6.4.12

Tenis

HACE 20 AÑOS ARTHUR ASHE RECONOCÍA QUE TENÍA SIDA
El 8 de abril de 1992 Arthur Ashe, uno de los mejores tenistas estadounidenses de la década de 1970, reconoció que padecía del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Ganador de varios títulos de Grand Slam y de la Copa Davis, debió vencer los prejuicios de la época al dar la noticia. El caso, en fragmentos de 'Me obligaron a confesarlo', nota de Alberto Oliva en la revista Gente, nº 1395 del 16 de abril de 1992.



   “Llevaba una carpeta roja con el discurso preparado. Arthur Ashe, el único tenista negro en ganar Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos, tenía que confesar lo más duro de su vida. Sabía que delante suyo había más vergüenza y humillación que gloria. Pero ya no podía retroceder: 'Quiero salir al cruce de los rumores y las semiverdades que vienen flotando sobre mi estado de salud. He decidido reconocer públicamente que tengo SIDA y que muy probablemente lo haya contraído a través de una transfusión de sangre cuando me operaron del corazón'. Lo leyó sin emoción, como si estuviera en medio de un partido. Pero cuando mencionó el nombre de su esposa, la fotógrafa Jeanne Moutoussamy (su pareja desde hace 15 años), y el de su hija de cinco años, Camera Elizabeth, el nudo en la garganta se le hizo insoportable. El discurso lo terminó de leer Jeanne. Era la segunda vez en menos de cinco meses que un ídolo del deporte -el otro fue Magic Johnson en noviembre- anunciaba que tenía SIDA.
   No fue una decisión fácil de tomar. Ashe -a diferencia de Magic- ya ha desarrollado la enfermedad desde hace cuatro años. Estadísticamente, está más cerca de la muerte que de la vida. Pero una noche, un periodista del diario USA Today le preguntó directamente: '¿Es verdad que usted tiene SIDA? Venimos investigando su caso y todo indica que lo tiene'. El tenista dijo que lo llamaría. Al día siguiente convocó a la conferencia de prensa. Tuvo que enfrentar a las cámaras. Prefirió decir él su verdad antes de que la publicara un diario.
   -¿Cuándo comenzó su odisea?
   -Fue a mediados de 1988. Mi mano derecha, de pronto, se me paralizó. En esos días, casualmente, me hicieron una entrevista televisiva y tuve que tapar mi mano de la cámara. Pensé que era otro problema cardíaco, sobre todo después de haber pasado por dos by-pass coronarios en el 79 y el 83.
   -¿Qué hizo?
   -Fui a ver al médico que me había operado del corazón. Todos los electrocardiogramas dieron perfecto, pero al ver las demás radiografías, mi médico dijo haber encontrado 'algo drásticamente raro en el hemisferio izquierdo del cerebro'. Me dieron la opción de esperar para estudiarlo mejor u operar rápidamente y hacer una biopsia de ese supuesto tumor. Los análisis mostraron que lo que tenía era un absceso causado por la toxoplasmosis. Pero la infección también era prueba irrefutable de algo más horrendo: el SIDA.
   -¿Cómo reaccionó usted?
   -Quedé devastado. Estaba solo con mi médico. Le conté que nunca fui homosexual, que siempre fui monogámico ya que tenía y tengo una relación excelente con mi esposa, y que nunca me había drogado. El médico pensó entonces en una única otra posibilidad: las transfusiones de sangre que me habían realizado para mi segundo bypass coronario.
   -¿En esa época no se testeaba la sangre de los donantes para saber si no estaba contaminada?
   -Todo indica que no. En realidad no sé si fue en la primera o en la segunda operación que contraje la enfermedad. De algunas manera, era entendible: mi primera operación tuvo lugar dos años antes de que los médicos supieran siquiera de una enfermedad llamada SIDA.
   -¿Qué fue lo primero que pensó cuando le dieron el diagnóstico?
   -Me asaltó el horror de haber contaminado a mi esposa Jeanne e incluso a mi hija Camera, quien nació en 1988, cuando yo ya estaba infectado por el virus HIV sin saberlo.
(...)
   -¿Qué decidieron?
   -Hacer urgentemente los análisis para constatar si estaban infectadas. Tomó dos semanas saber el resultado. Fueron las peores dos semanas de nuestra vida. Nos encerramos en nuestra casa de Mount Kisco. No vimos ni hablamos a nadie. Es que no podíamos enfrentar al mundo hasta saber la verdad. Cuando supimos que eran negativos, nuestra actitud cambió radicalmente. Comenzamos a adaptarnos a la nueva realidad, pero decidimos mantener en secreto !a enfermedad, sobre todo por las consecuencias negativas en la vida de Camera.
(...)
   -¿Necesitó confesar su verdad en algún momento?
   -Por supuesto. Se lo conté a mis amigos íntimos, a Cliff Drysdale (un comentarista televisivo), al tenista Stan Smith y a mi coautor Frank Deford (escribieron juntos las memorias de Ashe en 1975). A todos ellos les agradezco ei aprecio, la comprensión y el que hayan sabido respetar mi secreto y mi privacidad.
   -¿Cómo se siente ahora, a los 48 años?
   -Yo diría que un promedio de seis días bien y uno mal.
   -¿Tiene algún resentimiento contra el hospital que lo contaminó o el periódico que amenazaba con publicar la noticia?
   -No puedo odiar a médicos de un hospital que no sabían que existía el SIDA cuando me hicieron la primera transfusión. Con la prensa tengo una actitud muy ambivalente. Por un lado, entiendo que deban decir la verdad; después de todo, yo también soy periodista para ABC, la revista Tennis y el diario Washington Post. Pero creo que debe haber un límite entre la verdad y el derecho a la privacidad. Yo no soy político ni candidato a ningún puesto público, he dejado el circuito profesional hace mucho, no hay peligro de que contamine a otras mujeres, entonces ¿qué se gana diciéndole al público que tengo SIDA? Mi verdad es de muy poco uso para el ciudadano internacional. Entonces esto es más bien una invasión injusta a mi vida privada. De alguna manera, me obligaron a confesarlo.
(...)
   -¿Planea su futuro?
   -Mientras pueda funcionar como hasta ahora, haré todo lo que tenía previsto, incluso comentar por televisión el torneo de Wimbledon. También seguiré siendo activista anti-apartheid y, de ahora en más, anti-SIDA, por lo que me encantará colaborar con Magic Johnson,
   -¿Cómo se sintió después de decir públicamente lo de su enfermedad?
   -Como si volviera de un confesionario. Secretos terribles como el mío gritan por ver la luz, y al hacerlo uno se siente limpio, nuevo, con más fuerza que antes.”

Arthur Ashe vs Guillermo Vilas en Roland Garros 1978



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