29.8.12

Medicina

A 20 AÑOS DE LA MUERTE DE FLORENCIO ESCARDÓ
El 31 de agosto de 1992 falleció Florencio Escardó, gran renovador de la pediatría en la Argentina. Nacido en Mendoza en 1904, desde muy joven se orientó hacia los aspectos psicoemocionales y sociales de la medicina. Fue docente universitario, investigador y autor de libros sobre la prevención y promoción de la salud. Difundió esos temas como periodista en diarios, revistas y televisión. Además fue escritor y guionista de la película La cuna vacía que narraba la vida del Dr. Ricardo Gutiérrez. Su vida, en tramos de Se cumple un año de la muerte de Florencio Escardó, nota de Rodrigo Gutiérrez Hermelo en La Maga, nº85 del 1 de septiembre de 1993.




“'Las noticias dicen que el número de villas de emergencia está aumentando alrededor de Buenos Aires. No es de extrañar, pues alrededor de Buenos Aires todo aumenta', comentaba con humor e ironía Florencio Escardó bajo el seudónimo de Piolín de Macramé en un recuadro titulado De villas y ranchos aparecido en el diario La Nación. También en ese medio Ernesto Sabato destacó la solidez moral de Escardó frente a las injusticias: 'Fue un espíritu severo pero comprensivo -esa aparente dualidad que los muchachos necesitan para salir adelante-, con esa sabiduría sobre la vida y sobre la muerte que nos enseña a seguir luchando en un mundo atroz, en que se han desmoronado todas las ideologías y en que hay que volver a los grandes ideales que tienen la duración de la especie humana: la libertad, la justicia, la lucha por los pobres y los pueblos oprimidos, la defensa de las razas perseguidas, la esperanza en plena desesperación, la fe en la destinación del ser humano'.
La carta de Sabato apareció el 3 de setiembre de 1992, tres días después de la muerte de Escardó. El pediatra, reconocido popularmente por sus crónicas cáusticas y su lucha por una medicina al servicio de la gente, había fallecido a los 88 años por una crisis cardíaca.
Su actividad como periodista, médico y escritor preocupado por una medicina 'sin saco y corbata' -de la que se burlaba a menudo- se resignifica en su posición ante la profesión. En varias oportunidades se definió como 'un becario de la comunidad, porque a mí el país me ha pagado los estudios desde el primario a la formación de posgrado'. Fue socialista y amigo personal de Alfredo Palacios y Nicolás Repetto, pero su militancia no fue política en el sentido tradicional tal vez porque eligió defender a aquellos que no cuentan en las elecciones. Una vez declaró: '...al Estado no le importan los chicos, porque no votan ni hacen huelga, la cultura es de los grandes, si no ¿cómo se explica que mueran tantos chicos en el mundo?'.
En 1950 logró lo que luego consideraría una de sus mayores victorias: que una sala del Hospital de Niños fuese la primera en admitir a las madres junto a sus chicos internados. Sobre esto, Eva Giberti, compañera de Escardó durante muchos años, contó cómo el pediatra supo dar la batalla para que las madres se quedarán con los internados de la sala 17 de aquel hospital, que él había transitado durante décadas: 'Sabía que los chicos se curaban más rápido y padeciendo menos miedo si estaban al lado de sus mamás'.
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En 1959 y ante la desaprobación de los sectores conservadores políticos y académicos, Florencio Escardó logró que las mujeres ingresaran al Colegio Nacional de Buenos Aires. Dos años antes había sido nombrado decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires de la que llegaría a ser su vicerrector. La dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976 lo echó de su cátedra de pediatría y del Hospital de Niños, lo que luego recordaría como 'un exilio terrible'.
'Yo conocía a Conrado Nalé Roxlo porque lo atendía a él y a sus chicos, así nos hicimos amigos y un día me invitó a colaborar en su sección El gotero del mundo, del diario Crítica. Entre otras macanas yo escribí que el macramé es la dignificación del piolín y así empezó todo', recordaba el pediatra sobre el origen de su seudónimo. Su pasión por la literatura quedó plasmada en ensayos y artículos; más tarde y hasta el final de su vida fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade). Desde ese cargo intentó conseguir la promulgación de leyes protectoras sobre el derecho de autor y que la Sade tuviera un espacio más importante y beneficios económicos en la Feria del Libro. Lo último fue conseguido, pero la ley fue una de sus mayores frustraciones ya que ni durante el gobierno radical ni en el de Carlos Menem logró audiencias o consideración.
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En los años 30 había publicado su primer libro, Siluetas descoloridas, en el que mostró lo que sentía respecto de la crueldad de la vida hospitalaria. A los 22 años y recién recibido ingresó como médico en las salas de la antigua Casa Cuna; en sus guardias pudo ver a 640 chicos, solos y enfermos. 'Se morían de soledad, era el hogar de los niños abandonados, arriba de las camas de los pacientes había un aparato mecánico que sostenía la mamadera, el chico que alcanzaba con sus bracitos hasta el aparato tomaba la leche, los otros no.'
Eva Giberti recordó que fue Florencio Escardó quien creó la primera residencia hospitalaria para psicólogos. De ese modo sacó a los futuros médicos de sus aulas para que comprendiesen otra concepción de la práctica profesional. Giberti escribió en un artículo aparecido en Página/12 en la semana de la muerte de Escardó: 'Su compromiso con los problemas sociales y la necesidad de prevenir sus efectos también marcó una línea nueva en la enseñanza de la medicina: cuando comenzó a llevar a los estudiantes a áreas populares, misérrimas, para que conocieran esa realidad de su país, provocó asombros y rechazos'.
Piolín de Macramé o Florencio Escardó siguió escribiendo y trabajando hasta sus últimos días 'porque no tengo un peso guardado. Pero no me quejo. Yo elegí vivir de esta manera'. Había nacido en Mendoza en 1904, el 13 de agosto. También en agosto murió. Cuando le preguntaban qué pensaba de su muerte él contestaba: 'Cuando la muerte venga le voy a decir ¿Cómo le va? ¿Me permite que le lleve la guadaña?'.


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