4.9.09

Cuando los chicos argentinos dominaron el mundo

A 30 AÑOS DEL MUNDIAL JUVENIL JAPÓN 1979
Hace tres décadas, un 7 de septiembre, el seleccionado de fútbol dirigido por César Luis Menotti ganó la Copa del Mundo de la categoría al vencer en la final por 3 a 1 a la Unión Soviética. El plantel estuvo integrado por Digo Maradona, Ramón Díaz y Juan Barbas, entre otros. Hasta la actualidad, Argentina sumó seis títulos en juveniles. Pero no logró a clasificación a la próxima edición del torneo, que se disputará en Egipto entre el 24 de septiembre y 16 de octubre próximo. El análisis de aquel torneo, escrito por Menotti para El Gráfico.


Nota publicada en El Gráfico nº 3127 el 11 de septiembre de 1979

EL FUTURO ESTÁ METIDO EN ESTE PRESENTE
Soy muy feliz. Acabo de llegar a Berlín desde Tokio, y aunque el cansancio es enorme tengo ganas de hablar de estos pibes. Ganaron brillantemente el título en lo que, a mi juicio, es el torneo más importante del mundo por las posibilidades de “ver” el futuro que otorga. Para nosotros lo es muy especialmente. Los juveniles argentinos no tienen ocasión de medirse a menudo con soviéticos, polacos, yugoslavos. Para ellos, la experiencia también es invalorable. Apenas regrese a Buenos Aires, una de las tareas fundamentales será la de iniciar el trabajo de preparación para el próximo mundial juvenil que ese va a jugar en 1981, en Australia. Desde comienzos de año, Duchini está observando jugadores de 17 y 18 años con este fin. No debemos desaprovechar la ocasión de, a tres años de cada mundial, poder observar a quienes serán las futuros integrantes de la Selección Mayor poniéndose a prueba con lo mejor del fútbol del mundo.

EL PARTIDO FINAL
Mis jugadores vieron a la Unión Soviética cuando perdió contra Uruguay 1 a 0. Habían visto un espejismo y creyeron que era la realidad. Les advertí que no podían engañarse: Los soviéticos llegan a la competencia sabiendo todo lo que deben hacer (…) Nosotros no podíamos ganarles nunca si no nos preparábamos como lo hicimos. Lo comprobé en el primer tiempo. Durante 15 minutos nos tuvieron mal. Incluso pudimos perder. Pero encontramos la manera de neutralizarlos después de la primera sorpresa que nos produjo la velocidad de ellos. Era cuestión de dejar libres a los cuatro del fondo. Entonces apretábamos en el medio para que no tuvieran receptores. Y ahí empezaron a verse obligados al pelotazo, ya que los que recibían, con menos manejo que nosotros, perdían mucho más el control de la pelota. Y cuando los del fondo intentaban venirse al ataque buscando los agujeros que fabricaban los de arriba, que siempre picaban a lo ancho del campo y a toda velocidad, nos metíamos todos detrás de la pelota para que nos encontraran bien parados, tapando huecos. Nos habían complicado. Dejaron libre a Rinaldi, que es buen pasador pero no tiene velocidad de transporte y marcaron 2-1 a los volantes de creación. Entonces, Rinaldi no sabía a quién darle la pelota ni cómo debía solucionar él solo el problema. Por eso puse a Meza de 5, a Diego libre por toda la cancha y a Torres para que jugara preferentemente sobre la derecha, pegado a la raya, para abrirlos en el medio. Ahí, con el manejo de Meza empezamos a hacerles un desastre.

UN FINAL CON FESTIVAL
Creo que Argentina remató el partido con una de las demostraciones futbolísticas más impresionantes que me haya tocado ver. No recuerdo cuántos toques metieron hasta el silbato final pero los chicos soviéticos parecían jugadores de octava. Y a propósito del festival me gustaría explicar mi entusiasmo por el gol de Ramón Díaz. Nunca grito goles. Este debe ser el cuarto en mi carrera como técnico y todos llegaron cargados de motivos especiales. Grité el gol de Díaz porque fue una maravilla, una obra perfecta. Lo grité como aquel de carrascosa a Alemania del Este, uno de Houseman a Vélez, 1 a 0 en el ´73, y el de Luque a Francia en el Mundial.

AHORA, EL FUTURO
El futuro está metido en el presente. Son estos chicos y los que surjan para el Mundial de Australia los que imiten a estos y a los venideros. Creo que está armada la cadena . Ahora se trata de no descuidarla, de protegerla, de hacerla fuerte y extensa. El futuro es trabajar para 1981 a partir de mañana. Armar calendarios y creer fervientemente en que tenemos el mejor material. La nuestra es decididamente, una tarea formativa. Estos chicos, más que un título le dieron al hombre argentino lo que realmente busca en el fútbol: el juego en su expresión más hermosa. Eso, el hincha se los agradecerá siempre. Estoy seguro.

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