El sábado 11 de octubre comenzó el Festival Pinap de la Música Beat & Pop ´69, el primer encuentro masivo del rock nacional. Fue organizado por Pinap, pionera de las revistas argentinas dirigida a los jóvenes. “Ahí debutaron Almendra, Manal, y algunos más, Pajarito Zaguri”, recordaba Osvaldo Daniel Ripoll, secretario de redacción de la publicación. La crónica de Señoras y Señores.
Nota de Señoras y Señores, Nº 5, del 24 de octubre de 1969.
LA FIESTA HA COMENZADO
“La multitud comienza a aglomerarse hacia el mediodía, a pesar de que la cita está fijada a las 2 de la tarde. En motos, autos o colectivos, a pie la mayoría, en grupos o parejas, de la mano de sus padres, cargando hermanos menores o instrumentos, llegan temprano espectadores y músicos. Cuesta diferenciarlos: el aire de frescura y libertad en la ropa, la edad, entre los 8 y los 25 años, los identifican.
A las 2 ya está colmado el Anfiteatro Río de la Plata y la feliz combinación entre la Municipalidad de Buenos Aires y la revista Pinap empieza a dar frutos y crea una imagen de fiesta total.
La fórmula estalló el 11 de octubre, cuando un primer encuentro nucleó a nombres claves del beat nacional: Manal, Almendra, Conexión Nº 5. El sábado pasado se inició, en cambio, el concurso que presentará siete conjuntos de aficionados, cada sábado, hasta el 15 de noviembre en que se elegirá al triunfador, para recibir premios y honores el sábado siguiente.
Una gira por el interior (contratados por Coca-Cola), la grabación de un disco en Phonogram, instrumentos de voces flamantes, recompesarán al grupo vencedor. Para entonces, sin embargo, se espera que otros fulgores hayan gratificado a concursantes y público: los de su propio fervor, los de su reconocimiento como una masa que crece y moldea, sin estridencias, sus propios esquemas.
'A fines de marzo -memora Pedro Pujó, del sello Mandioca- un show de Manal, en el Instituto Di Tella, congregó 200 personas. A principios de julio, nuestros recitales en el Coliseo nucleaban mil ochocientas. El sábado pasado en el Anfiteatro se vendieron cerca de seis mil entradas. Es evidente que los chicos para quienes la música es el signo comunicante, son cada día más'. No en vano Pinap y la Municipalidad planean realizar las dos últimas fechas del Festival en una cancha de fútbol.
Nunca antes la Comuna porteña había logrado una adhesión tan apasionada para algunas de sus iniciativas, pero esta vez la alquimia es certera. Bastó que Ricardo Freixa, Director de Cultura de la Municipalidad, cediera gratuitamente el hemiciclo de Figueroa Alcorta y Pueyrredón para que, sobre gradas y pasto, se derramara la hermosa gente.
'Es obvio que nuestra intención no se encamina a lograr un brillante negocio -aclara Daniel Ripoll, 23, secretario de redacción de la revista organizadora-; la Intendencia ha fijado en 100 pesos el precio de la entrada y nos conformamos, así, con salvar gastos. Sí interesa, en cambio, reunir físicamente a los nuevos jóvenes, hablando su lenguaje. El de la música'.
Tres reparos merece, no obstante, la iniciativa: el mal equipo sonoro, que distorsiona y agudiza, la contratación de Miguel Breillard, un animador profusamente dotado de los más tristes y remanidos recursos del género; y la invitación, en el encuentro del sábado pasado, a Facundo Cabral. Como siempre, el barbado cantante destiló sus demagogias.
Pero la verdadera fiesta está en la platea, en el color de la ropa, en los pañuelos atados al cuello, rodeando la frente, los brazos; en los sombreros mexicanos, las románticas capelinas, los gorros rusos, las boinas y las flores. En esa alegría de estar juntos, en esa armonía que los hacía pararse, fila a fila, de pronto, cuando la música los exaltaba,y volver a sentarse, del fondo a la primera fila, como una ola que se aquieta, para recuperar su propio, gozoso equilibrio”
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