Durante la edición XX de los Juegos Olímpicos, en 1972, un grupo de siete terroristas tomó el edificio donde se encontraba la delegación de atletas israelíes, en la Villa Olímpica. Con extrema violencia y luego de haber asesinado a dos deportistas, exigieron la liberación de 200 detenidos en Israel y la posibilidad de escapar libremente junto a sus cautivos fuera de Alemania. Tras un largo día de negociaciones, todo terminó en una masacre debido a un mal accionar de la policía local en un intento por liberar a los rehenes.
LA CRÓNICA DEL HORROR
El más infame episodio en la historia olímpica empezó temprano en la mañana del 5 de septiembre de 1972, durante la Olimpiada de Munich, en lo que entonces era Alemania Occidental. Pistoleros de la organización terrorista palestina Septiembre Negro asesinaron a dos atletas israelíes y tomaron a otros nueve como rehenes. Exigían la liberación de 200 detenidos en Israel y paso libre para ellos y sus rehenes fuera de Alemania.
El embajador de Tunez y representantes de la Liga Arabe trataron de ayudar a los alemanes en las negociaciones . Israel se negó a liberar terroristas y en cierto momento dos ministros de Alemania Occidental se ofrecieron para reemplazar a los rehenes. Mas todos los intentos fracasaron. Después de más de 12 horas en la Villa Olímpica, accedieron a abandonar el complejo y fueron llevados, junto a sus cautivos, en helicóptero, hacia un aeropuerto militar.
Cuando los palestinos caminaban esposados con sus rehenes por la pista hacia un avión que los esperaba, francotiradores alemanes intentaron dar muerte a los terroristas disparando a sangre fría. Un segundo grupo de rehenes murió al ser arrojada inadvertidamente una granada alemana al interior del helicóptero en el que aún aguardaban. Cuando todo hubo concluido los nueve cautivos habían muerto (además de los dos deportistas asesinados antes) y se había dado muerte a cinco de los ocho arabes.
MOHAMMED OUDEH, EL CEREBRO DE LA MASACRE
Madrugada del 5 de septiembre, en la Villa Olímpica de Munich. Ocho terroristas palestinos camuflados, con sus bolsos deportivos al hombro, aunque repletos de fusiles Kalashnikov, trepan una reja a metros del lugar en donde se aloja la delegación de atletas israelíes. Un noveno queda junto a la reja. En minutos serán protagonistas de la llamada “Masacre de Munich”.
Antes de la medianoche, el mundo verá horrorizado el desastroso operativo de rescate de las fuerzas de seguridad alemanas, que culminará con la muerte de cinco de los ocho terroristas y de los once atletas israelíes tomados como rehenes.
Pero para ese fatal desenlace aún faltan unas 20 horas. El hombre que quedó junto a la reja y no entró en el edificio se llama Mohammed Oudeh, aunque su nombre de guerra es Abu Daoud. Nació 36 años antes, en un pueblo cerca de Jerusalén. Pertenece, al igual que los otros ocho, al grupo Septiembre Negro, una facción disidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Pero él es el cerebro de la operación.
Según relatarían años más tarde, la idea del ataque surgió en un café de Roma, después de la negativa del Comité Olímpico Internacional a aceptar la participación de una delegación palestina en los Juegos.
“Participamos en los Juegos a nuestra manera. Secuestramos atletas para canjearlos por detenidos palestinos en Israel”, dijo un colega de Oudeh. Y el decidió tomar a su cargo la organización de la ofensiva.
Fue Oudeh quien determinó que eran necesarios ocho hombres y que atacarían a la delegación israelí. Fue él quien planeó los secuestros, y recibió y distribuyó las armas.
Cuando el mundo se enteró de que once atletas de Israel estaban en manos de atacantes palestinos y aun antes del trágico final, Oudeh ya se había esfumado. En ese momento no sabía que el destino lo había elegido como el único sobreviviente entre los atacantes palestinos de la “Masacre de Munich”.
Aunque la reacción mundial fue de shock y sorpresa, los Juegos Olímpicos se reanudaron 24 horas después, luego de un servicio religioso en memoria de los deportistas israelíes asesinados, mientras que los integrantes de la delegación que sobrevivieron, regresaron de inmediato a casa. Ninguna otra comitiva se unió al llamado de Israel de suspender por completo los Juegos; no obstante, cinco deportistas de otros países abandonaron la competición en señal de solidaridad.
Ilustraciones y fragmentos de textos:
- La Nación 13/03/06
-“En la busca de oro. La Olimpiada de Sidney 2000”, publicado por el Centro de Información de Israel
0 comentarios:
Publicar un comentario