14.10.10

Periodismo

HACE 100 AÑOS NACÍA JULIÁN CENTEYA
El 15 de octubre de 1910 nació Julián Centeya, seudónimo del poeta y compositor de tango Amleto Vergiati. Como periodista trabajó en en los diarios Noticias Gráficas, El Mundo y Crítica, en revistas como Antena y Radiolandia, además de tener varios programas en radios porteñas. Sus recuerdos del periodismo argentino, en fragmentos de Julián Centeya, nota de Jorge Gietz publicada en la revista Cuestionario, nº 7 de noviembre de 1973.




   "Cuando ocurría un crimen enseguida aparecía el Boletín de última hora. Era una hoja que se hacía en cualquier imprentita y se voceaba en las esquinas. Sobre todo cuando en un aborto moría la muchacha. El diario serio traía la información, pero los que hacían el boletín empezaban a hacer averiguaciones en la vecindad y sacaban un boletín. Entonces, se apostaban dos boletineros, uno en cada esquina de la cuadra de la partera culpable, y pregonaban: 'El Boletín de última hora, con la muerte de la joven Josefina Andretti por culpa de la partera Micaela Bongiovanni...'. Imaginate, ahí en el barrio. Cuando el marido de la partera no estaba en cana, compraba toda la edición, y si no, los vecinos.
   La gran sección de los diarios era la policial. Grandes periodistas, como Roberto Arlt, González Tuñón, hacían las noticias de policía. Después Botana inventa para la sexta edición aquellos famosos comentaristas de fútbol: eran casi todos poetas y literatos. Imaginate a Pablo Rojas Paz haciendo la crónica de Sacachispas contra Atletic. Se llamaba 'el Negro de la tribuna', un poco porque era negro, otro poco inspirado en un negro que viajaba al centro montado en un 'mateo' alquilado y de pronto en plena calle Corrientes, se ponía de pie y sacaba una trompeta egipcia, como para tocar Aída, y se mandaba cuatro notas; la gente se paraba y de la corneta se desplegaba un banderín que decía 'Kalisay': el aperitivo.
   Y de pronto se iba a la cancha de San Lorenzo en el gasómetro, y allá, perdido en la multitud, en los momentos en que no se jugaba, se levantaba el negro, tocaba las cuatro notas y todo el estadio miraba al 'negro de la tribuna'. De ahí tomó el hombre Rojas Paz. De pronto un tipo como Raúl González Tuñón inauguraba una 'línea aérea' a la Patagonia: era el avión de Crítica, donde yo trabajé cinco veces.
(...)
   Yo no era Julián Centeya. Centeya aparece en el 37, cuando hago una milonga con Canet (Me llamo Julián Centeya). El apellido era para rimar nomás con Pompeya, ella, querella... No le dí ninguna bolilla al título. Pero entro a trabajar a Cine Argentino y Ramón A. Díaz, que le había encargado a José Ramón Luna una serie de críticas de películas escritas en lenguaje paisano (como si un paisanito las contara), a mí me encargó la crítica de las películas que se estrenaban todos los miércoles en el Monumental, en mi caso bajo el papel de un muchacho ignorante de barrio que, en su lenguaje, contara lo que había visto. '¿Y ahora, cómo firmo esto?'. Y este muchacho Wing, que fue el que la bautizó a Mar del Plata 'la ciudad feliz', me dijo: 'Firmala Julián Centeya'. Y así quedó, nomás".


Milonga Me llamo Julián Centeya, por Alberto Podesta






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