7.10.10

Espectáculos

A 20 AÑOS DE LA VUELTA DE ALMORZANDO CON MIRTHA LEGRAND
El lunes 8 de octubre de 1990 Mirtha Legrand volvió con sus almuerzos después de ocho años de ausencia de la televisión abierta. El programa había aparecido en 1968 por canal 9 como Almorzando con las estrellas, y -luego de modificarle el nombre- siguió hasta 1982 por los canales 13 y 7 (en ese momento ATC). Después de algunos años -que coincidieron casi con los de la presidencia de Raúl Alfonsín-, Mirtha trabajó en los canales 7, 9 y en la actualidad, en América TV. Su regreso, según Merengue con tuco, nota de Sylvina Walger en el diario Página/12 del 9 de octubre de 1990.




"Después de largos años sin almorzar en cámara, Mirtha Legrand volvió a ATC. Para niños pobres que tienen hambre.

Jovial como un hada campanilla otoñal y envuelta en gasa color grosella, (cosa que asomara nada más que la cabeza, un atisbo del escote y parte de los brazos) Mirtha Legrand produjo ayer su reentré alimenticia en los mediodías sociales que animara durante tantos años. 'Se ha hecho justicia', fueron sus primeras palabras, con lo que dio a entender que había terminado la era de las persecuciones -al menos en lo que hace a su salón de recibo- y pese a que pidió un pañuelo a la producción porque presintió que las lágrimas podrían jugarle una mala pasada, la sangre no llegó al río.
Flores, regalos, cartas y hasta un telegrama de la subsecretaria de la Mujer, Argentina Berti, saludaron la vuelta de la actriz a quien lo años más que serenarla la han convencido de que el mundo existe porque ella le da sentido. 'Soy luchadora', 'soy perfeccionista', 'soy detallista', 'tengo un hombre que ha cuidado mis cosas con mucho amor y generosidad', '¡ay!, no sé cómo hacer un cheque', fueron ayer algunos pálidos ejemplos de la imparable y autorreferencial catarata verbal de la dama.
Mientras detrás de las cámaras una banda de amigos la estimulaba con aplausos, el interventor de la emisora, el locutor René Jolivet, le dio la bienvenida con un mensaje del presiente Carlos Menem y le entregó un ramo de flores a tono con su rosado atuendo. Menos armoniosa, por no llamarla pretenciosa, resultó la escenografía: un decorado de telas colgante color mostaza sobre fondo azul y mucho yeso, en forma de capiteles, dando vuelta.
Por fin y bendecidos por un inmenso cuadro de la señora Legrand toda de celeste que recordaba a Evita en una noche de gala, se juntaron alrededor de un mueble que parecía un catafalco pero que en realidad era la mesa -el mantel había sido desplazado por una alfombra-, una esplendorosa Libertad Lamarque pelirroja y con paillettes (con la serenidad que la proximidad del centenario, dijo e hizo -insinuó unos pasos de tango- lo que se le ocurrió), Andrea del Boca, Enrique Pinti, Bruno Gelber y una rolliza Nati Mistral con minifalda.
Poco importa de qué hablaron, puesto que la especialidad de la dueña de casa es la interrupción por la interrupción misma, de modo que ninguno de los presentes pudo concluir sus dichos. Cuando Lamarque sugirió que era mejor casarse con separación de bienes, un escalofrío recorrió a la anfitriona, quien apuntó remilgada que 'el amor está por encima de todo'. Gelber intentó explicar los desequilibrios que le producen los cambios horarios a que está expuesto por sus viajes y la Legrand se le fue al humo 'ay, sí, el décalage (la diferencia horaria), pero te ves bien Bruno'. '¿Estás enamorada Andreíta?', le preguntó a la novia de Raúl de la Torre y antes de que la otra abriera la boca se contestó sola 'sí, no hay que tener vergüenza de decirlo'.
El final fue lo mejor, Bruno Gelber en el piano ejecutó con maestría el 'Claro de luna' en una sutil interpretación que sonó como una cachetada en medio del merengue con tuco de la decoración y del aquelarre autorreferente de la Legrand."



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