2.12.11

Televisión

EL DÍA EN QUE PIPO MANCERA FUE HOUDINI
En la tarde del 4 de diciembre de 1971 Nicolás 'Pipo' Mancera, conductor de Sábados Circulares, fue encadenado y encerrado en un baúl de hierro de 264 kilos, y sumergido en las aguas del puerto de Buenos Aires. Como lo hiciera el mago estadounidense Harry Houdini muchos años antes, Pipo Mancera emergió triunfante ante las cámaras. El recuerdo de su hazaña, en El día en que Pipo fue Houdini, recuadro de ¡Fueeeeerte! ¡Fueeerte ese aplauso!, nota de Daniel Roncoli en la revista Teleclic del 21 de octubre de 1991.






   “Pese a que lo conocí fugazmente -con la fugacidad que se conoce a un personaje en una entrevista- hace unos días, Pipo Mancera es parte de mi familia. Debe ser por la sencilla razón de que no recuerdo ningún sábado de mi infancia en donde no aparezca, con su vocecita y su minúscula silueta en blanco y negro, llenando la cocina de mi casa. También lo llevo incorporado porque para mí Pipo Mancera -vaya a saber por qué rara asociación, creo que no se parecían siquiera físicamente- es Jorge Niveloni. Un vecino arquitecto, hoy desaparecido, que cuando en Cañuelas yo no conocía otro océano que los pocos litros de agua que caben dentro de una piletita de lona, viajaba por el mundo, me deslumbraba con relatos que a la edad de los sueños no general más que asombro y me ganaba el corazón con regalos como aquel libro gigante del Topo Gigio que me trajo de México una mañana.
   Y entre todos los recuerdos de Pipo, uno. El día que fue Houdini. Durante muchos años me costó entender lo que pasó aquella tarde del 4 de diciembre de 1971, pero curiosamente, aunque andaba por los seis años, podría precisar cada uno de los detalles. Lo metieron en un baúl de hierro, dentro de una bolsa, atado y encadenado y fue fue sumergido en las aguas del Río de la Plata en la Dársena F por una grúa colosal para la mirada de un chico. Había llegado en un autobomba de los bomberos de Avellaneda, vestía chambré japonés, slip y pantuflas. Antes, dos hombres rana de la Prefectura Naval Argentina reconocieron el terreno y posteriormente se quedaron a unos metros para controlar la experiencia. A dos minutos y quince segundos de haber tocado el agua -esta parte de la crónica se chequea ahora-, de impecable y empapado smoking, tiritando, pletórico, era recibido por Julio Lagos y Víctor Sueyro, quienes lo esperaban con un toallón. Recuerdo también que Julio le dio una taza de café y que Pipo, en una maniobra tan desopilante e increíble como la fuga sacó de uso de sus bolsillos un vaso de cerveza con el que brindó con Lagos. Enseguida repitió la maniobra con un reportero gráfico y ante la sorpresa general y los ojos fiscalizadores de la escribana María Pérez de Labatu, le dedicó la hazaña al Gran Houdini... Entonces, lejos de fugarse, se quedó a vivir para siempre en la memoria de todos los que sentimos a Pipo integrante de nuestra familia.”





Leer más

0 comentarios: