protagonista de la vuelta olímpica. Pero a nadie le importó. Fue, en definitiva, una demostración evidente de la importancia que había invadido a todo River. Fue un motivo más para acrecentar la satisfacción xeneize...
Savoy metió un pelotazo largo en el arranque del partido, llegó Madurga por sorpresa y Perico Pérez, el uno de River, no lo pudo impedir. Uno a cero. Después, otra vez el Muñeco llegó para convertir tras un pase de Rojitas. Dos a cero. El título estaba en el bolsillo dorado y azul. Sin embargo, apareció un pizca de suspenso para condimentar el epílogo de esta historia. Porque Pinino Mas y Marchetti inclinaron el resultado hasta el empate. Dos a dos. Y Boca pareció torcerse. Pero no se dobló. Aguantó los tramos finales del clásico con estoicismo. Y salió campeón. Y dejó su sello indeleble ese equipo generoso. Que no se guardó nada. Ni juego ni alma.
Tuvo jerarquía en Meléndez y Marzolini y carácter en Suñé y Rogel. Tuvo calidad en Novello y la aureola de los elegidos en Rojitas. Inquietó por afuera con Mané Ponce y con el Chango Peña. Llegó con centros y cabezazos pero también por sorpresa, con Madurga como abanderado. Un equipo equilibrado, bien balanceado, solidario, adulto, eminentemente ofensivo. Un equipo sin fisuras fue el Boca ganador de su primer torneo Nacional. Por eso, sin dudas, se adjudicó ese premio tan codiciado: llegar a ser el eje de un grato recuerdo. Perdurar, pese a todo."
PRIMER GOL DE MADURGA
SEGUNDO GOL DE MADURGA
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