El 9 de agosto de 1980 Argentina sumó un nuevo logró cuando Sergio Victor Palma venció en Estados Unidos al local Leo Randalph por nocaut en el quinto round y se adjudicó la corona en la categoría junior de la AMB. Fragmento del análisis posterior realizado por la revista El Gráfico.
Nota publicada en el número 3175 del 12/08/10
La pelea dejo preguntas. A través de ellas quedarán reflejadas las incidencias. Tal vez podamos encontrar las respuestas que nos permitan el reanálisis del combate.
¿Por qué no lo pudo sacar en el primer round?
Palma imprimió un ritmo tres veces superior al planeado cuando después de aquella primera derecha advirtió vacilación en Randolph. Tomó conciencia de que acelerando el ataque podría sacar a su rival. Estovo a punto, ya que el americano cayó dos veces. La primera, por sucesión de descargas; la segunda, por una izquierda a la punta del mentón seguida de otra derecha algo amortiguada.
El referi no escuchó la campana y estuvo a punto de decretar el nocaut. Fue Jack Dean, segundo de Randalph, quien al subir al ring salvó a su pupilo del decreto. Christodolou llegó a nueve, Randolph se miró hacia atrás y recién advirtió que el round había terminado dos segundos antes de que su cuenta llegara hasta nueve.
¿Palma cometió algún error, ya que tampoco pudo en el segundo round?
Cuando el chaqueño llegó a su esquina, Zacarías y Tito lo incitaron a mantener la dinámica ofensiva. Del otro lado, el campeón daba muestras elocuentes de fatiga y confusión. Palma, algo cansado por el esfuerzo, conservaba lucidez. Sabía dónde estaba y sabía, fundamentalmente, que Randolph todo lo que necesitaba era un golpe definitorio. Palma no es un noqueador (en 45 peleas contando la del sábado, ganó 25 por puntos y sólo 11 por la vía categórica, de las cuales solamente 7 lo fueron por nocaut con cuenta de diez segundos), pero luego de personalizarse en la vuelta inicial, salió a destruir. Fue tanto su impetu que cometió un error táctico: nunca se despegó del cuerpo de Randolph para recobrar la distancia que le permitiera una total precisión. Estuvo encimado y haciéndose sentir físicamente. Cada golpe, aún sin espacio, de jaba una clara sensación de final. Pero Randolph, a favor de un ring de mínimas dimensiones (5 metros por 5, en lugar de 6 por 6 como en el Luna Park y la mayoría de los estadios importantes del mundo), pudo palanquear con sus antebrazos y “pasar” los tres minutos. Sobre el final, cuando Randolph se tomó de la cintura de Palma, se lo llevó consigo y allí apareció el primer sìntoma de agotamiento: sin fuerzas en las piernas, ambos cayeron por el impulso.
La definición, ¿fue agotamiento de Randolph o potencia de Palma?
Las dos cosas. Randolph estaba sereno a esa altura y dispuesto a desarrollar su boxeo de toque y sorpresa. Pero tan pronto como Palma logró conectar su derecha arriba, cruzada y precisa, volvió a sentir los síntomas del nocaut. La mayor virtud del argentino fue haber sabido aprovechar el momento y no jugarse a una mano sino a la continuidad sin otorgar treguas. La caída final llegó a través de seis golpes. El último , una derecha a las costillas que cortó la respiración del ex campeón. Por un momento, me parecía mentira que aquel joven tierno, inquieto, a veces melancólico y siempre cordial, fuera capaz de transformarse en un gran definidor como los campeones de gran estirpe cuando sube a buscar su destino. Para entender bien esto habría que dar un repaso al proceso previo.
IMÁGENES DE LA VICTORIA
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