28.10.09

Política internacional

HACE 25 AÑOS ASESINABAN A INDIRA GANDHI
El miércoles 31 de octubre de 1984, Indira Gandhi, primera ministra de la India, fue asesinada por un integrante sij de su propia custodia. Hija del pandit Nehru, uno de los promotores de la independencia de la India, ocupó varios cargos hasta sucederlo al frente del gobierno en 1964. A continuación, la crónica de El Periodista.


Ahora, la incertidumbre, nota de William Puente en El Periodista, nº 8 del 3 de noviembre de 1984.

"Los estampidos de los disparos que el miércoles segaban la vida de Indiraji en Nueva Delhi, recogían el eco de la metralla que cinco meses antes habían destrozado los ídolos del Templo Dorado de Amritsar y matado a un millar de sijs guarecidos tras sus muros. El olor a pólvora ya flotaba desde hacía tres cuartos de siglo en esta ciudad sagrada.
El 13 de abril de 1919 el muy británico brigadier general Reginald Dyer ordenó a sus gurkhas y baluchis disparar sobre la multitud de sijs reunida en la Jallianwalla Bagh, una suerte de plaza instalada en el centro de Amritsar, para dar un escarmiento a quienes no habían escuchado su disposición prohibiendo todas las reuniones públicas.
El informe policial registró 379 bajas, pero los historiadores estimaron que no menos de 1.650 hombres, mujeres y niños perdieron la vida. Y que ni esa ni las sucesivas crueldades de Dyer escarmentaron a los sijs.
La comunidad sij, con unos 12 millones de miembros, constituye una parte insignificante de la población global de 700 millones de habitantes de la India, pero es mayoritaria en el estado noroccidental del Punyab, donde está Amritsar. Los sijs controlan la mayor parte del transporte por carretera del país y las fértiles tierras del Punyab producen el 65% de los granos de la India.
A pesar de constituir una minoría étnica y religiosa, los sijs mantienen altas posiciones dentro del gobierno y de las fuerzas armadas. El presidente de la India y el comandante de la fuerza aérea son sijs.
La religión sij, fundada a finales del Siglo XV, no siempre ha sido mal vista por la mayoría hindú del país. A través de 500 años el odio religioso se ha alimentado junto con la insurgencia rural y el desnivel económico de ese país con extendidos sectores pauperizados.
En los últimos meses, los sijs fanáticos no sólo han asesinado a funcionarios del gobierno central, sino también a sijs moderados. Indira Gandhi fue la más encumbrada de sus víctimas.
Esta mujer, que en sus juegos infantiles fantaseaba que era Juana de Arco, se formó al lado de su padre, Jawaharlal Nehru, un colaborador y discípulo del mahatma Gandhi. Maestro y alumno echaron las bases del Partido del Congreso para exigir que la India fuera independiente del imperio británico.
(...)
Continuadora de los postulados de Nehru, el mariscal Tito y Gamal Abdel Nasser sobre la existencia del Tercer Mundo, dirigente de un país que tiene como poderoso vecino a China, Indira conoció las presiones del gigante norteamericano y mantuvo casi siempre un ejemplar equilibrio entre las dos gigantes potencias.
El conflicto de la India y Pakistán -una herencia del colonialismo británico- había resurgido pocos días antes del asesinato de Indira, con intercambios de disparos en la frontera. También en los últimos tiempos Indira Gandhi había reforzado sus lazos de amistad con la Unión Soviética, una alianza natural si se tiene en cuenta que la vecina China, adversaria de la URSS, continuaba su giro de aproximación a los Estados Unidos.
Presidenta en ejercicio del Movimiento de Países No Alineados, Indira Gandhi dijo recientemente que el Acuerdo de Contadora es el mejor instrumento que ha funcionado en la búsqueda por aliviar las tensiones en América Central.
También le reiteró a los Estados Unidos que las cuantiosas y modernas armas que le está entregando a Pakistán, pueden ser usadas contra la India.
Pero su posición pacifista exterior muchas veces no condijo con actitudes en la política interna. Admiradora del pacifismo del mahatma Gandhi, la asesinada primera ministra de la India se alejó algunas veces de esa senda para sofocar descontentos de sus conciudadanos.
En 1975, su prestigio comenzó a ser minado por la demora en solucionar el problema de millones de hambrientos. Cuando un tribunal indio denunció casos de corrupción electoral a favor del partido gobernante, Indiraji se encolerizó: declaró el estado de emergencia en todo el país, censuró a la prensa, prohibió las reuniones públicas y encarceló a centenares de opositores.
En 1977, cuando quiso regresar el país a la normalidad, su pueblo le dio la espalda. No le perdonó su autoritarismo. El enojo, sin embargo, se aplacó cuando Indiraji se convirtió a su vez en víctima, procesada por corrupción. Las disidencias en la coalición Janata hicieron lo suyo y la señora Gandhi regresó al gobierno en 1980. Prometió hacer 'una administración para el trabajo', pero esta vez estaban los sijs en su camino.
A mediados del año pasado los fundamentalistas sijs iniciaron una campaña por una mayor autonomía religiosa y política en el Punyab. Indira accedió a hacer algunas concesiones, pero no podía olvidar que el Punyab tiene 500 kilómetros de frontera con Pakistán.
La escalada de violencia de ambas partes alcanzó el cenit el 2 de junio último, cuando las tropas indias asaltaron el Templo Dorado de Amritsar, santuario inviolable de los sijs. Junto con el millar de muertos se encontró el cadáver del líder de la secta, Yarnail Bhindranwale.
Los ancestrales ecos de Amritsar se escucharon el miércoles en Nueva Delhi. El baño de sangre comenzó el mismo día. Y hay una distancia muy grande entre Nehru y Rajiv Gandhi, hijo y sucesor de Indira".

.


Leer más

0 comentarios: