7.9.08

ADIÓS A TORRE NILSSON

Cultura
El viernes 8 de septiembre de 1978 falleció el director de cine Leopoldo Torre Nilsson, considerado el padre de la generación del ’60. Se inició como ayudante de dirección de su padre, el cineasta Leopoldo Torres Ríos, en su película Los pagarés de Mendieta (1939). Autor de más de treinta de filmes, mantuvo una estrecha relación con la literatura argentina, de la que surgieron Días de odio (1954), basado en el cuento “Emma Zunz” de Jorge Luis Borges, Los siete locos (1973), recreación de dos novelas de Roberto Arlt, y Boquitas pintadas (1974), adaptación de libro de Manuel Puig. Entre sus principales obras se encuentran los guiones realizados con su esposa, la novelista Beatriz Guido. Fruto de esa colaboración son las películas La casa del ángel (1956), La mano en la trampa (1961) y Piedra libre (1976), entre otras. Sus filmes sufrieron en varias ocasiones el veto de la censura, y en 1977 su guión de Fiebre amarilla fue prohibido. Cinco años más tarde fue filmado por su hijo, el también cineasta Javier Torre. Sus películas obtuvieron premios en los festivales de Cannes, Venecia, San Sebastián, Berlín, Mar del Plata y Río de Janeiro. Fue autor de los libros Entre sajones y el arrabal (1967), el volumen de cuentos Del exilio (1973) y las novelas El derrotado (1964), y El día del Imperio, publicada recién en 2002. Conocido por su apodo familiar de Babsy, había nacido en Buenos Aires el 5 de mayo de 1924.





EL PENSAMIENTO VIVO DE TORRE NILSSON

Para comenzar, sería interesante saber por qué se consagró usted como cineasta y no como literato, ya que se considera mejor escritor que director de cine

Yo no esperaba llegar a ser director cinematográfico. Para mí, el cine es un poco la consecuencia de disposiciones paternas, por no decir del despotismo de mis padres. Ellos pensaron que el cine podría constituir una carrera muy conveniente para mí, así que desde muy joven comencé a frecuentar el mundo de los sets. Pero no me gustaba en absoluto: me sentía incómodo, mi trato con los actores no era muy bueno y con los productores mucho peor. (…)

Pocos días atrás, usted y un grupo de sus colegas redactaron un comunicado criticando a la censura. ¿Cuál es, más en profundidad, el fundamento de su posición?

Estos organismos censores no tienen fe en el pueblo. Y, por este motivo, piensan: debemos protegerlo como a una criatura, no permitiéndole ver escenas perjudiciales para su moral o que lleguen a incitarlo a la violencia, porque los niños son irresponsables. Y la influencia de estos grupos minoritarios es nefasta: lejos de sanear a la sociedad la enferman. No hay nada mejor que la represión para llevar a canalizar de un modo enfermo lo que debiera canalizarse sanamente. (…)

En otro orden de cosas, ¿le sugiere algo la frase Argentina Potencia?

En principio, no me gusta su composición gramática: más bien pensaría en La potencia argentina. Estoy de acuerdo con que veamos la posibilidad de llegar a ser una potencia, pero no me gustan los slogans simplificadores. Nuestra comunidad, que ha padecido muchas veces de tendencias cipayísticas, necesitaría mucho un fenómeno de tipo nacional, pero no creo que eso se logre con este tipo de frases.

En política, ¿le parecen valederos los métodos violentos?

Por naturaleza, pienso más en la persuasión, en la razón. Pero también siento que hay sectores de la comunidad marginados a quienes empujamos hacia la violencia: quisiera que las sociedades fueran cada vez más conscientes de esto y que no existiera esta marginación, motivada sobre todo en la mala distribución de la riqueza.

O sea que, de alguna manera, usted la justifica

Más bien diría que entiendo sus causas. La violencia de los que detentan la riqueza es una violencia mucho más cómoda y menos discernible que la obra: la humanidad (nótese que no me refiero a la Argentina) parece sólo alarmada cuando hay embriones de inconformismo, pero no le afectan en absoluto cuando se asesina a gente, cuando la gente muere por malas condiciones sanitarias o causas parecidas. (…)

¿Sus películas ayudan en algo a lograr esa meta (equitativa distribución de la riqueza)?

