13.9.13

Fútbol

¡HURACÁN CAMPEÓN!
El domingo 16 de septiembre de 1973 el Club Atlético Huracán ganaba el Campeonato Metropolitano de fútbol con uno de los mejores equipos de la historia del fútbol argentino. Dirigido por César Luis Menotti, el plantel estuvo integrado por Alfio Basile, Jorge Carrascosa, Miguel Brindisi, Carlos Babington y René Houseman, entre otras figuras. La consagración, en tramos de ¡Huracán campeón!, nota de Osvaldo Ardizzone en la revista El Gráfico, nº2815 del 18 de septiembre de 1973.


“Que uno se enfrenta a ese tipo disfrazado. Sí, disfrazado entre una banda de disfrazados. A esos de las pilchas grotescas del tony carnavalesco. A eses del rancho pintarrajeado, de los labios con carmín barato y la cara enharinada. Que uno la ve a esa muchacha con una vincha rubia sujetándole la cascada de pelo rubio, aprisionada en una casaca del Globo con el ocho en la espalda. Que uno la ve a esa pareja 'veterana' tomados el brazo con el domingo brillando en los ojos húmedos. A ese don José, o don Antonio, con más de medio siglo del Viejo Parque en el pelo gris, orgullosamente envuelto en una bandera. Y a esa doña Juana o quizás doña Vicenta llevada casi a la rastra por él, ya metida en la danza desenfrenada que se agita dentro de la cancha. Y el pibe, y el más pibe. Y el padre, la madre, el abuelo, la abuela. Y la cuñada y el primo de la cuñada. Están todos. Todos los que tenían que estar. Las caras de antes, las caras de ahora... Sólo que aquí todas se asemejan hasta parecerse a una única y enorme cara que ensaya un único y exclusivo gesto. Que conoce esa única coreografía del contoneo clásico de la antigua comparsa. Que canta los mismos versos en un arreglo musical que ellos, solamente ellos, conocen... Una identidad y un ajuste que no podría conseguir ni el mismísimo maestro Toscanini... Las ganas de juntarse, la necesidad de estrecharse, de mezclar las lágrimas, de cambiarse las risas, de fundirse en el gigantesco y estentóreo coro... ¡Cuarenta y cinco años! ¡Casi medio siglo de silencio! ¡Medio siglo amontonando el desconsuelo de cientos y cientos de domingos grises! Medio siglo con la protesta apretada entre los labios en la cónclave silenciosa del atardecer incoloro del café del barrio...
Por eso es esta fiesta distinta. La fiesta vestida con ese contraste que va de una lágrima a una carcajada. Que, al cabo siempre irán juntas en la descarga de esa emoción que no cabe adentro... Porque es la fiesta del seco. Es la explosión del postergado. El rechifle de una mishiadura que lleva medio siglo de proletaria resignación. Y, ahora, este domingo dieciséis de setiembre del año mil novecientos setenta y tres. Domingo de Huracán. Domingo del Viejo Parque. De la Pompeya laburante. De la ilustre estirpe ciruja. De la lata y la madera de los caseríos de Soldati... Que, al cabo, ese Globo tantos años aprisionado en tantas manos temblorosas se hizo definitivamente pájaro... ¡Huracán campeón! Centenares de globos en la tarde... Centenares de sueños... De abuelos, de muchachas, de pibes, de señoras, de pibes más pibes... De todo un barrio, con pintoresco y emotivo color de barrio... '¡Que el sol sale para todos! / Y también saldrá para el Globo', como en esperanzada inspiración del poeta popular que germinó en el rincón más mistongo de las calles del Viejo Parque o de la Pompeya de Homero Manzi... 'Que el sol también saldrá para el Globo..


LA GRAN RECOMPENSA...


