11.6.10

Politica nacional

CUANDO MENEM ECHÓ A ZULEMA YOMA DE LA RESIDENCIA PRESIDENCIAL
El martes 12 de junio de 1990 la crisis conyugal de Carlos Menem y Zulema Yoma estalló cuando el primer mandatario le prohibió el ingreso a su esposa a la Residencia Presidencial de Olivos. La difícil relación marital de Menem -que ya había estado separado de su esposa- pasó a ser cuestión de Estado al asumir la presidencia en 1989. Extractos de Con más gritos que susurros..., nota de Ana María Bertolini publicada en Noticias, nº 703 del 17 de junio de 1990.



"Si Shakespeare hubiese sido testigo de estos episodios, habría vuelto a convocar a Macbeth para describirlos a su manera: '...A tale told by an idiot, full of sound and jury, signify nothing' (léase: '...Una historia contada por un idiota, llena de sonido y de furia, que no significa nada').
Más surrealismo, imposible. Menos sentido común, impensable. Hasta el Times usó un título humorístico: 'Menemies' (menemigos). La pena, la hilaridad, la vergüenza y el asombro ganó a unos y a otros. Fue algo así como imaginar a la Argentina convertida en un robótico Lázaro de cuerda, con un cartelito aclaratorio: 'Se levantó pero no anduvo, andó'.
Los hechos hablan por sí mismos. Los errores —juegos maquiavélicos, juzgan algunos— saltan a la vista. El país hubiera querido ahorrarse:
1) Que ningún Presidente firmara jamás, un decreto regulatorio de entrada y salida de personas a la residencia de Olivos, ni hiciera expulsar a su mujer (Carlos Facundo Menem dijo que la orden contenía tres nombres, el suyo y el de su hermana también) de allí.
2) Que Zulema pretendiera entrar en la quinta sabiendo que tenía el ingreso vedado, llamando a la prensa como testigo.
3) Que Carlitos Menem se viera precisado a concurrir a Tiempo Nuevo para desmentir a su padre, el Presidente, y a Raúl Granillo Ocampo, secretario legal y técnico del Ejecutivo.
4) Que Zulemita Yoma corriera a Fechoría para insultar a Gerardo Sofovich, que se había permitido tratar el tema en 'Polémica en el bar' y recibiera de éste un '¡quién sos vos mocosa de m... para venir a insultarme a mí!'
5) Que un funcionario se explayara frente a Bernardo Neustadt dando detalles de anteriores desavenencias de la pareja presidencial, extralimitándose en su cometido meramente técnico y legal.
Telegrama va, colacionado viene, el caso es que el país asiste a un ping-pong político-conyugal de alta performance y que no parece admitir empates. Encuestas definitivas todavía no hay, pero algunos sondeos permitirían indicar que hay una apreciación diferente, a nivel nacional, con respecto a lo que se ausculta en La Rioja; y también, que mucho depende del nivel social, el estado civil y hasta el sexo de los consultados.
En principio, esto que causa asombro en Buenos Aires y otras lides, en La Rioja se estaba esperando desde hace rato: 'Para nosotros es lo normal —confió a NOTICIAS un conocido periodista de 'El Independiente'—. Ya nos estábamos extrañando que a diez meses todavía no pasara nada'.
'Acá la lucha no es entre Carlos Menem y Zulema —opinó otro—, sino entre Eduardo y Zulema o, si lo prefiere, entre celestes y amarillos-rojo punzó. Le aclaro que en La Rioja los celestes pierden como en la guerra. Zulema es una mujer muy respetada acá, porque ha hecho cosas importantes por la gente. Carlos también. Pero Eduardo, por sí mismo, no consigue un solo voto. Y Granillo tampoco'.
A nivel nacional, los estratos más altos y, en especial, buena parte de la clase dirigente, si bien no apoya el modo en que Carlos Menem actuó, ve con buenos ojos que, por lo menos, haya hecho algo para que la pesadilla termine de una vez: 'Bien o mal —se dijo— a esto había que ponerle un punto final: a esta señora nadie la votó. Y a Carlos Menem no lo necesitamos de marido sino de Presidente'.
Entre los más humildes y en especial entre las mujeres separadas y con hijos, afloraron los sentimientos maternales y fraternales: '¡Pobre mujer, pobres chicos!' es el común denominador de quienes se sienten defraudados por Carlos Menem. Y no únicamente por los hechos de Olivos: 'Para mí que el hijo tiene razón, que al padre alguien le cambia el cerebro: ¿o me va a decir que subió al poder prometiendo liberalismo, indultos y divorcio?'
