7.9.09

Tenis femenino

A 10 AÑOS DEL PRIMER GRAN TÍTULO DE SERENA
Con sólo 17 años, el 11 de septiembre de 1999 la menor de las hermanas Williams derrotó a la número uno del mundo, la suiza Martina Hingis, y ganó el Abierto de los Estados Unidos, el primero de sus once títulos consagratorios. “Con su triunfo se convirtió en la primera tenista negra que gana un Grand Slam desde que otra leyenda, Althea Gibson, consiguiera el US Open en 1958”, señaló la crónica publicada por el diario Página/12 que reproducimos a continuación.



Nota del diario Página/12 del 12 de septiembre de 1999

Desde los cielos, el legendario Arthur Ashe debe haber esbozado la mas angelical de sus sonrisas. Y, tal vez, haya codeado a su amigo Martin Luther King Jr. para decirle: “Ella no pudo haber elegido mejor lugar”. Porque en el estadio que lleva el nombre del más grande tenista negro de la historia (Ashe, por supuesto), y en el torneo que lo vio coronarse hace 31 años, una norteamericana de piel profundamente oscura llamada Serena Williams logró emular ayer lo que él consiguió en 1968: tras vencer en la final a la suiza Martina Hingis –número uno del mundo- por 6-3 y 7-6 (7-4), Williams (7º) se consagró como la nueva campeona del Abierto de los Estados Unidos.
Nacida hace 17 años en Saginaw, Michigan, y criada en el violento barrio de Campton –cuna de pandilleros en los suburbios de Los Ángeles-, con su triunfo Serena se convirtió en la primera tenista negra que gana un Grand Slam desde que otra leyenda, Althea Gibson, consiguiera el US Open en 1958.
Lo de Williams, ayer, tuvo el selló de su particular talento. Musculosa hasta los cachetes, la norteamericana martilló la resistencia de Hingis con una violencia inimaginable. En base a su poder para pegarle a la pelota, y a un servicio por momentos más fuerte que el de muchos jugadores del ATP Tour, Serena llevó siempre las riendas del partido. No dudó a la hora de quebrarle el saque a Hingis en el 4-3 del primer set, para luego cerrar ese capítulo inicial. Y mantuvo la compostura tras desperdiciar sus dos primeros match points en el 5-4 del segundo parcial: primero, levantó un set point en contra en el 5-6; y luego, en el tie-break, liquido a su rival con un aluvión de pelotazos.
“Debo admitir que sentí algunos nervios cuando perdí esos dos match points –explicó la campeona-. Pero mi saque fue clave para lograr los puntos decisivos”.
Claro que además de los 750.000 dólares de premios obtenidos, la victoria de Serena tuvo un significado adicional: le puso el cierre esperado a la más polémica y promocionada historia que el tenis femenino haya dado en la última década. Y que (oh paradoja) no la tenía a ella sino a su hermana mayor, Venus (3 del mundo), como la protagonista principal.
(…)
De las dos, Venus fue siempre quien captó la mayor atención. Quince meses más chica, ocho centímetros más baja y varios kilos más pesada, Serena siempre estuvo a la sombra de su hermana. Y ni siguiera los títulos conseguidos este año (París, Indian Wells) lograron eclipsar la luz que la Williams mayor emanaba. En Flushing Meadows, era Venus (y no Serena) la gran estrella. En Nueva York, era Venus (y no Serena) quien debía ganar los títulos Grand Slam.
Ayer, por primera vez, el orden se invirtió. Fue Venus quien aplaudió desde la tribuna. Y fue Serena quien, sobre el final del milenio, se apoderó del legado de los enormes Althea Gibson y Arthur Ashe.

VIDEO DEL LOGRO DE LA JOVEN NORTEAMERICANA


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