Allí, volvieron a salir los jugadores. Porque hay que salir otra vez y meterse en la fiesta. Aunque a uno le saquen hasta el último vestigio de pudor... Aunque, allá en lo alto de la torre humana, el Coco Basile defienda como puede el decoro postrero del pantalón... Aunque el pibe Leone ya está próximo al desvanecimiento... ¿Cómo no iban a salir después de casi medio siglo sin festejos...? Después, ya en la intimidad del vestuario, lo vi lagrimear al Buche Chabay... Lo vi a este gran tipo, a este tipo conmovedoramente simple como es el Fatiga Russo abrazarse desconsoladamente con el Flaco Menotti... 'No sabés cuánto te lo agradezco, Flaco... Porque yo estaba casi tirao... Y ahora esto, ¿sabés lo que es para mí?... ¡Caray! Que uno se va a quedar ahí, como crítico... Que uno, acaso, se puede quedar ahí con las manos en los bolsillos, tomando nota con el lápiz y el papel juiciosamente... Y me lo encontré al viejo Buglione, al padre de Daniel, metido en quizá qué evocaciones... ¿El partido? No sé, pero ni me acuerdo... Se lo llevó todo esto, lo borró todo esto que me rodea... El partido lo desvanecieron toda esta gente, todos estos gritos, todos estos abrazos, estas lágrimas.


(…)


POR ESO NI DOLIÓ LA DERROTA...


Ahora, caminando entre los grupos, entre toda esa multitud apretada frente a las ventanas de la concentración, advierto que nadie piensa en la derrota. Pero fue tarde dramática. Porqué se había puesto gris con ese gol de Gonzalo qué legitimó el juez Ithurralde. Porque se había puesto aún más gris con el segundo gol de Palacio. Porque, entonces, sobre esos cincuenta y siete minutos ya jugaba la angustia del tablero. Ese partido número tres que Boca jugaba en Liniers. Al cabo la definitiva consagración a expensas de la derrota de Boca, que posibilitó toda la explosión final de un domingo que para Huracán se hizo histórico... No importó más nada. Ni Gimnasia y Esgrima ni el juez Ithurralde... Huracán campeón. Nada más que ese Huracán campeón que de a poco se fue de Alcorta y Luna para ir a instalarse en el corazón de! barrio. Para ir a ubicarse en todos los rincones del viejo parque, en todas las calles de la laburante Pompeya..., en todos los caseríos de Soldati... Es la gran comparsa de los extraños personajes carnavalescos... Todavía quedan reservas de aliento para seguir cantando... Todavía hay vigor en los brazos para seguir pegándole despiadadamente al bombo. Todavía el clown sigue gesticulando con los labios de carmín barato y la cara enharinada. Y la muchacha de la vincha y la casaca de Huracán con el número ocho desliza la simpatía de su risueño desenfado entre los grupos... Allá va la familia con el abuelo, el nieto, la madre, la cuñada y la tía hermana del padre... Bo. ¿Quién dice que Huracán perdió? No. Ese que lo dice no sabe nada... Mire, levante la vista hacia las ventanas de la concentración ¿No los ve? Esos que están ahí son los jugadores que le tiran globos a la gente... ¿Quién dijo que Huracán perdió? No, ese que lo dice no sabe nada... Ese que lo dijo no sabe lo que es estar en una gran fiesta como ésta... ¿No ve a ese gente? ¿Qué se cree, que están festejando una derrota? Es la fiesta de ellos, únicamente para ellos... Para ellos pudo haber ganado Gimnasia, pero Huracán no perdió... ¡Qué va a perder!... Además, ¿de qué vale recordarle eso a la derrota?... No, el que lo dijo no sabe nada.. No tiene barrio, un barrio como éste... Como éste, con gente que hace casi medio siglo que no grita... Mejor no diga nada... Este domingo es de ellos. De Huracán. Todo de Huracán. Del viejo parque. De la antigua y laburante Pompeya. De la lata y la madera de los caseríos de Soldati... Es la fiesta del seco que una vez, al menos una vez, le tocó echar buena, después de casi medio siglo de clavar muchas, muchas barracas...”


DiFilm - Reportaje a Menotti, Larrosa, Houseman y Basile (1973)

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