21.6.11

Política internacional

HACE 70 AÑOS HITLER INVADÍA LA UNIÓN SOVIÉTICA
El 22 de junio de 1941 los ejércitos de Alemania iniciaron el ataque a la Unión Soviética, en la mayor ofensiva que ha conocido la Historia. El intento del régimen germano y sus aliados italianos, rumanos, húngaros, finlandeses, croatas y españoles dio un vuelco a la Segunda Guerra Mundial, que luego, con el ingreso de los Estados Unidos, llevaría a la derrota del nazismo. El recuerdo de la ofensiva, en Los alemanes invaden la Unión Soviética, nota de Julio García Saavedra en el diario La Opinión del 22 de junio de 1976.






   “Son las tres de la madrugada del domingo 22 de junio de 1941. El verano europeo acaba de comenzar con buen tiempo en casi todo el continente, y la devastadora guerra de los dos últimos años parece disminuir en intensidad en los diversos frentes.
   ¿Se conformará Adolfo Hitler, el jefe del régimen nazi que impera en Alemania, con el papel de 'árbitro de Europa' que ya ha alcanzado holgadamente con su conquista de Polonia y Francia y sus fáciles triunfos en los Balcanes? ¿O más bien este soleado intervalo no es más que la calma ominosa que precede a la tempestad? La última conjetura resulta ser, en definitiva, la correcta. En esa madrugada estival, los despachos telegráficos inundan las redacciones de todo el mundo: sin previa declaración de guerra, los Ejércitos alemanes inician su Drang nach dem Osten (marcha hacia el Este) e invaden, al lo largo de un extensísimo frente que abarca más de 2.000 kilómetros, la Unión Soviética. Desde Memel, en el Báltico, hasta Galtaz, sobre el Bajo Danubio, se pone en marcha la imponente maquinaria de guerra de la Wehrmacht.
   El mismo día, Hitler habla al pueblo alemán, justificando más o menos sinuosamente la invasión: 'Jamás alimentamos sentimientos hostiles contra Rusia; sin embargo, los gobernantes judaico-bolcheviques de Moscú se han esforzado, desde hace más de dos décadas, en encender la hoguera, no solamente en Alemania, sino en toda Europa...”
   El mariscal Antonescu, conducatorul de Rumania, uno de los aliados de Alemania en esta 'cruzada', define con mayor crudeza sus apetitos de conquista en un mensaje a las tropas rumanas: 'Liberad a aquellos de nuestros hermanos que gimen esclavizados bajo el yugo rojo del bolcheviquismo. Reincorporad a la madre patria el viejo país de Besarabia y los bosques de Bucovina'.
   El ejército invasor está dividido en tres grandes grupos: el mariscal von Brauchitsch es su comandante supremo. Los cuerpos del Sur, al mando del general von Rundstedt, tienen por misión ocupar Ucrania y luego marchar hacia el Volga y el Cáucaso. Los del centro, al mando del general von Bock, deberán encaminarse, sin más trámite, hacia Moscú. Los del Norte, finalmente, comandados por el general von Leeb, tendrán a Leningrado como objetivo final.
   Las primeras acciones se convierten en fulminantes éxitos alemanes. La Luftwaffe se adueña rápidamente del aire, pulverizando la débil resistencia que le ofrece la aviación soviética. Las divisiones blindadas alemanas introducen profundas cuñas en las defensas rusas, y pronto las someten a maniobras de cerco y exterminio. El 23 de junio cae Grodno, y el 23 Brest-Litovsk, Vilna y Kovno. Tan irresistible es el empuje alemán, que el 30 de junio es tomada Minsk, capital de la Biolorrusia: el camino a Moscú queda despejado.
   ¿Puede decirse que Stalin y su Estado Mayor han sido sorprendidos por la invasión? Aunque ello parezca imposible, en parte esta suposición es verdadera. En realidad, Hitler ya había resuelto en diciembre de 1940 atacar a la Unión Soviética, al autorizar el supersecreto 'Operativo Barbarroja', consistente en la destrucción del Ejército Rojo en un plazo no mayor de ocho semanas.
   Nadie dudaba, en Europa, de que la búsqueda de Lebensraum de los nazis continuaría hacia el Este. Y por último, el lanzamiento en paracaídas del lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess, sobre Escocia, el 10 de mayo de 1941, para ofrecer a los ingleses un confuso plan de paz, era inequívocamente una señal de que algo grave estaba por suceder y de que los nazis pedían a sus enemigos occidentales que les dejaran las manos libres en el frente ruso. Sin embargo, Stalin prefiere ignorar esos signos y aún los informes de su espionaje, que le revela la exacta fecha de la invasión; así las fronteras rusas quedan relativamente desguarnecidas.
   La blitzkrieg napoleónica de Hitler habrá de empantanarse, una vez más, en las estepas rusas; el general Invierno volverá a asestar duros golpes a los ejércitos que vienen del Oeste.
   Las ocho semanas de Barbarroja se convertirán en meses, después en un año, en un año y medio... Y a partir de Stalingrado, en 1943, la marea refluirá definitivamente.”

Invasión a la URSS







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