17.5.11

Política nacional

A 25 AÑOS DEL ATENTADO A ALFONSÍN
El 19 de mayo de 1986 se encontró una bomba en una unidad militar que visitaba el presidente Raúl Alfonsín. Hallada al costado del camino que iba a recorrer el primer mandatario, el artefacto fue desactivado. Y una semana después se la hizo estallar, comprobándose su peligrosidad. Crónica del hecho, en extractos de La historia de la bomba contra Alfonsín, nota de Adrián Van der Horst en la revista Gente, nº 1088 del 29 de mayo de 1986.



   “Sabe que el primer error es el último. No puede equivocarse. Él y la bomba. Nadie más. Alguien va a ganar. Dos panes de trotyl y una bala de mortero. Ha visto cientos. Pero desconfía: por eso está vivo. Ve un cable negro que se pierde en los pastizales. No hay tiempo. Tiene que sacar el detonador. El presidente está cerca, y en un radio de 50 metros muchas personas. No duda. Concentra la vista y desaparece el mundo. Saca el detonador. Despega el trotyl. Desconfía. Dentro de los panes puede haber disparadores. Los corta. Carga el proyectil en sus brazos y camina despacio hacia el móvil de la Brigada de Explosivos. Lo apoya en el piso con delicadeza. Diez y cuarenta del lunes 19 de mayo. Arce sabe que está vivo y su trabajo ha terminado. Pero, ¿qué historia comenzaba?
    'Intento de atentado contra el Excelentísimo Señor Presidente de la Nación'. Una carátula para esta historia. Y detrás de la escena, una lucha. Dedos acusadores enfrentados. Amenazas de muerte. Reuniones constantes. Sí, en Córdoba había que encontrar a los culpables, a las mentes y a las manos que colocaron ese proyectil de mortero y el trotyl a escasos metros de donde iba a pasar el presidente Alfonsín. Un mortero calibre 120 milímetros que en su interior lleva 2,5 kilos de TNT (trinitrotolueno) y a sus costados -aumentando el poder destructivo- dos panes de trotyl de 450 gramos cada uno. Ya antes de salir para Córdoba un comentario que recibí en el aeroparque Jorge Newbery enmarcaba la lucha. '¿Qué pasó', le pregunté a un oficial de Ejército. 'Hay mucho movimiento y también incertidumbre. Parece que nos hicieron la cama. Esa bomba no la puso el Ejército. Hay que mirar para el lado de la Policía'. El llamado para embarcar cortó la charla. En Córdoba nadie quería perder. 'Si yo invito al Presidente a mi casa soy el responsable de lo que le puede pasar. Ellos (refiriéndose al comando del Tercer Cuerpo) solicitaron que una de nuestras brigadas se encargaran del tema de los explosivos ante la posibilidad de un atentado. ¿No habrá sido para deslindar responsabilidades?', comentó una reservada fuente policial cordobesa.
(…)
   En el Comando (Radioeléctrico de la Policía de Córdoba) están preparados para lo peor. Uno de sus hombre, el oficial principal Carlos Primo, fue el que encontró la bomba en el Tercer Cuerpo de Ejército. Estaba al frente de una de las unidades móviles encargadas del control y vigilancia del recorrido del Presidente. Aproximadamente a las 10.30 de la mañana del lunes 19 hizo detener el vehículo a pocos metros de una alcantarilla ubicada entre el lugar donde el presidente Alfonsín dispararía un cañón y La Mezquita, a donde luego se dirigiría. Primo miró los pastizales y saltó al pequeño canal de la alcantarilla. Algo le llamó la atención. Con la mano derecha desplazó unos yuyos y le preguntó al cabo Hugo Velázquez, que estaba sobre el asfalto: '¿Qué es esto?'. Velázquez, con la punta de la bota, hizo un hueco entre los pastos y, sorprendido, le contestó: 'Es una bomba'. El oficial principal Primo hizo desplazar a los vehículos que estaban cerca y dio la voz de alarma a la Brigada de Explosivos. 'No me detuve a mirar mucho los detalles. Tenía la obligación de alertar inmediatamente sobre la presencia de este artefacto. No había tiempo que perder'. ¿Casualidad? ¿Por qué bajó este oficial a la alcantarilla? ¿Sólo por las ganas de orinar, según comentan? Lo real es que el juez (federal Miguel) Rodríguez Villafañe hizo reconstruir detalladamente esos momentos.
(…)
   A las 15.42 del lunes 26 explotó la bomba. Una nube de humo y tierra se elevó a 600 metros de La Mezquita. No fue espectacular tal como había anticipado el especialista de la Policía cordobesa. Pero explotó. Las esquirlas volaron a más de 70 metros de donde habían colocado la bomba. Abrió un óvalo en el piso de 1 metro por 1,20 y de 20 centímetros de profundidad. Fue una explosión lapidaria. Esa noche el general (Aníbal) Verdura (titular del Tercer Cuerpo) anunció su retiro. 'Estoy un poco dolorido por haber terminado mi carrera en estas circunstancias. Hay algo que no huele bien. Esto no es una bomba paracaidista. Solamente quiero decirles que me siento como el pato de la boda. Pero está claro, hubo una falta y tengo que asumirla'. Era el dueño de casa durante la visita presidencial y tenía a su cargo la seguridad del mandatario.”






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