El 3 de septiembre de 1920 nació la cantante y compositora peruana Isabel Chabuca Granda. En su adolescencia formó el dúo Luz y Sombra junto a Pilar Chamaca Mújica, con quien se presentó en radios limeñas. Su fama internacional surgió del vals La flor de la canela, seguido por otras famosas canciones como Fina estampa y José Antonio. Falleció en Miami en 1983. Texto de Chabuca Granda, la voz del Perú, entrevista de Abraham Lama, publicada en la edición internacional de la revista Siete Días Ilustrados, nº 1 del 22 de mayo de 1972.
"Una voz cautivante. Unos ademanes reposados. Una quietud forzada. Unos suaves gestos negativos hacia una taza de café. Y la presencia de la muerte rondando su amante, una muerte vivida desde niña con una realidad estremecedora. Y un tema que es, ahora, la obsesión vital de Chabuca Granda.
-Nací hace 52 años en una mina, en la Puna brava. Y nadie que no haya nacido en una mina, trabajado allí, y visto la muerte tan de cerca, todos los días, la muerte triste y miserable de los jóvenes envejecidos por la silicosis, puede saber lo que eso significa.
Chabuca Granda, una voz querida y admirada por todo Perú, una cantante de extraña trayectoria, conoce muy bien ese tema obsesivo de la muerte. Lo supo de niña. Y lo sabe de grande, ahora, en medio de la fama, de la vida limeña, del éxito económico. Y lo sabe porque ahora Chabuca Granda está enferma del corazón. Y porque ahora Chabuca Granda tiene de la muerte no la imagen de la época de su niñez en la Puna brava sino la vivencia tremenda de algo endógeno. Con una sonrisa contenida comienza contar su viaje alucinante, su pavorosa inmersión dentro de sus venas y su corazón.
-Estaba tendida en una mesa del hospital naval de Lima, y veía al mismo tiempo, en una pantalla, lo que filmaba una aguja que me pusieron en las venas. Una vez la aguja se equivocó de camino y corrigieron su ruta para encaminarla hacia mi corazón. Luego me inyectaron una sustancia opaca, y el pecho destelló con un resplandor extraño: ¡Me vi el corazón por dentro!
Chabuca está enferma y sabe que lo está. Toda su vida cantó a una Lima que se transforma ahora, a una Lima colonial, a sus alamedas, balcones y tradiciones. Así se hizo famosa. Pero ahora canta al fusil y a la guerrilla. Mejor dicho cantaba. Ya Chabuca 'está en otra cosa'. Es un proceso que ella misma describe morosamente:
-Como le dije, soy serrana: mi padre era ingeniero en minas. En mi partida de nacimiento figuro como nacida en Lima porque en esa época era 'decente' nacer en la capital. Pero yo estoy orgullosa de haber nacido en Cotabambas. Una vez vino una delegación indígena a casa, en Lima, trayendo unos discos míos, una vieja victrola a cuerda y el recorte de un diario en donde figuraba el lugar de mi nacimiento.
Chabuca descuelga algo de la pared, detrás suyo. Lo acaricia con afecto como si fuese un perro. Era un varayoc, una varilla negra con empuñadura de plata, una tradicional distinción que ofrecen, muy de tanto en tanto, los jefes indígenas.
-No lo quise recibir. 'No lo merezco', les dije. Pero ellos insistieron: 'Por haber nacido en Cotabambas y haber hecho ingresar a nuestro pueblo en la historia'. Me emocionó.
Sin embargo, nada hay en los cantos de Chabuca, nada existe en su música que la acerque a los callados y sufridos indígenas de la serranía. Chabuca es limeña por aire y por acento.
-Sí, conocí a Lima muy hermosa cuando mi padre nos trajo a la capital. Vivíamos en Barranco, cerca de la bajada de los baños. Amé a Lima, y mis primeras canciones estaban dedicadas a ella, a sus tradiciones, sus balcones, sus veredas.
Pero algo pasó en la vida de Chabuca, algo que hizo cambiar el rumbo de su musa:
-Yo vine a saber lo que eran las guerrillas cuando en 1963 se murió el poeta Javier Heraud abatido en la selva tras un combate entre su grupo guerrillero y fuerzas de seguridad. Yo le conocí sin saberlo. Cuando murió me dijeron que era uno de los jóvenes poetas que solía venir a visitarme. Entonces me impresionó descubrir que todos los jóvenes que yo recibía pensaban como él. Comprendí que algo estaba pasando. En 1965 hice la primera canción a Javier. Ya hice diez canciones sobre su muerte. Eso representa una nueva etapa en mi vida y en mis composiciones. Abandoné el canto a los balcones para compartir los sueños de la gente.
Chabuca tiene un mérito: evoluciona. Un día el presidente peruano Juan Velasco Alvarado reunió a los compositores y artistas populares para pedirles el apoyo a la reforma agraria. Chabuca se sintió rebelde y respondió con un exabrupto:
-General, yo no comparto su revolución. El Perú ha sido siempre un país de cuartelazos. Yo no hago jingles, no sé componer canciones por encargo ni de propaganda.
Creyó que la iban a echar de la sala. Pero Velasco Alvarado demostró que la cortesía y la valentía son una ecuación cuyos términos domina. No dijo nada. Esperó a que Chabuca cantara. Ella interpretó su canción a Javier Heraud, en abierto desafío antimilitarista. Cuando finalizó, el presidente se acercó y la abrazó. Meses después, Chabuca pensaba de otra manera.
-Cuando más tarde el gobierno decretó el control del dólar, me dije a mí misma: 'Algo pasa: estamos comenzando a ser país'. Y compuse A paso de vencedores. Por primera vez uní en una canción al soldado y al guerrillero. Llevé la canción a un festival interamericano pero me la sabotearon. Escondieron la orquestación. Apagaron el equipo cuando yo la cantaba, y así nadie se enteró de lo que decía la letra. Y fue muy extraño porque no se sabotearon las demás canciones de protesta.
Pero Chabuca no puede evitar la presencia palpitante de la muerte. La más conocida musicalizadora del pasado virreinal de Lima ingresa ahora en una nueva etapa.
-Siento que estoy cambiando nuevamente mi línea de composición y eso me preocupa porque no sé adonde iré a parar. En mis nuevas canciones hablo de mí, cosa que nunca hice antes. Los temas anteriores eran todos objetivos, describían un mundo exterior: la ciudad, los caballos, la gente, el chico Javier... ahora, en cambio, hablo en primera persona. Y eso comenzó cuando me di cuenta de que estaba enferma del corazón.
Como una obsesión, la muerte cierra el diálogo, de la misma manera como lo abriera. Chabuca retorna al tema para decir, con voz queda:
-Quiero que cuando muera no me hagan homenajes. No deseo que pongan mi nombre a nada. Pero quisiera tener un pequeño huerto para sentir cómo maduran y crecen cosas vivas y bellas."
Interpretando Una larga noche
Entrevista a Chabuca Granda
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