A 50 AÑOS DEL TIRANICIDIO DE TRUJILLO
El 30 de mayo de 1961 fue muerto en un atentado el dictador Rafael Trujillo, que durante treinta años dirigió los destinos de República Dominicana. Anticomunismo, corrupción, culto a la personalidad y persecución a los opositores fueron algunos de los rasgos que lo caracterizaron. Su gobierno, en extractos de Trujillo. Las dictaduras del Caribe, del periodista e historiador Gregorio Selser.
“Trujillo inauguró en Hispanoamérica el sistema de Terror con tanto éxito aplicado por Benito Mussolini en Italia. Hacia 1934 toda la oposición había sido silenciada, pasado a la clandestinidad o exiliada, pero aún así el 'Benefactor de la Patria' (título que le asignó el Congreso por su presunta acción a raíz del huracán de 1930) no estaba conforme. Como lo dice Ornés, 'ansiaba el apoyo total de todos los dominicanos. La gente no tardó en darse cuenta de que tenía que estar de labios afuera con el Jefe, porque ser indiferente era tan malo como ser subversivo. Este objetivo se logró con mucho éxito mediante el miedo, la esperanza de ventajas personales o simples sobornos. El señuelo del cargo público tras una breve visita a la cárcel, fue suficiente para conquistar conversos'.
A los recalcitrantes y obcecados, empero, les esperaba sin más remedio la muerte. Albert C. Hicks, en su obra Blood in the Streets, estima que desde el 24 de febrero de 1930 -revuelta en Santiago de los Caballeros- hasta octubre de 1931, 'por lo menos mil dominicanos que estaban en la lista negra de Trujillo fueron asesinados', y otros miles fueron encarcelados y torturados. La última tentativa de resistencia organizada ocurrió a mediados de 1931 y estuvo a cargo del viejo conspirador Desiderio Arias. Estaba destinada al fracaso y el jefe rebelde pagó con su vida el gesto. Uno de los rasgos que después hicieron famoso a Trujillo se manifestó en esta ocasión: se presentó en la casa de la viuda de Arias y permaneció junto al cadáver con gesto contrito un largo rato: a continuación, hizo que el Senado declarara tres días de duelo por el 'patriota desaparecido'.
Todos los historiadores coincidenen la misma perplejidad para determinar qué fue lo más importante en su vida: el cultivo de su superego, la ambición de poderío o el afán por el lucro económico. Mezclando en una batidora esos tres rasgos, se tendría un único motor de sensualidad de poder, unida a un genio exquisito para detectar a amigos y enemigos, para adobarlos en un caso y destruirlos en otro. Ejemplar típico de dictadorzuelo, sobresale entre sus congéneres contemporáneos o pasados de nuestra América y Europa por su fenomenal megalomanía, de que eran testimonio, mientras duró el poder, los monumentos a su persona y retratos que cubrían edificios públicos, los nombres de él y sus parientes asignados a puentes, carreteras, escuelas, asilos, puertos y hasta provincias, como la de Libertador, dada en su homenaje como equivalente al de Bolívar.
Uno de sus historiadores anota: 'Trujillo ha convertido a los altos cargos en trampolín para planes casi fantásticos de enriquecimiento personal. En la mente de Trujillo la presidencia es sólo una oportunidad más, que no sólo debe explotar él sino sus 150 o más parientes diseminados por todo el país. Sólo en el Ejército hay seis generales apellidados Trujillo. Tan audaz y sistemático ha sido el saqueo que, según cálculos moderados (1958) el ingreso mensual del clan Trujillo que está exento de impuestos, supera los 3 millones de dólares'.
(…)
La marea favorable a Trujillo comenzó a cambiar, empero, a fines de la década del 50, en las postrimerías de la segunda presidencia de Eisenhower. La presencia de Fidel Castro en Cuba, las frecuentes acusaciones de éste acerca de la curiosa dualidad de criterios en materia de calificación de gobiernos, en democráticos o dictatoriales, según fuesen los vientos que soplasen en Washington, fueron paulatinamente convenciendo a Estados Unidos que era mal negocio seguir conservando como socio a Trujillo.
(…)
Un elemento representativo de los grupos oligárquicos, Lorenzo Berry (alias 'Wimpys'), planea la ejecución de lo que durante tres décadas parecía imposible: la eliminación de Trujillo. Es una tarea de titanes, porque lo más importante el mantener el secreto entre los complotados, sobre todo porque la actuación de la policía secreta sigue siendo tan eficaz como a partir de 1930. Pero la maquinación culmina con buen éxito el 30 de mayo de 1961: el coche de Trujillo es esperado sobre una avenida en las afueras de la capital, y en el mejor estilo de películas norteamericanas interceptado por otro. Al cesar su marcha, una lluvia de balas se cierne sobre el coche especialmente construido contra ellas. Trujillo cae.”
Personalidad del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina
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