La crónica de esos días relata que desde el 8 de mayo la primera dama quedó a cargo de la residencia presidencial mientras el jefe de Estado iniciaba un periplo de 33 días por casas de amigos y hoteles, huérfano de valijas, de bastón y de banda. La crónica apunta, además, que el 28, con un pie en el Boeing 707, Carlos Menem firmó el decreto 1026 prolijamente redactado por Raúl Granillo Ocampo, que en dos artículos brevísimos resuelve quién entra y quién no entra en Olivos, decisión que de ahora en más es resorte exclusivo del Poder Ejecutivo. Y, por fin, esa misma crónica cuenta que fueron infructuosos los intentos de Carlos Menem por lograr que el vicepresidente Eduardo Duhalde o el ministro Julio Mera Figueroa aceptaran el fardo de desalojar a Zulema Yoma de Olivos. 'Mientras dependa de mí, esa orden no se va a cumplir, Zulema' —dicen que aseguró el ministro del Interior—, con lo que habría pasado a ser —a criterio de la primera dama— una 'calavera política'.
Luego siguió Asunción —allí Carlos Menem se entrevistó con los hijos y, según ellos, prometió volver a Olivos para solucionar el problema de manera menos traumática—; prosiguió Canarias y aquella definición de 'un viaje largo y aburrido como el matrimonio'; y por fin, a la hora del regreso, la reconciliación fracasó tanto como Argentina frente a Camerún: Menem se despachó el martes 12 con un tiro penal sin defensores y sin arquero.
Al jefe de la Casa Militar, brigadier Andrés Antonietti, le tocó hacer de balón y, en ese punto, la historia es según el color del cristal. Para unos, tuvo un largo conciliábulo con Zulema Yoma y logró convencerla de que se fuera; para otros, jamás habló con ella y entró en la quinta sabiendo que no se encontraba; algunos sostienen esta misma versión pero le cambian el detalle: no sabía si Zulema estaba o no (algo muy propio de los servicios de inteligencia); y también están los que aseguran que Zulema salió ignorando lo que iba a suceder y que no se topó con Antonietti en la puerta por pura casualidad.
Pero todavía cabría otra posibilidad: Zulema se fue antes para no hacer ni decir nada que pudiera perjudicarla y regresó al día siguiente, con asesor letrado y escribano, para probar legalmente su desalojo. Verdad o mentira, el caso es que el martes 12, a las 14:02 minutos, según consta en la actuación notarial efectuada por el escribano Carlos Luis Staffa Morris, Zulema se presentó ante la puerta de Villatte Nº 1000, acompañada además por su asesor letrado, Carlos Volujewich; por sus asesores en salud y acción social, Jorge Mazzucchelli y Antonio 'Minino' Palermo; por su vocero Marilú Giovannelli; y por sus hija Zulema María Eva.
La seguía una caravana compuesta por una treintena de periodistas y más de una docena de curiosos vecinos, ávidos de presenciar, en vivo y en directo, la mejor tragicomedia de la tarde.
Cualquier director hubiera decido cortar la escena. Fue la más larga de lo debido. Los guardia no sabían exactamente qué responder ante el pedido de permitir el ingreso para buscar efectos personales. Sólo sabían que cumplían órdenes y que esas órdenes eran no dejar pasar a la señora ni a nadie que viniera con ella. El colmo fue que a Carlitos Menem, que se encontraba dentro desde la noche anterior, tampoco lo dejaban salir. La comunicación fue a los gritos, a través de la mirilla, entre hijo -de un lado- y hermana y madre, del otro. Tuvo que intervenir el brigadier Antonietti en persona para que Carlitos Menem pudiera salir de la residencia conduciendo su deportivo auto colorado: 'Nos vamos todos, dijo, el Presidente nos echó'. Madre e hija, a su vez, abordaron el Renault 18 bordó en el que habían venido y, en caravana, la comitiva dio la vuelta y enfiló hacia el portón de Libertador, donde tiene sus oficinas un destacamento de la Policía provincial. 'No nos han dejado entrar y ahora vamos a la comisaría a asentar la actuación correspondiente', informó la primera dama, exhibiendo una sonrisa que se adivinaba forzada."




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