21.12.09

Astronáutica

JUANCITO, EL PRIMER ASTRONAUTA ARGENTINO
En la noche del 23 de diciembre de 1969, el cohete RIGEL 04 elevó a los cielos de La Rioja a Juancito, el primer cosmonauta nacional. Se trató de un mono caí que participó involuntariamente de la Operación Navidad, el experimento que hicieron la Fuerza Aérea Argentina y técnicos y científicos de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Juancito (dos años de edad, 30 cm de altura y 1,4 Kg de peso), fue recuperado indemne luego de 30 minutos de vuelo. La cobertura de la revista Periscopio.



El retorno de Juancito, nota del nº 15 de la revista Periscopio, del 30 de diciembre de 1969.

"'En materia de experimentaciones bioespaciales, la Argentina figu­ra en cuarto término, detrás de los Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia'. El comodoro Aldo Zeoli, di­rector del Instituto de Investigaciones Aeronáuticas y Espaciales de la Fuer­za Aérea (IIAE), lanzó la afirmación el pasado martes 23 en Chamical, a 140 kilómetros de la capital riojana.
Había terminado con éxito el lanzamiento y la recuperación de la cápsula Amanecer, con un mono a bordo, de la especie caí. El objetivo principal del proyectoBio II era devolver con vida al simio, tras un vuelo cuyo apogeo se produjo a 70 kilómetros de altura. Me­diante instrumentos de telemetría se hizo una serie de comprobaciones sobre el funcionamiento del corazón, el ritmo respiratorio y la temperatura de Juan­cito, como fue bautizado el pequeño animal de 30 centímetros de altura y 1 kilo 400 gramos de peso.
Desde que, 18 meses atrás lo capturaron en los montes salteños, el émulo de la perrita Laika fue sometido a las más exigentes pruebas. Impasible, so­portó ensayos de aceleración en pecho y espalda (la cápsula alcanzó una ve­locidad máxima de 4.320 kilómetros por hora), de choque, vibraciones, calor y rolido. En la madrugada del martes se le aplicó un paño con éter y dos inyecciones insensibilizadoras. Cuando lo sujetaron con correas en la ojiva del Canopus II, estaba completamente dormido. Horas más tarde, atontado, pero moviendo con vivacidad sus pupilas y miembros, fue hallado a 50 kilómetros de la plataforma de lanzamiento, cerca del camino alQuicho. Según los técnicos, su estado fisiológico no presentaba alteraciones graves.
El cohete que impulsó a Juancito fue construido en los talleres que el IIAE posee en la provincia de Córdoba, donde están en marcha los estudios para la fa­bricación de un nuevo modelo con una carga útil de 400 kilos y un alcance de 400 a 450 kilómetros de altura.
El mismo día que se lanzó la cápsula Amanecer, se realizaron otros dos ex­perimentos, menos espectaculares pero igualmente importantes para los espe­cialistas: el lanzamiento de un cohete Rigel, que llegó a 23 kilómetros sobre el nivel cero, y el de un proyectil de dos etapas, el Castor, que superó los 60 kilómetros
Ambos artefactos fueron recuperados y se verificó su comportamiento a la salida de la rampa y en la estratosfera, así como los valores de los coeficientes aerodinámicos. Un equipo de 53 espe­cialistas (37 civiles y 16 militares), bajo la dirección del comodoro Zeoli y seis ingenieros, tuvo a su cargo el con­trol de las pruebas.

No tanta risa

El rumbo futuro de las investigaciones aeroespaciales argentinas fue reve­lado por los asesores del IIAE en una numerosa conferencia de prensa: 'El Castor -explicaron- será el puntal de nuevos ensayos de mayor envergadura; por sus características, está capacitado para llegar a 500 kilómetros de altura'. y añadieron: 'La primera prueba de este modelo nos dio la pauta de que sabremos conservar el primer lugar en lacohetería latinoamericana'.
El éxito de la Experiencia Navidad replanteó una polémica abierta el 1º de febrero de 1961, cuando -desde una plataforma ubicada en Pampa de Acha­la, Córdoba- se efectuó el primer lan­zamiento espacial en el país: la de la utilidad de tales investigaciones en la Argentina. El tema motivó un despliegue de humor; pero la sucesivaparticipación de organismos gubernamentales franceses, de la NASA y de las Naciones Unidas, rodearon a los expertos locales de las necesarias garantías de seriedad.
(...)
Lo cierto es que los técnicos argenti­nos están desarrollando, con la colabo­ración y la asesoría de expertos extran­jeros, un complejo programa de inves­tigaciones, cuya meta a mediano plazo consiste en realizar experiencias aeroes­paciales con satélites, bases, equipo lan­zador y especialistas propios, algo que hasta hace pocos años hubiera sonado a fatua jactancia.
De ahí que, a pesar de los 35 grados centígrados con que la castigaba el ago­biante verano andino, en la tarde del martes 23 reinara en la base de lanzamientos de Chamical un clima de moderado optimismo. Acostumbrados a esta irrupción del futuro en la cotidianeidad de un pueblecito con menos de ocho mil habitantes, los vecinos del lu­gar se saludaban en las calles, como en los días de fiesta, pletóricos de orgullo localista. El único que se sintió defrau­dado fue José C. Ponella, un mendocino residente en la localidad de General Gu­tiérrez, quien, a pesar de su insistencia, no logró que las autoridades de CELPA aceptaran su insólito ofrecimiento: re­emplazar a Juancito en su vuelo.
Sin duda es un impaciente y, como él, hay muchísimos otros: no se re­signan a tener que esperar varias décadas antes de que un satélite argen­tino, tripulado, sea puesto en órbita. Tampoco, que para viajar a la Luna, Marte y otros planetas de nuestro sis­tema solar, haya que sacar, dentro de poco, pasajes en compañías norteame­ricanas. Tal vez, cuando Aerolíneas Argentinas inaugure su primer vuelo interespacial, José C. Ponella sea ya un anciano cuyo organismo no resista las tremendas velocidades de las poderosas máquinas del año 2000. "

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