El 21 de octubre se estrenará en todo el país la película Boogie, el aceitoso, basada en la historieta de Roberto Fontanarrosa. Dirigida por Gustavo Cova, es una coproducción argentino-mexicana en 3D realizada íntegramente en nuestro país. "La historieta es un paso medio. Es una especie de cine. Diría que es un eufemismo del cine. Mi generación se formó o se deformó con el cine. Cuando hago mis historietas yo siento que filmo. Cuando pienso cada cuadrito lo hago con la certeza de que tengo una cámara de cine en la mano" , le contó Fontanarrosa a Rodolfo Braceli (1). Pero nueve años antes del filme, Fontanarrosa anticipaba el fin de Boogie en Los Inrockptibles.
Fragmento de Sostiene Pereyra, nota de Luis Gruss a Roberto Fontanarrosa, publicada en Los Inrockptibles, nº 19 de enero/febrero de 1998.
"En cuanto a Boogie el aceitoso, un mercenario en veloz retirada, poco puede añadirse a lo que ya trascendió de su incurable brutalidad. '¿Qué siente usted cuando mata a un hombre?', le preguntaron una vez como si no supieran. Y Boogie, frío e insensible como una roca dura, insensible y fría, se apuró a responder: 'Si uso silenciador, no siento nada'.
Amortiguando también el impacto de la noticia, y como pensando en otra cosa, Fontanarrosa anuncia ahora el fin del largo adiós a Boogie. 'No digo que no voy a hacerlo nunca más -se ataja por las dudas-, pero la verdad es que me cansó. Boogie estaba muy limitado por una agresividad carente de imaginación y de sentido del absurdo. Salvando las distancias, a mí me pasaba un poco como a Quino con Mafalda . Ella jamás deliraba, no podía toparse en su casa con un elefante o una avioneta. Y por otro lado, pertenecía a una familia demasiado palpable y reconocible. Últimamente, yo seguía haciendo la historieta para la revista Proceso, de México. Pero ahora dije basta. Prefiero hacer cosas que me gratifiquen más'.
El maldito Boogie había nacido en 1972 como un intento de satirizar a Clint Eastwood en Harry el sucio, una película muy de moda por aquellos años. Contada por su inspirado inventor, la historia del nombre es bastante más insólita que la del personaje en sí. 'Le puse Boogie pensando en aquellos autos con patonas que andaban por la arena. Mucho tiempo después me enteré que a Humphrey Bogart le decían Bogie, o sea que yo estuve primero. Si hubiera sabido que el personaje iba a seguir tanto tiempo le habría puesto directamente Bugui, así, como suela, para evitar odiosas confusiones de pronunciación'. A medida que el personaje fue creciendo en tamaño y capacidad de destrucción, Fontanarrosa comprendió que lo que en realidad buscaba componer era a un profesional absolutamente brutal y desagradable, alguien que le provocara rechazo y que de hecho fuera su antítesis absoluta. Boogie se fue gestando así, como un animal poco apto para animar fiestitas o recitar los veinte poemas de amor. Y sin embargo, aún con ese inconfundible perfil de asesino a sueldo, provocó en no pocos lectores una especie de rara fascinación. El fenómeno le fue explicado al propio Fontanarrosa por un amigo psicólogo de esos que nunca faltan. 'Sucede que todos alguna vez soñamos con ser violentos, ilimitados e impunes como Boogie -le dijo-. Todos quisiéramos ser capaces de aplastar al que nos molesta como si fuera una mosca, y seguir por al vida como si nada'. Pero llegó un momento en el que al autor se la hacía imposible terminar todas las historietas haciendo que el protagonista le pegue un tiro a alguien. Los finales empezaron a ser previsibles, con remates cada vez más cerrados. Entonces, Boogie se transformó. Gradualmente, se convirtió en un interlocutor que a veces interviene con la violencia habitual, pero que casi siempre es apenas un testigo ligeramente comprometido . Con el tiempo, engordó y abandonó la acción. Después, le salió una papada por debajo de la mandíbula de hierro, y finalmente, como todos, envejeció.
'Antes yo decía que si no viviese subliminando esa fiera salvaje que todos llevamos escondida mediante la catarsis de Boogie, ya me hubiera trepado al Monumento a la Bandera con un rifle de caza mayor para perpetrar una gran matanza. Por eso, ahora cuídense, sobre todo si andan por Rosario y si pasan demasiado cerca del monumento'".
(1) Fontanarrosa, entregate, de Rodolfo Braceli, publicado por Ediciones de la Flor.
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