RACING VUELVE A PRIMERA
El viernes 27 de diciembre de 1985 Racing volvió a Primera División. Esa noche empató 1 a 1 con Atlanta en la segunda final del octogonal de ascenso -en la primera le había ganado al conjunto bohemio por 4 a 0- y dejó la Primera B luego de dos años. Tramos de ¡Santa Claus se hizo de Racing!, nota de Jorge Galiñanes publicada en la revista Sólo Fútbol, nº25 del 30 de diciembre de 1985.
“Cuesta enhebrar una frase. Porque todavía está vigente todo. Esa imponencia en la salida de un Racing que se sabía vencedor. Esas gargantas, que lejos de imponer pausas, tejieron mil tonos con el 'Racing Campeón...' cuesta. Porque para aquel que le gusta el fútbol, este ascenso de Racing a la divisional mayor, fue simplemente una fiesta. Con todos los adornos posibles. Con la apoyatura de una hinchada increíblemente enloquecida. Que copó la bandeja superior. Que se alargó en cada sector de plateas. Que vivió con una intensidad pocas veces vista, esta emoción del retorno. De un grande a la divisional que lo vio brillar siempre. En esta vuelta acompañada de fervor. De ganas. Porque en un simple partido podían quedar atrás frustraciones, malos recuerdos. Viejas antinomias. Y a hinchada gritó como nunca. Alentó como siempre. Hizo vibrar el Monumental.
Faltan apenas tres minutos para que Racing saque su pasaporte. Para que ese señor que se come las uñas, largue el alicate. Se envuelva en su bandera y se olvide de todo. Para que esa mujer que acompaña el silencio de su pareja, deje de entrecerrar los ojos cada vez que Atlanta toma la pelota. Racing está a tan sólo tres minutos de la gloria. Y por mi mente pasan en bandadas viejos recuerdos. Aunque uno no quiera, compara. Un 18 de diciembre de 1983 la gloriosa Academia se iba al descenso. Una palabra que jamás estuvo asociada a su diccionario. Pero que la debió aprender a costa de un sufrimiento. Pero Racing es un grande. Y supo esperar la revancha que da esta época del año. Y si bien en un diciembre estuvo a punto de subir, otra vez dejó tras de sí una amargura. Que lo fue fraguando para este campeonato. Donde compuso una orquesta para alcanzar el Colón. Y fue en diciembre, dos años más tarde, donde una muchedumbre se dio el gusto de llorar de alegría. De recomponer aquella vieja estirpe. Y cuando volaron esos tres minutos un país racinguista se abrazó. Ya no importó el frío análisis. Simplemente importaba que la deuda estaba saldada. Que la vieja Academia estaba otra vez en el sitial que se merece.
(…)
Cuando Carlos Mastrangelo pitó el final todos los planes se hicieron trizas. Todo el plan se fue al diablo. El delirio se apoderó de todos. Y vi escenas que me erizaron la piel. Que me devolvieron las ganas de sentirme pibe. De tomar una bandera, eludir el cerco policial y meterme en el corazón de esa vuelta olímpica, que tanto se esperó. Pero me quedé con la imagen de una abuela. Con cabellos canos. Hincha de Racing hasta la médula. En determinado momento alzó a su nieto, miró al cielo y llorando le oí decir... 'Lástima que no estás, viejo. Viste que Racing cumplió con la promesa'. Y se abrazó con todos. Su llanto fue como una bendición. El mejor espejo. Eso en la platea. En el campo, los jugadores y algunos chiquilines que lograron burlar la vigilancia, dieron la tradicional y querida vuelta olímpica. Arriba, la famosa 'Guardia Imperial' alargó su canto con un estribillo que más que un cántico es una posición tomada... 'Nos despedimos de la B... Para nunca más volver...' Una forma de esteriorizar un sentimiento. Una plegaria.”
Gol de Néstor Sicher en la segunda final
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