El cine es una de las fuerzas más formidables de que dispone la sociedad para llegar a lo más profundo de la gente. Claro que esto, mientras esté en manos de particulares, no va a tener un desarrollo total, ya que siempre el cine privado tendrá que atender a razones de tipo comercial. Por eso pienso que el cine tendrá que terminar en manos del pueblo, es decir, en manos del Estado, siempre que éste no sea propiedad de una minoría. Esto vale para un Estado en el que haya una verdadera representación popular.

Fragmentos de la entrevista publicada en la revista Siete Días Ilustrados, número 47, del 26 de febrero de 1974.


GENTE «CONTRA» TORRE NILSSON

Hace muchos años –recién había hecho “La Casa del Ángel”- andaba con las latas debajo del brazo. Daba unos cursos de cine en la calle José Hernández. Investigaba. Buceaba. Era un cineasta en estado puro. Además, a partir de “La Casa del Ángel” apuntaba como un fenómeno especial dentro del cine argentino. Pasó el tiempo. Hoy Torre Nilsson llena cines. Es éxito seguro. ¿Qué puntos de contacto hay entre aquel hombre y este hombre? ¿Qué frustraciones?

No hay diferencia. Escribo poemas, escribo cuentos, amo, sufro, tengo pasiones mínimas y pasiones máximas, me gusta el buen cine, si tengo que dar conferencias las doy. No siento muchas diferencias. Al contrario, a veces temo repetirme. Me gustaría cambiar. Pienso que tengo una vida bastante coherente. En la adolescencia uno cree que va a ser físico, matemático, Casanova, jugador de fútbol. Y de pronto se da cuenta de que no va a ser ninguna de esas cosas. De pronto uno sabe que va a ser director de cine y que por su cine será aplaudido o sancionado por su comunidad. Dentro de esos límites estoy bastante satisfecho conmigo. Y bastante insatisfecho también… (…)

¿Usted no cree que un director de su nivel debe dar más a este proceso de culturización?

Yo doy el máximo. Más de lo que hago, imposible. Yo doy “Los Siete Locos”, “Boquitas pintadas”. Ustedes me dirán que Chaplin lo haría más divertido o Bresson más ascético o Godard más revolucionario o Bergman más introspectivo. Pero los elementos son los elementos nacionales, con el máximo de posibilidades que tenemos los que vivimos en el país, los que sufrimos en el país, que nos educamos en el país…

Concretamente… ¿qué podemos esperar del futuro de Torre Nilsson?

Revean mi pasado, no mi futuro. No me comprometan. Sin embargo, a pesar de la censura, yo en estos momentos estoy haciendo la película más audaz de cine argentino: “La Guerra del Cerdo”. Es audaz, cruel, violenta. Si no tiene éxito aquí puede tener éxito en Francia, en Italia, en Inglaterra. No quisiera que la prohibieran porque mi primer destinatario es el público argentino.

Fragmentos de la entrevista publicada en la revista Gente, número 509, del 24 de abril de 1975.




ADIOS, BABSY. Y GRACIAS POR TODO

Leopoldo… ¿qué es para vos el cine?

No me animo a definirlo. Pero en mi caso es la vida entera. Todo lo que hago, lo que pienso, lo que sufro, es cine. Cada peso que gané en mi vida es cine. Cada peso que perdí, también. Cada noche de insomnio es cine. Cada alegría, cada bronca, cada fantasma, es cine. El cine es mi Infierno, mi Paraíso y mi Purgatorio… (…)

Podría elegir hablar de su enfermedad. Citar el testimonio de mi colega Eduardo J. Paredes, que hace muy poco, cuando el reestreno de Pelota de trapo entrevistó a Torre Nilsson y lo vio derrumbado, roto, quebrado por el dolor.

Nos metimos en su estudio –cuenta Paredes- y Torre Nilsson advirtió que, con los nervios, Beatriz, que había ido al hospital donde estaba internada la madre de Leopoldo, se había llevado en su cartera el portadocumentos de él y las ampollas del calmante que tenían que aplicarle. Fue el momento más dramático que me tocó presenciar en mi vida profesional. Leopoldo bramaba de dolor e insultaba impensadamente a todo y a todos. Me ofrecí a ayudarlo. El me decía “querido” aguantando a duras penas las lágrimas. Me dio 10.000 pesos y salí corriendo a comprarle una ampolla de un remedio: Decadrón o algo así…

Fragmentos de la nota publicada en la revista Gente, número 686, del 14 de septiembre de 1978.



Más información: www.torrenilsson.com.ar

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